Extra (Tyron)

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Tyron

Llevo toda la mañana intentando recordar el nombre de la canción que está sonando dentro de mi cabeza, pero mis neuronas han decidido tomarse el día libre.

—Ty, ya traje la caja con las tintas, ¿Falta algo más? — Sandra, mi compañera de vida, está parada justo frente a mí con los brazos cruzados, las mejillas rojas y una sonrisa de satisfacción.

Oye, no todos los días abres un local de tatuajes en la ciudad, con tu pareja.

—nop, no falta nada— le digo.

—entonces, ¿Empezamos a desempacar?

Ella realmente está entusiasmada por esto.

—por supuesto que sí— yo también le hablo entusiasmado y saco la tijera de mi bolsillo trasero— ¿Quieres hacer los honores?

—pensé que jamás lo pedirías— ella me arrebata el elemento de forma apresurada y lo clava en la cinta que mantiene sellada una de las cajas— oh, por Dios, ¡Estoy tan emocionada! — ella vuelve a sonreír y yo no puedo evitar contagiarme de su entusiasmo.

Sandra es la mujer más divertida que conozco. A pesar de que hemos pasado momentos fuleros, ella siempre se mantuvo con una sonrisa y eso me hace admirarla bastante, en realidad.

Sandra y yo nos conocimos en la escuela secundaria. Ella lucía como la típica rubia tonta, estereotipada pero, cuando nos vimos forzados a hacer un trabajo de matemáticas juntos, conocí a la chica divertida detrás de eso. Creo que hemos ido y venido desde ese entonces y hace unos tres años, como que nos sentamos y dijimos:

—oye, tenemos que estar juntos.

—pues sí, estemos juntos.

No nos hemos separado desde entonces.

Mi madre la ama. En serio, creo que empezó a quererme más a mí en consecuencia de haber conocido a San. Sus padres, en cambio... Buenos, ellos sí son el estereotipo rubio tonto. Sin ofender a los rubios. Demonios, su padre me odió al conocerme.

En serio que tengo suerte de tenerla en mi vida y que ella haya puesto nuestra relación por encima de toda esa porquería, porque creo que estaría perdido sin tener a mi rubia.

—¿En qué piensas? — San presiona su dedo en mi mejilla y me observa.

—estaba pensando en lo mucho que me odian tus padres.

—oh, pero no pienses en eso— ella mantiene una sonrisa en su rostro, pero me siento como un imbécil por decirlo— ellos se pierden de tenerte en su familia.

La amo, señora.

—lo sé, lo sé... soy buen material para yerno— ella se ríe al escucharme— iré a acomodar las tintas en el estudio.

Hemos traído todo, finalmente. Durante tres días, fuimos y venimos, trayendo las cajas, las máquinas y todos los productos — piercings y esas cosas— y solo nos queda acomodar todo. El único lugar que está, por decir de algún modo, decente, es el estudio que está al fondo, donde vamos a tatuar. Llevo tatuando desde los diecisiete y es algo que siempre me gustó. San también aprendió, hace un tiempo, sin embargo, todavía no se anima a tatuar cosas muy complejas.

Mientras estoy acomodando las tintas, escucho que San habla con alguien y termino de dejar uno de los potes para salir.

—hola.

Es un chico que a penas debe estar entrando a la adultez. Tiene una camisa blanca, unos cuantos talles más grandes de lo que necesitaría y parece aliviado cuando me ve.

Detrás de cámara | Fuera del set #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora