Corazón Derretido

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Después de aquella conversación, las cosas habían mejorado un poco mas, Crowley se mentalizaba que tenía que decirle a su pareja lo que lo hacía estar tan de mal humor en estas fechas. De momento, se encontraban nuevamente en la pista de hielo, con Aziraphale como instructor improvisado, a pesar de que aún estaba el malestar en el pelirrojo, trataba de pasar el rato lo más ameno posible, pues después de haberse portado como un patán, el aún le había perdonado y le había invitado a seguir con las pequeñas lecciones de patinaje.

-¡Ya casi lo tienes!-

-Parezco un pavo ahogándose!- Dijo mientas agitaba las manos con desesperación, rogando por no caerse. Azira solo se rió levemente.

Era una suerte que la pista estuviera vacía, pues Crowley sentía que no haría tanto el ridículo o incomodaría a los demás patinadores competentes con sus torpezas. Pensó en una manera de compensar a su ángel, como ayudarle a preparar la cena navideña, no podía ser tan malo si estaba con el, al fin y al cabo, era tiempo de coleccionar buenos recuerdos de la navidad, se lo debía a su amado, así como a el mismo.

Estaba tan absorto en sus pensamientos, que no se dio cuenta de que se estaba deslizando sobre una capa de hielo mucho más delgada que el resto, por lo que, de sorpresa, de repente se le acabo el suelo, siendo sorprendido por agua helada.

-¡CROWLEY!- Escucho gritar a Aziraphale a lo lejos.

Intento nadar hacia la superficie y aunque era buen nadador, nada eso le servía después de un shock de agua helada, entumeciendo sus extremidades y dándole problemas para aguantar la respiración. Sintió que se hundía en las oscuras y heladas aguas, por mas que quería luchar. Hasta que sintió un fuerte tirón de su brazo que le hizo regresar a la superficie, inhalo una enorme bocanada de aire cuando sintió que ya no era agua lo que respiraba, pero aquello lastimo sus pulmones.

A pesar de estar desorientado, notaba como alguien intentaba sacarlo de aquel agujero helado, pero era muy difícil por lo resbaladizo, además de que sus extremidades no le respondían correctamente.

-¡CROWLEY, POR AMOR A DIOS, NO TE DUERMAS!- Escucho gritar, aunque se escuchaba muy lejos.

-¿A..zira...?- No pudo sentir nada mas cuando una niebla oscura cubrió su vista.


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No supo cuanto tiempo estuvo sumido en aquella oscuridad, lleno de soledad, pero de un momento a otro, se encontraba frente a un joven rubio, muy parecido a Aziraphale, salvo por algunas facciones y porque parecía estar vestido con una toga. Aquella figura se aproximaba a el y plantaba un casto beso en sus labios, no pudo describir el sentimiento, pero pudo jurar que estaba delirando.

-Querido.- La voz de su ángel lo trajo de regreso a la vida.- Gracias al cielo ya despertaste.-

Apenas podía verlo, veía bruma negra a su alrededor y su voz se escuchaba lejos, apenas pudo reconocer que se trataba de su cama, estaba cubierto de pies a cabeza con mantas y logró sentir apenas compresas calientes en su cuello.

-Yo..- Su voz era ronca.- ¿Que paso?-

-Shh, no intentes hablar. El hielo se rompió por donde pásate, entré en pánico cuando te desmayaste, creo que debí acudir al hospital. Tome tu bentley, espero no te enojes.-

-¿Enojarme? Acabas de salvarme la vida, enserio, tu eres un ángel.- El rubio se sonrojó por el comentario.

-Me diste un susto, creí que te perdía.- Tomo una taza de chocolate bien caliente del mueble que estaba al lado de la cama.- Bebe.-

Vecinos InefablesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora