CAPÍTULO XI

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La providencia se apiadó de ella. Ese día Lady Margaret haría un baile en su casa así que no tendría que ir corriendo a vestirse para volver a la casa de Duncan.

Ayudó a preparar todo a pesar de sentirse exhausta. Sonrió mientras ayudaba a llevar los ingredientes para la cena de la fiesta.

Se sentía en las nubes. Había sido la mejor noche en muchos años.

—Agnes— Lady Margaret se acercó a ella y le sonrió—. Deberías descansar, debes estar exhausta— esquivó la mirada para que la duquesa no pudiese ver su rostro enrojecido.

Lady Margaret no sabía que la persona a quien Agnes manipulaba era a su hijo, quería explicarle la situación pero hacerlo significaba decirle cuales eran las andanzas de Duncan y no quería comprometerlo.

—Estoy bien, no estoy tan exhausta.

—No digas tonterías, se nota tu cansancio a leguas. Ve a dormir, te despertaré cuando empiece el baile— asintió a regañadientes y subió las escaleras.

Se cruzó con Michael en los escalones quien al verla abrió sus ojos espantados. Agnes frunció el ceño.

—¿Ocurre algo?.

—Luces muy agotada, deberías descansar hoy y aprovechar que Duncan no necesitará de tus servicios para tomarte el día.

Agnes sonrió—. Estoy bien, descuide— subió hasta su habitación y se recostó con una enorme sonrisa en los labios.

Iba a contarle a Duncan toda la verdad. Estaba decidida. Adele le había dicho hace un mes que no era el momento pero ahora si estaba segura que Duncan la comprendería. La quería y  podría abrirse a él sin problema alguno, como él lo había hecho con ella.

Se quedó dormida con la ferviente decisión en su cabeza.

Cuando despertó pudo escuchar voces en la planta bajo. Supuso que ya había empezado el baile así que mandó a pedir un baño. Se vistió y bajó.

De inmediato fue recibida cordialmente entre los nobles y burgueses de élite. El rumor de que el administrador de Duncan estaba redoblando sus riquezas se había extendido por todo Londres y había llamado la atención de los noble y los Comerciantes más ricos del reino unido. Ahora no solo la seguían las casamenteras sino también los hombres ricos.

Entre la multitud observó al amigo de Bari, Cristoph. Frunció el ceño. ¿Qué hacía él ahí?. Su vestimenta era apropiada para el baile. Sin embargo su barba desarreglada y su andar vulgar espantaba a todo el mundo y hacía que todos criticaran a los duques. No tenía idea del por qué había sido invitado. Pero al ver la sonrisa de diversión que dibujó en su rostro cuando localizó a Jasmine, supo que estaba ahí sólo para molestarla. Su amiga había encontrado un hombre igual de demente que ella.

Siguió barriendo con la mirada todo el salón en busca de Duncan. No iba a negar que su corazón latía ansioso por verlo y cuando por fin lo hizo, una enorme sonrisa ensanchó sus labios.
Era ahora o no lo sería jamás.

Se hizo paso entre los hombres y las mujeres que intentaban entablar una relación con ella y se acercó.

Esperaría a que terminara de conversar y le pediría hablar a solas.

—Su excelencia— hizo una reverencia.

—Sir Kensie, justo hablamos de usted— comentó Duncan—. Me siento algo ofendido ya que se ha robado toda la atención esta noche. Supongo que se debe a su buen trabajo como administrador. Ya conoces al Barón de Saint James y a Sir Fredrick Ruford. Ella es su hija, la señorita Brooje Ruford.
La joven rubia hizo una reverencia y la saludo algo tímida, pero no lo suficiente. Tal como lo dictaba la etiqueta. Agnes le correspondió el gesto y le sonrió haciéndola ruborizarse.
Agnes frunció el ceño. Duncan lucía jovial como de costumbre pero su mirada estaba apagada.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora