CAPÍTULO XXVI

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—¿Qué?— inquirió conmocionada.

¿Qué estaba pasando?.

Duncan se aproximó a ella y por primera vez, Agnes retrocedió temerosa y abrumada. Las cosas se estaban dando de forma rápida e inesperada.

—No voy a desperdiciar todo estos arreglos. Gracias a ti ya no tengo esposa y mis hombres no están a salvo. Debes pagármelo de alguna forma.

—Te ayudaré a buscar a la esposa perfecta para pagar mi falta— dijo evadiendo su propuesta.

Duncan sonrió como si hubiese escuchado el chiste más gracioso de su vida.

—Tú eres la esposa perfecta, Agnes— la hermosa mujer retrocedía cada vez más mientras Duncan avanzaba, sin dejar de verla con ojos llenos de anhelo—. ¿No es así?— se volteó para ver al resto, quienes asintieron una y otra vez. Agnes los miró con la vista empañada y luego a Duncan—. No hay nadie mejor que tú para ser mi duquesa. Me dijiste que debía casarme para mantenerlos a salvo, tienes razón, debo casarme, pero quiero hacerlo contigo.

Agnes se recompuso al escuchar sus palabras.

Sabiendo que ya se había expuesto demasiado, se detuvo irguiéndose y su rostro volvió a llenarse de seriedad.

—¿Qué fue lo que te dije mientras estaba ebria?— inquirió grave.

Duncan también se detuvo. Su manzana del edén subía y bajaba violentamente en su garganta. Siempre había sido un hombre seguro pero cada vez que la tenía tan cerca se sentía tan vulnerable e intimidado.

—Dijiste cosas que me hicieron abrir los ojos y entenderlo todo.

—Lo que sea que te haya dicho, olvídalo, por favor— le rogó Agnes no pidiendo contener todo lo que sentía por dentro.

—¿Por qué todo lo que dijiste es verdad? ¿Por eso quieres que lo olvide?— inquirió con voz suave—Agnes, por favor, sólo dime lo que sientes sin alcohol de por medio, quiero escucharte sincerarte conmigo otra vez.

Le latía el corazón violentamente. Se veía tan guapo con su cabello rubio despeinado y sus labios entreabiertos anhelantes de tomar los de ella.
Respiró profundo y lo miró con la poca determinación que le quedaba.

—¿Por qué me haces esto? ¿Por qué simplemente no dejas las cosas como están? Cuando tu enamoramiento pase y te canses de mí, ¿cómo quedaré yo?. Sólo… olvida todo lo que te dije.

Sintió una terrible opresión en el pecho al ver la desilusión en los ojos del duque, pero no podía hacer nada. Sentía miedo porque no recordaba nada de la noche anterior y presentía que le había abierto su corazón a Duncan. ¿Por qué seguir alargando la agonía?. Tal vez ebria tomó la valentía que no tuvo en ese momento para confesarse. Pero sobria y con lógica, no lo haría aunque el corazón se le desgarrase. 

Al ver que no estaba dispuesta a aceptar, el rubio asintió con una sonrisa rota.

— De acuerdo, si quieres que olvide todo lo que dijiste, lo haré. Pero no voy a permitir que tú olvides lo que yo te dije. Si no quieres aceptarme, al menos vete sabiendo lo que siento por ti.

—Duncan…

El duque retrocedió sin dejar de mirarla y alzó sus manos citando a voz en grito:

—¡QUIERO QUE SEPAS QUE TE AMO! ¡CON CADA FIBRA DE MI EGÓLOTRA, DÉSPOTA Y ARROGANTE SER!.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse por el rostro de Agnes. Se llevó la mano al pecho a no poder soportar la fuerza de los latidos. Era como si su corazón quisiese salir de su pecho para ir tras el hombre que se hallaba parado a metros de ella.

AGNES(SERIE:FEMME FATALE #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora