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—otra clienta satisfecha, lo haces bien, Killian—Sandra me da una sonrisa desde la puerta del local de tatuajes.

Llevo tres meses trabajando con ella y con Tyron.

—gracias—veo a la chica recién tatuada irse y Sandra vuelve a hablarme.

—creo que le gustaste—me dice, luego de ver que la chica me sonrió.

—espero que no—suelto un suspiro.

Tyron fue a comprar algo de comida y solo estamos Sandra y yo.

—¿Por qué no?

Luego de unos segundos en silencio, la miro.

—¿Crees que soy lindo, Sandra?

—no me pareces lindo a mí—ella me aclara—pero si eres lindo como en los cánones de belleza establecidos.

—¿Es por eso que las mujeres se me acercan? ¿Porque estoy dentro de los cánones de belleza?

Sandra suelta una risa, pero luego se pone seria.

—tal vez, ¿Por qué lo preguntas?

—porque las mujeres me ven como un pedazo de carne—digo—¿Lo notaste? Me ven como si fuera algo que pueden usar y descartar.

—las personas son así, Killian—ella me observa y se acerca. Ahora ya no retrocedo, aprendí a confiar en Sandra, poco a poco. Es mi amiga, Tyron tambié — tal vez les atrae que eres todo un misterio.

—¿Un misterio?

—bueno... Ty y yo yo no sabemos casi nada sobre ti—dice—y tienes un rostro inexpresivo, como una máscara—me señala la cara.

—yo...

—no te estoy juzgando—aclara.

—lo sé.

—pero eres un tanto difícil de descifrar.

—¡Traje el almuerzo!—Tyron entra al estudio, sobresaltándome— ¿Todo bien? Luces tenso—me mira.

—si, bien.

Sandra no dice nada y lo agradezco.

Durante el resto del día no dejo de pensar en la facilidad y rapidez que tuvieron ellos dos para meterme en su vida, sin siquiera conocerme.

Un día después de haberle dado a Tyron su dibujo, volví. Al siguiente día, también. Se hizo una rutina. Tyron comenzó a decir con más frecuencia que mis dibujos eran geniales y cada día más gente los elegía para tatuarse.

Tyron también comenzó con su transformación. Sandra le tatuó las piernas, primero. Yo vi todo el proceso, mientras él se quejaba por algunas zonas dolorosas.

Cuando son las seis de la tarde, Tyron dice que cerraremos por hoy. Por suerte la tienda está bastante concurrida y tienen trabajo.

Sandra termina de armar un porro, como casi todos los días desde que vengo aquí y como todos los días, me ofrece. Hasta hoy, nunca acepté.

—¿Quieres? Tal vez ya no debería preguntarte.

—si, si quiero—murmuro y ella me pasa la marihuana.

—ey, nunca te vi fumar—Tyron me sonríe—¿Sabes hacerlo?

Ni siquiera sé por qué quiero hacerlo, en primer lugar.

Él me explica que debo tragar el aire.

—quiero contarles—digo mirando el humo que sale de la marihuana encendida. Luego, se lo paso a Tyron.

Detrás de cámara | Fuera del set #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora