Realidad

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(Donna)

¿Qué es la realidad? Supongo que con tatas teorías científicas muchos nos habremos alguna vez, hecho esta pregunta y yo incluida. Y a lo largo de los años, he llegado a una conclusión. La realidad, es única, variable, diferente, independiente, transitoria, una invención ajena a golpes de experiencias y achaques en el corazón. A medida que vamos creciendo vamos creando nuestra concepción de lo que es la realidad y distorsionándola, por eso tal vez lo que quede en nuestras vidas de realidad, solo sea aquella de los primeros minutos de llegados al mundo, aquella que ni recordamos. Ahora nuestra realidad cambia junto a las agujas de reloj, constantemente, y como cambia en mí, cambia en ti. Creo que la percepción de la realidad, es el principal causante tras la dificultad de las relaciones interpersonales. Por ejemplo, en la siguiente historia, como lector, tú tendrás tu opinión de la realidad planteada, mientras que sus protagonistas, tendrás cada uno la suya…
Digamos que el sujeto A conduce con unas copas de más, mientras un sujeto B le llama continuamente al teléfono desconcentrándole. Finalmente decide tomar la llamada y un sujeto B en lágrimas y con exaltación reclama sus acciones, lo cual parece incomprensible para el sujeto A que se deshace del teléfono abrumado y en el mismo instante que giró la cabeza para lanzar el móvil al asiento trasero, se llevó por delante a un sujeto C.
Ahora ante la pregunta “¿Quién de los tres es en realidad el culpable y quién tiene razón?”, a partir de tu experiencia contestarás una de las tres iniciales… y cualquiera que sea tu respuesta, será la equivocada. Mi respuesta es: los tres. ¿Por qué? Sencillamente porque solo yo, que cree la situación, conozco sus realidades, los actos y experiencias que dieron paso a sus comportamientos, aunque eso no impide que desde mi realidad, tenga solo una inicial como contestación. Sin mayor información que la expresada en el texto es imposible sentenciar, y este es el mayor problema que tenemos hoy en día. Juzgamos superficialmente, sin base, ni argumento, solo porque sí. A tal nivel que les aseguro tienen preconcebidos los géneros de cada sujeto… Si juego a las adivinanzas diría: Sujeto A – Hombre, Sujeto B – Mujer y Sujeto C – Hombre. Una vez más, estarían equivocados y sus experiencias, creadoras de su juicio, los guiaron a dichas concusiones. Una vez más digo, cada quien en su realidad, tiene su razón y su verdad y no existe un culpable mientras lo son todos. El A desde su punto de vista, no se equivocó al beber de más, el B, desde el suyo no hizo mal en llamar, ni el C, erró al cruzar. Este es el problema con las realidades y con comprender a los demás, si no rascamos la superficie, se hace imposible. Por eso no se puede juzgar a simple vista, podemos equivocarnos gravemente puesto que no conocemos lo que motivo la acción ni las experiencias o sentimientos, ni realidad, que enfrenta cada quien. Y lo demostraré en el cambio que tendrá tu respuesta después de que recibas la siguiente explicación de cada sujeto…
El sujeto A, llamada Jane, cumplía un mes de sobriedad luego de más de una década de lo contrario, y tras toda una semana de toneladas de trabajo que la dejaban caer en la cama como una roca en un río, estuvo a punto de caer en la tentación en varias ocasiones, para lo que el sujeto B, Mario, su padre, estuvo apoyándola y evitándolo. Ese día terminaban antes, era viernes y realizaban una fiesta en su oficina con motivo de un Santo del que no tenía ni idea y esta minutos antes de salir exhausta fue avisada por uno de sus compañeros que le insistió en su presencia, puesto que allí estaría un amigo que no veían hacía algunos años. Ella aceptó ir y se encontró con una gran cantidad de personas alcoholizadas y con bebidas en sus manos y al ofrecerle una, no vaciló en aceptar pensando que ya lo tenía bajo control. Una llevó a la siguiente y esa a otra hasta que pasaron tres horas en las que estuvo desconectada del mundo exterior y bebiendo un mínimo de cinco cervezas. Se sentía bien, un poco mareada tal vez, pero pasándola bien  sin excesos puesto que un mes anterior hubiese estado encima de la barra buscando la atención de todos y haciendo bromas pesadas a sus trabajadores. Recibió una llamada de su padre y orgullosa de tener todo controlado contestó, decidió irse q casa mientras aun era temprano y ser una chica responsable que a diferencia de la otra, se hubiera ido al amanecer sin consciencia y vomitando. Una hora después, ya iba de camino, pues se había entretenido con la última ronda despidiéndose de lo amigos que no querían que se marchara, y continuó recibiendo las llamadas de él dentro del auto lo cual la estaba distrayendo, así fue que a pocos minutos de casa contestó para tranquilizarlo y solo escuchó reproches exagerados y dramatizados de su padre en lágrimas para los cuales no tenía tiempo, ni fuerzas, ni interés en ese instante. Solo deseaba llegar de una vez a casa y dejarse caer en la cama orgullosa de haber cambiado. Así que giró su rostro para lanzar el teléfono al asiento trasero, cuando sintió el estremecer su auto por un golpe.
Mario, el sujeto B, vivía con su hija porque padecía agorafobia, lo cual le había incapacitado de continuar en su trabajo. Aquella semana había sido difícil para él al sentir que su hija perdía fuerzas ahora que comenzaba a mejorar. Estuvo al punto de no apoyarla más, y dejarla a la deriva porque en cada ocasión que él había intentado librarla de la tentación, ella se había vuelto contra él sin escuchar razones. Ese viernes, después de verla cansada toda la semana, pensó en animarla a continuar su lucha y a relajarse, así que reservó un Spa en la Sierra, para que se hospedaran ese fin de semana y así estuviera lejos de la tentación nocturna urbana de bares y restaurantes. Saldrían esa misma noche puesto que Jane terminaría su trabajo antes de tiempo. Al ver que el reloj marcaba las 8, las 9 y las 10 y su hija ni atendía al teléfono de su oficina ni su móvil personal, se preocupó y como en tantas ocasiones, comenzó el ritual de llamar a todas las estaciones de policías y hospitales de la ciudad, donde no había rastro suyo. Decidió intentarlo una vez más a su móvil mientras a duras penas intentaba salir de casa desesperado y ella atendió. Se escuchaba una música alta de fondo y ella balbuceaba las palabras fingiendo normalidad, pero el ya conocía esa voz: había bebido. Ella cortó asegurando ir a casa pero él no tenía ni idea de donde ella se encontraba y en aquel estado sabía los riesgos por experiencia, a los que estaba expuesta. Así que al ver el reloj avanzar sin que ella apareciera, comenzó una búsqueda por su cuenta en todos los lugares donde podría haber música en el camino de casa a su oficina mientras la seguía llamando cada vez más consternado. La chica volvió a contestar y parecía estar en un lugar más tranquilo y llegando a casa, cuando él estalló en lágrimas preguntándole por qué se estaba haciendo eso a ella misma y a él, sabiendo todos los riesgos que corrían, Él sabía que ella ya había vuelto a perder el control y que estaría sería la última vez y no dudó en decírselo al confesar “ya yo no tengo fuerzas para seguir aguantando estorbarte”. En ese momento sintió que ella dejó de prestar atención y colgó la llamada y él al ver las luces de un carro acercarse, tuvo más claro que avanzando hacia él, era la única forma de salvarla.

Ahora que los tres sujetos se hicieron dos, dos culpables, dos con razón, seguro tu respuesta cambiaría de volver a hacer la misma pregunta, ¿por qué si nada ha cambiado y la situación es la misma? Porque adentrándote a sus realidades, ahora, es que sus acciones tienen sentido. Porque la realidad, depende del observador, lo que antes parecía en la realidad como un accidente debido al alcohol y el despiste, ahora con mayor información y otro punto de vista, se ve claramente que ha sido inevitable y a consciencia. En la vida real, no podemos adentrarnos tanto en la realidad ajena, porque ellos no lo permiten o porque a nosotros no nos interesa o también porque ni nosotros mismos conocemos por entero nuestra realidad, el día que el ser humano entienda esto, dará un paso enorme en la comprensión del otro y cesarán sus intentos de cambiarlo y de señalar dedos…
La realidad, es algo muy delicado, bastan unos minutos de cruzar la línea que separa el mundo dentro de tu cabeza del exterior, para darte cuenta de que él, es la base de todo, de tu vida, y de la de los demás. Porque las realidades individuales, condicionan realidades colectivas inintencionadamente como eslabones de la cadena alimenticia. Que a mí alguien me haya mentido, transforma mi realidad, haciendo que desconfíe de la próxima persona que venga a decirme lo mismo, distorsionando así la verdad en la cual esta otra persona no tiene por qué estar mintiendo, a su vez, el que yo no le crea, causa un efecto en la otra persona de rechazo a la sinceridad pues parece inútil en un mundo distorsionado. Porque cada experiencia, cada persona, cada día, moldea nuestra burbuja de verdades haciéndola a prueba de balas para la vida real y obligándonos a juzgar a todos por el error de uno. Y se distorsiona tanto que ya no sabemos lo que es real o no pero seguimos convencidos que la verdad, es la nuestra, pero no es así. Si dejamos que las experiencias dañen erróneamente el modo en que vemos la realidad por no aprender correctamente de ellas, llegará el punto de nuestra vida, en que pensamos ya saberlo todo y ser a prueba de misiles, y ese, habrá sido el momento preciso en que perderemos contacto con ella… Y da miedo, la realidad da miedo, la interior, la exterior, todas… Perder contacto con ella es perder contacto con nosotros mismos, es como estar en un pozo deshabitado que cada vez parece más oscuro, es como la sensación que experimenta un borracho cuando va pasado de copas, su cuerpo sigue ahí, sigue ejecutando acciones, hablando, bailando, caminando, respirando, pero él, su consciencia, no está, no sabe lo que habla o lo que dice y al día siguiente, no lo recuerda. Entonces he llegado a la conclusión que realidad es un tema de consciencia personal, y al perderla, hemos perdido todo. Al menos el borracho sabe que no importan los tragos, que a la mañana siguiente, él volverá a aparecer, volverá todo a ser claro, volverá a sentir y tener su verdad, a pagar en su realidad aquellos hechos que su subconsciente cometió, pero nosotros, los que ya no sabemos ni dónde empieza la irrealidad, donde se separa la cordura de lo onírico, nosotros, sentimos ahogarnos en ese pozo convencidos de que nunca saldrá la luz, de que nunca se pasará la resaca, entonces, el mayor miedo, se vuelve tener ese miedo, se vuelve no tener seguridad, no saber si mañana o algún día estarás mejor, o si simplemente tu mente se irá perdiendo de a poco dentro de tu cuerpo sin que puedas hacer nada por detenerlo.
La realidad se me escapa de las manos a ratos, y a otros donde soy completamente clara me burlo de mi inconsciencia y de las cosas que puedo llegar a ver, a pensar, a sentir. En esos momentos me calmo y parezco estar en control, pero hay otros  en que el miedo me controla a mí, en que mi cuerpo responde a un peligro que hasta yo desconozco y comienzo a buscar razones a estar asustada, y eso lo hace peor, porque empieza el miedo real el creado a danzar juntos provocando un pánico indescriptible adueñarse de mí y de cada movimiento. Y me quedo sin respirar, estática, con lágrima chorreando por mis mejillas y me duele el pecho como si fuera a estallar y mi cabeza da vueltas mientras se esparce una ola de calor por cada poro de mi piel, y ahí siento estar en lo último del pozo, y ya nunca más saber ni lo que es la luz y trato de verla o recordarla, y ver las cosas como son, con la tranquilidad que las vería si mi cuerpo no me estuviera controlando a mí, pero no puedo, no existe, en esos momentos la verdad no existe, solo existe lo que siento y me pregunto si algún día volveré a sentir normal sin magnificar nada, sin que me duela ella más d lo que debe, sin que me afecte más de lo que hiere, sin que la ame más de lo mortal. Y me creo incapaz, y lo odio, porque quiero ser fuerte, porque quiero tener dependencia y poder responder por mí, poder responder hasta por ella, y me agobia sentir que nunca podré y que a partir de ahora mi vida es oscura y basada en sobrevivir a esta mierda de trastorno que no me deja ni escribir estas letras por los temblores. No quiero ser la princesa rescatada de ningún cuento porque yo he aprendido a luchar sola contra los dragones. A mí no me den el castillo ni el hada madrina ni un guerrero encantado, yo puedo con todo sola, ¿por qué después de aprender me obligan a dejarlo de lado? ¿Acaso esos años de entrenamiento no sirvieron para nada? ¿Fue malgastar mi vida preparándome para enfrentar algo que al final no tengo que enfrentar?

En realidad: no te necesito; en la mía: no puedo vivir sin ti.

Todas Las Mujeres De Donna II | En Proceso | Temática LésbicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora