Atracción

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*Narra WonWoo después del accidente con el balón*

— ¿Entonces mi nariz está rota?. – Pregunté asustado.

— Solo fue un pequeño esguince. – La enfermera me veía con odio.

— ¿Me dará algo para que ya no me duela? – Era un poco insoportable respirar.

— Eres muy delicado niño, solo necesitas reposar con una bolsa de hielo en la zona afectada por intervalos de 20 minutos. – Abrió un pequeño refrigerador.

— Ya veo porque nadie viene con usted. – Dije con una mueca.

— Mejor vete antes de que me colmes la paciencia. – Me entrego una bolsa azul que parecía una roca.

Esa enfermera era un asco, cuando me vio lleno de sangre, solamente me arrojo una toalla para que me limpiara, pues estaba ensuciando su piso.

— Ese idiota, seguramente quería hacerse el gracioso, pero cuando lo vea otra vez haré que pague por lastimarme.

En cuanto salí de la enfermería de la universidad, caminé por la plaza y la gente me veía raro.

— Disculpe joven ¿Se siente bien?. – Una señorita se me acerco.

— Sí, me siento perfecto. – No entendía el por qué de su pregunta.

— Tiene un poco de... – Apuntó mi camisa.

— Oh... – Olvidé que había sangrado tanto que ensucie mi ropa.

— ¿Necesita ir a un hospital?.

— No se preocupe, es sangre que ya tiene rato, pero olvide cambiarme.

— ¿Es sangre de otra persona? – Su mirada estaba sobre mi.

— ¿Qué?.

— ¡Asesino!

— No, no.

— ¡Llamaré a la policía!.

— Espere, tengo que explicarle que...

— ¿Bueno? Necesito una patrulla urgente, estoy cerca de un asesino.

— ¡No puede hacer eso! ¡Basta!. – Traté de quitarle el teléfono pero un guardia se nos acercó.

— ¿Qué ocurre aquí?.

— ¡Este sujeto es un asesino! Su ropa tiene la sangre de la víctima y ahora quiere matarme.

— Puedo explicar esto, fue un accidente.

— Eso dicen todos, tendrá que acompañarme. – La gente al rededor solo susurraba.

— ¡Yo no maté a nadie! – El guardia me tomo por los hombros hasta que llegó la patrulla y me llevaron a la estación de policía.

— Un muchacho tan joven con un futuro por delante. – Todos los policías negaban con la cabeza.

— Señor, déjeme explicar la situación.

— Silencio, es mi hora de comida y necesito ir por mis hamburguesas.

— ¿Cuánto tiempo voy a estar aquí?.

— El necesario. – Se levantó de su asiento y me dejó sólo.

— ¡Idiota! No sé quién eres, no se porqué me hiciste esto, pero te juro que morirás. – Me recosté sobre mis brazos hasta que llegara el oficial.

— No tienes cara de asesino.

— Entonces ¿De qué tengo cara?.

— De abogado, amargado y triste.

I N E V I T A B L EDonde viven las historias. Descúbrelo ahora