Vecinos Inefables

Amistad

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Había pasado casi un mes desde que Aziraphale se había mudado, poco a poco en ese tiempo logro ir haciendo su casa más acogedora, ya no había olvidado de hacer la compra, tenía instalada la línea telefónica y había decorado la sala de manera que era perfecta para tomar un chocolate caliente frente a la chimenea. Pero algo más rondaba en la mente del albino que el equipamiento de su nueva casa. Aún no podía quitarse de la cabeza cuando accidentalmente se quedo a dormir en casa de su vecino Crowley. Al despertar quiso morir de la vergüenza, durmiendo como si nada y a pocos pasos de su propia casa, aunque este no le dio tanta importancia, alegando que estaba cansado después de todo y que se quedaran juntos en el sillón no iba a causar el fin del mundo.

El había sido bueno con el desde que llego al vecindario, incluso aveces solía llevarlo al trabajo, aunque aún no se acostumbrara a la velocidad mortal a la que maneja. Aquello le ocasionaba comentarios ocurrentes por parte de Michel. Recordó que una vez ella los vio llegar antes de que ella entrara al corporativo, le hizo un comentario de que aquel sujeto era bastante guapo y esos lentes le daban un aire misterioso, lo que le hizo sentir una especie de sensación extraña y una molestia hacia su amiga al escucharla decir eso.

-¡Aziraphale! Necesito que me traigas las copias de los documentos.- La voz de Sandalfon, un hombre calvo de cara gruñona lo saco se sus pensamientos.

-Enseguida.- Se apresuro, era una suerte que ya los tenía a la mano.

-No olvides pasar por mi almuerzo en el café de la esquina.- Le gruño antes de que se fuera.

-¡Y tampoco olvides el mío!- Le grito Uriel, otro empleado, desde su cubículo. Aziraphale solo suspiro. - Y por cierto, Gabriel quiere verte en su despacho ¿Ahora que hiciste?-

-Según yo, nada.-

-"Según tu."- Se burlo la morena, lo que hizo sentir muy mal al albino, se esforzaba cuanto podía y siempre desprestigiaban su trabajo.

Sin decir nada se dirigió al piso cuatro, donde se encontraba el despacho de su jefe y enamorado secreto. Toco antes de entrar, pero no obtuvo respuesta, le pareció extraño, ya que Gabriel siempre respondía con un "adelante" a menos que no estuviera. No sabía si entrar o esperarlo a fuera, cuando la puerta se abrió una mano lo jalo del brazo antes de que pudiera reaccionar.

-¿Me extrañaste?- Le dijo de manera seductora, haciendo que Azira se ruborizara.

-Si... bueno... bastante.- Tartamudeo, notaba como Gabriel se acercaba cada vez mas a el hasta plantarle un beso.-Gab..briel.... Metarón podría.....-

-El viejo salió un momento.....- Le dijo mientras intentaba capturar sus labios de nuevo, a su vez, comenzó a tocar la pierna de su contrario por arriba de la ropa.

-Gabe, ya lo hablamos, no me siento listo. Además ¿En la oficina? ¿Enserio?- Dijo Azira mientras retrocedía. Esto por supuesto que molesto a Gabriel.

-Supuse que te gustaría algo de pasión ya que últimamente no he podido pasar tiempo contigo. Vamos Aziraphale, tienes veintiocho años, no puedo creer que en todo ese lapso de tiempo no hayas blandido la espada ni siquiera por un momento de calentura adolescente.-

-Ya te he dicho porque no he hecho nada con nadie.-

-Y podrías hacerlo conmigo pero siempre te acobardas ¿Y así dices que me quieres?-No pudieron discutir mas, puesto que el teléfono de la oficina sonó, por lo que Gabriel tuvo que atender.-¿Diga? ¡Ah! Si claro... mi cita de las tres.... claro claro, dile que pase.- Colgó.- Aziraphale ¿No reorganizaste mis citas como te lo pedí?- Le gruño.