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Estoy en el supermercado cuando Isla me llama para decir que llegó un telegrama para mí. Me he negado a reconocerlo, pero sabía que llegaría el momento.

Veinte años.

Cuando llego, Isla está con su teléfono, casi como si no esperara que nada malo suceda, pero me conoce y, aunque estoy seguro de que ella no abrió el sobre, intuye algo.

—¿Todo bien? — me pregunta, cuando entro a la cocina luego de que comprara una pizza para cenar.

Cuando abro el sobre, veo mi nombre en el membrete y más abajo, el citatorio para la reapertura del juicio contra ellos.

¿Alguna vez han sentido que el aire les falta, que algo les aprieta el pecho al punto de creer que van a romperselo?

Pánico.

Así se llama, pánico.

Sé que Isla me dice algo, pero mi cerebro se desconecta de mi lado racional y solo soy capaz de salir del departamento, subir al elevador y escaparme del edificio, con los gritos de Sasha en mi cabeza.

Vuelvo al departamento casi a las tres de la mañana, luego de vagar perdido por la ciudad. El pánico me hace cometer estupideces y caminar completamente desvariado por la calle, es una de ellas. Cuando abro la puerta, Isla prácticamente me choca.

—¿Estás bien?

¿Mencioné que también compré algunas botellas de cerveza? El alcohol debería poder matar cualquier tipo de problema.

Levanto mis ojos y veo el rostro preocupado y cansado de Isla. ¿Acaso ella es un ángel que mandó el universo en compensación por toda la mierda? ¿Isla es un ángel? No, Isla es una isla. Mi isla.

—solo... creo que necesito dormir.

Sin embargo, ella me ayuda a llegar al baño y durante un tiempo, me quedo debajo del grifo, dejando que el agua me limpie — ¿Vas a ser un buen niño para mamá, Killian? — me froto la piel con fuerza, como si pudiera borrar las manos de mi madre luego de veinte años y cuando creo que estoy lo suficientemente limpio, salgo del baño.

Isla no está en la habitación y por cómo la he estado entendiendo en nuestros meses juntos, ella va a darme espacio. Creo que me agrada eso de Isla, que no me presiona y me da espacio, ahora que me entiende.

No mucho después, ella entra en la habitación y se acuesta a mi lado. Yo la abrazo, como un niño pequeñño, aunque fácilmente podría aplastarla por nuestra diferencia de tamaño. No sé si Isla es muy pequeña o yo soy muy grande. Dejo mi cabeza sobre su pecho y el sonido de su corazón me tranquiliza, hasta dormirme.

Dos días después de mi patética forma de enfrentar mi pasado, es el cumpleaños de Isla. Le prometí que la acompañaría a hacerse un tatuaje, y — como ella no conoce ningún lugar — iremos con Tyron y Sandra. Le escribí un mensaje, prácticamente rogándole que ellos no mencionaran absolutamente nada sobre el día del hospital porque, aunque Isla está muchísimo mejor después del aborto, no creo que sacar a relucir que ellos la conocieron cuando estaba en una cama, inconsciente sea lo mejor.

—¡Killian, tanto tiempo! — hace tres o cuatro semanas desde que vi a Tyron y Sandra— hace como... un año que no te vemos.

—hola, Ty— Isla está justo a mi lado, con su mano entrelazada a la mía y puedo jurar que está nerviosa porque su agarre se tensa un poco cuando Ty se acerca. Sé que a muchas personas les impresiona un poco ver el rostro tatuado de mi amigo, pero Isla está acostumbrada a mis tatuajes, así que ver a Tyron no debería ser algo de otro planeta— ella es Isla, mi novia.

Detrás de cámara | Fuera del set #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora