Sentimientos

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Llego a su casa con una buena sensación en el pecho, quizá hoy no había llevado a su ángel del trabajo a su casa, pero al menos paso un buen rato con el. Lo primero que hizo fue tomar su dispensador de agua y rociar a las plantas que tenía en la sala.

-¡Mas les vale estas perfectas! ¡No quiero que Aziraphale llegue y las vea marchitas!- Les grito.

Luego de eso se sirvió una copa de vino y puso a Queen a todo volumen, como siempre, recibiendo quejas de su vecina de al lado, que ignoro por supuesto. Luego minutos mas tarde, su otra vecina llamada Madame Tracy lo sorprendió con una bandeja de galletas que ella misma horneo, como adoraba a aquella señora. Pensaba en invitar a salir de nuevo a su ángel, aunque le fastidiaba el hecho de estar ligando con alguien que tenía novio.

En fin, que mas tarde iría a tentarlo, pero no con una copa de vino, la ultima vez resulto en un desastre, esta vez sería con una taza de café, aunque suponía que el pediría chocolate o algo por el estilo, quizá lo acompañaría con unas galletas de nuez, había visto que le gustaban mucho, además de las crepas, y seguro que le encantarían las de Madame Tracy.

Se asomo por su ventana para ver si este había llegado, comprobó que si al ver las luces encendidas, pero le extraño ver un auto plateado muy lujoso estacionado frente a su casa. Se le hacía familiar ese auto, no recordaba donde, pero sabía que ya lo había visto. Salio a su jardín, un poco extrañado, justo en eso, de la casa de Aziraphale, salio aquel hombre alto de cabello negro, aquel de nombre Gabriel, parecía asustado y algo paranoico, como si hubiera hecho algo y el mundo, por alguna razón, sabía de su pecado. Salió a paso apresurado por el jardín y luego su mirada se cruzo con la de Crowley, a lo que el la desvió inmediatamente y acelero el paso a su auto, conduciendo como loco una vez este encendió.

"¿Que mierda acaba de pasar?". Volvió su mirada a la puerta de Aziraphale "Oh, no"

Como si algo lo llamara, brinco los setos que separaban su casa de la de su ángel, afortunadamente el tipo había dejado la puerta abierta.

-¿Ángel? ¿Esta todo bien?- Pregunto desde el umbral.- ¿Puedo tentarte a una taza de....? ¡Por Satán!- Exclamo al verlo tirado en la sala, con una mano se cubría su cara, la manga de su antebrazo derecho estaba manchada de sangre, había vidrios rotos en la alfombra y parecía haber caído sobre la mesita de centro.

-¿Crow...ley?- Hablo débilmente.-¡Vete por favor!- Sollozó avergonzado.

No es que quisiera echar a Crowley, al contrario, su compañía siempre lo confortaba, pero esta vez no quería que lo viera así, débil, patético, deplorable, acababa de ser violentado por la persona que mas quería y que ahora aborrecía. No era una imagen que quisiera que todo el mundo viera, mucho menos el.

-¿Que estas diciendo? ¿Acaso ese infeliz te hizo esto?- Hablo lleno de coraje, mientras se hincaba para revisarlo. Azira no contesto, solo lloró mas. Crowley intento serenarse, sabía que si se exaltaba solo conseguiría asustar mas a su ángel.- ¿Tienes botiquín?- El rubio se sorprendió un poco, pero como pudo contesto.

-En.. el baño.-

Rápidamente el pelirrojo corrió a buscarlo, no quería desperdiciar ni un minuto. Al regresar ayudo a Aziraphale a levantarse para sentarlo en el sillón, por lo que lo obligo a quitarse la mano de la cara, contemplando un moretón en su mejilla y el labio ligeramente partido del lado izquierdo. Le hirvió la sangre de solo imaginar que alguien fuera capaz de herir al alguien tan bueno y puro como el. El rubio por su parte, desvió la mirada, incomodo de lucir una marca tan fea.

Vecinos InefablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora