16.

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A corasoul por su espera y paciencia que James Sirius admiraría.

Nunca me acostumbré al silencio

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Nunca me acostumbré al silencio.

Era algo que me ponía de lo más incómoda sin importar la situación. Lo supe por primera vez a los seis años, cuando mi madre esperaba que le confesara quién rompió el ramo que había preparado para la señora Julianne, o a los ocho, cuando papá me llevó a socializar con los dos hijos mayores de su nuevo jefe. También recordaba aquella vez a los catorce, en la que me quedé en la sala cara a cara con el primer novio de Atenea, no resultó bien.

Y esas no eran todas las experiencias en las que quedarme sin palabras ni oír una contestación me ponían de esa forma. Pero lo que era aún más impactante en ese momento era que Elaia, la única persona que nunca se callaba, no tenía reacción. Se sentía como que se hubiese quedado en un estado de shock frente a mí.

Silencio sin más que no era capaz de romper.

—Elaia, di algo por favor —tomé valor ignorando a los estudiantes de cuarto que salían rumbo a la biblioteca.

—Tú... yo... Fred... —se oyó su voz titubeante, empezando a agitarse —¿Cómo?

—Los escuché ayer en la enfermería, no fue intencional, en serio —di una afirmación con mi cabeza, abrió la boca en un gesto de sorpresa y sus mejillas se colorearon de rosa —. En realidad, él estaba bajo la capa de invisibilidad, pero lo sentí a mi lado y lo seguí. No quise que...

—Diana, Elaia, ¿todo bien con mi salvadora de vida y su mejor amiga? —Lorcan apareció cargando una gran cantidad de pergaminos, nos miró algo confundido —. ¿Por qué esas caras largas? No me digan que ocurrió otra desgracia.

—No, Lunático, todo está en orden por el momento —respondí intentando disimular.

—Si, Diana tiene razón, todo bien —respondió Elaia de la misma forma.

—¿Alguna noticia sobre tus padres? —dejó lo que parecía ser su tarea recién hecha en una mesa y se sentó sin perder la atención.

La pregunta me devolvió a la realidad que a veces olvidaba por completo, nada de mis padres, ni una pista.

Negué en un suspiro.

—Ánimo, estoy seguro que Minerva en unos días dirá algo —intentó sonreír el chico.

—Ya lo creo, según oí ha estado saliendo seguido para reunirse con los aurores —agregó la ojiverde entre pausas.

—Por cierto Diana, te buscan dos niñas de Slytherin —agregó Lorcan cómo si acabara de recordarlo —. Están en la puerta, seguro las envió el indeseable. Si me das la orden ya mismo me encargo y...

—No te preocupes, ya me encargo yo —refunfuñé.

Le di una mirada a mi mejor amiga, ella me susurró un "después hablamos" y caminé a la entrada de la sala común dejando una conversación entre Elaia y Lorcan dónde le contaba las cosas que habían sucedido en los jardínes hace una hora.

Un Solo Momento // James S. Potter© (CORRIGIENDO) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora