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(Nueve años — y un poco más — después)

Estela me sonríe cuando me acerco a ella.

—¿Cómo estás, Killian?

—bien ¿Tú cómo estás?

Muchas cosas cambiaron. El galpón que Simón me prestaba, ahora es mío.

Diana es algo intermitente en mi vida. En algún momento, dejé de pedirle el divorcio, aunque no estamos juntos. Ella aparece cada tanto, pero la ignoro. No hemos follado desde aquella última vez antes del juicio, hace casi diez años.

—Peter está un poco... cabreado.

—¿Peter?

—Peter es mi ex productor, pero honestamente, dejé de trabajar con él porque..

—¿Se sobrepasó? — pregunto, intentando ser cauteloso— podemos demandarlo, si...

—¡No! Peter es un amor— ella me sonríe— en serio, Peter es un sol. Simplemente, él está orientando su página exclusivamente al sexo vainilla y... no es mi estilo— Estela se saca el cabello del rostro— por estoy grabando contigo.

—claro, entiendo. Este hombre, Peter, ¿Lo conozco?

—no lo creo, pero su productora está creciendo bastante, ya sabes.

—¿Cómo se llama?

—Fetish — dice, mientras ambos entramos en el enorme galpón, ahora equipado a mi gusto, con varias cámaras fijas— ¿Por qué?

—curiosidad.

No voy a decirle a Estela que estoy cada vez más aburrido de las chicas con las que trabajo. Necesito un rostro nuevo.

—¿Me quito la ropa?

—si, iré encendiendo las cámaras.

No hay tensión sexual entre nosotros. Es un simple trabajo. Esto se está tornando aburrido y tedioso.

El sexo no debería ser aburrido y tedioso.

La grabación es casi monótona. Ajusto las muñequeras en sus manos, le pregunto si todo está bien, la toco, ella se moja, la follo, ambos nos corremos, pero no hay nada más. Es una simple actuación.

No mucho después, Estela sale del baño que instalé para que las chicas pudieran ducharse y limpiarse.

—¿Te ayudo con eso? — ella me ve con el pendrive de las grabaciones.

—lo editaré y subiré esta noche— le digo— y te depositaré el dinero, también hoy.

—claro, genial— ella me sonríe— oye, me encantaría seguir hablando, pero mi novio me espera.

—mándale saludos.

—no seas, idiota, Killian— ella se ríe y yo también.

Ella sacude la mano desde la distancia. Mejor. No quiero que me toque.

Ninguna mujer me ha tocado desde Diana. Excepto Susan y Sandra. Aún así, no lo extraño. Estoy cómodo así, sin ser tocado.

Cuando termino de limpiar las máquinas, guardo el pendrive con las grabaciones en mi bolsillo y apago las luces del galpón, sin saber que será la última vez que lo vea, al menos por unos cuantos meses.

Me subo al coche, manejo hasta el edificio en el que vivo hace poco más de cuatro años y guardo el auto en la cochera. Sonrío al presionar el botón. 13, ese es mi piso. Mío y el de una vecina peculiar, que no deja de robarme café.

—... lo sé, pero tengo que hacer unos cuantos trabajos y no puedo dejar que te quedes— cuando el edificio se abre, escucho la voz de Sarah, mi vecina robacafé. La veo en la puerta de su departamento, con un tipo un poco más alto que ella. Cuando escucha el ascensor, me ve y sonríe— ¡Killian!

Detrás de cámara | Fuera del set #1.5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora