CAPÍTULO XXIX

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La noche arropaba a la solitaria Londres que se veía inundada de repente de aquellos tripulantes del barco proveniente de las aguas de Francia. Lord Patrick Beaumont fue uno de ellos, descendió por la empinada rampa de madera en busca de algún carruaje.

Había recibido una carta de su hijo notificándole de los pormenores.

La hija del primer ministro— su amigo íntimo—estaba viva. No solo eso, era parte de la organización a la que había pertenecido su hija, Úrsula. Además de eso, Bari ahora tenía la certeza de que todo aquello, se debía a la eterna disputa de las casas Beaumont y Hannover. Temía confirmar aquella hipótesis, pero necesitaba hacerlo.

Tenía que proteger a su familia.
Le había dolido dejar a sus hijas y a su pequeña nieta, más aún cuando la pequeña Patty crecía cada día.

Sus pasos se escuchaban en los adoquines, la gente se había dispersado. Se detuvo al sentir el eco de otros pasos detrás suyo. Ni siquiera pudo voltearse, un objeto duro impactó contra su nuca haciendo que cayera al suelo y la sangre manchara los adoquines.

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—¡Bari, amigo mío!. He venido apenas he leído tu carta. ¿En qué puedo serte útil?— inquirió Cristoph mientras entraba a la casa del vizconde con ese aire de locura en el que siempre estaba envuelto.

Bari estaba sentado en el sillón, serio, como nunca antes lo había estado y eso hizo que la sonrisa de Cristoph decayera un poco.

—Ya sé quién es. No es necesario que siga fingiendo conmigo.

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Agnes llevaba dos días sin ver a Duncan. Ella y Lady Margaret estaban preocupadas, pero supieron que estaba bien en cuanto mandó estricta vigilancia a la casa para que Agnes no pudiese hacer de las suyas. Michael había ido a hablar con él luego de llegar de sus negocios en el norte de Inglaterra. “Sólo necesita espacio”, fue lo que le dijo a las damas, pero aquello, no fue suficiente para Agnes.

Debía arreglar las cosas con Duncan.

—¿Me ayudaras a escapar?.

—Eso ni se pregunta, Agnesita. ¡Por supuesto que sí!. Pero antes de arreglar las cosas con tu esposo, deberías encargarte del marqués de Susex.

—No voy a acercarme a él de la forma tan frontal en la que lo hice, no cuando ya sabe mis intenciones. Deberé abordarlo cuando se descuide.

—No entiendo, ¿por qué no simplemente raptas a tu hijo? Te ahorrarías todo esto.

—Jeremiah es un niño muy susceptible. No tiene idea de que estoy viva y si llego para raptarlo con su padre siguiéndome, se sentirá muy confundido. No quiero generarle traumas, Jasmine, ya ves lo que pasa cuando eso ocurre.

Jasmine se encogió de hombros—. Un trauma más un trauma menos— hizo un ademán con sus manos—. El sufrimiento nos hace fuertes, Agnesita. Sin nuestros traumas, no estuviésemos aquí, cambiando a esta sociedad.

—El sufrimiento no nos hace fuerte, hace que armemos una coraza que nos proteja del exterior, pero en el fondo, seguimos siendo débiles y a veces eso es peor— expuso Agnes—. Haré las cosas como mejor me parezca, procurando siempre el bienestar de Jeremiah, espero contar contigo.

—¡Claro que cuentas conmigo, pequeño y dulce capullo de amargura!. Así que empecemos de una vez con esto.

Agnes sonrió. Sabía que Jasmine era una jovencita muy perturbada a pesar de su intrepidez y alegría. Sabía también que era la más fuerte de todas, incluso más que ella y la admiraba, por eso a veces justificaba sus sangrientos actos.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora