Divagaciones

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(Donna)

¿Por qué? ¿Por qué siempre yo? ¿Por qué tengo que ser yo siempre la que se conforma, la que lo aguanta todo, la que aprende a lidiar con basuras? ¿Acaso el problema soy yo? Perfecta no soy, eso lo tengo claro, pero ¿por qué yo puedo aceptarlo todo si a mí nadie me acepta nada? ¿Por qué aprender a lidiar con el problema en vez de salir de él de una vez? ¿Por qué lo que en un inicio parecía un respiro y lo opuesto a todo lo que has conocido termina transformado en lo mismo? ¿Soy yo? ¿Soy yo convirtiendo en tragedia  y horror a todo a mi paso? ¿Yo soy el problema? Sobre todo, ¿por qué yo tengo dudas y me preocupo y aquellas que siento me dañan no se miran por dentro ni dos segundos y se creen perfectas? ¿Por qué la gente no se esfuerza por ser mejor aun sabiendo todos los errores que comete y cuánto dañan a quien aman? ¿Será porque no nos aman o porque no podemos cambiar? ¿Será nuestra condena en cada historia repetir el mismo ciclo? Pensar que es diferente, que esta vez al fin tendrás algo lindo y con el paso del tiempo convertirlo en lo mismo que todo. No sé, yo ya estoy en un punto que tengo tanto que llorar que sale una sola lágrima, que me guardo tanto en el pecho que duele y ni sé respirar, que tecleando mis penas me tiemblan los dedos y veo su cara en cada letra solo diciendo que no le importa. Y son estos momentos en que quiero morir, desaparecer, ser otra persona, no pensar, que no duela, no amarla, poder irme, que no me interesa más a mí tampoco. Pero no puedo, y me mata porque me siento incapaz, inestable, dependiente y lo odio, pero también odio no sentirlo, porque me hace inmune al amor también. Y no sé, de repente no sé si mi realidad está distorsionada y el error es mío por exagerar, por magnificar cada emoción y cada problema pero atravesando una crisis en la que todo se magnifica, ¿cómo ver un problema pequeño? No puedo, es imposible, y lo que me sigue atando a la razón, a la verdad y la realidad, es que sé que de repetir a alguien en voz alta la situación, sus palabras, lo ocurrido, ellos no me llamarán loca. Perdóname, sé que fu mi error, que mi error por dejarme escucharte decir que tenías un problema y creerme que de verdad te importaba solucionarlo. Perdón, me equivoqué yo creyendo esas lágrimas que decían que le preocupaba perderme, porque las soltó la misma voz que hoy me dice que no quiere ni le interesa “discutir”. Claro, es que todos tenemos el valor para cometer las hazañas pero pocos para enfrentar sus consecuencias. ¿Y por qué siempre soy yo la que tiene que perdonar y aguantar todo y yo no puedo hacer lo mínimo? ¿Y para qué ser mejor si no lo ves y tampoco lo haces? Sería tan fácil si la gente aprendiera a no hacer lo que no les gusta que le hagan, a no decir las palabras que a ellos les dolerían, a no tomar actitudes que ellos no aguantarían. Y claro, después son los mismos que te dicen ¿por qué soportaste eso? Seguido de que ellos nunca lo harían. Y eso ya lo sabemos, porque sabemos que ellos aun sabiéndose imperfectos se conforman, y nos hacen conformarnos con eso, no ven que mientras se preguntan por qué soportaste algo, ellos te hacen soportar algo más. A lo mejor no es su culpa, quizás solo no pueden verlo. Lo que sí es seguro, es lo que su actitud nos hace cada día a nosotros. Cada día que aguantamos, que no los des dimos la espalda, los hizo más grandes, y a nosotros más pequeños. Y así pasan los días y jamás dejan de crecer hasta venirnos demasiado grandes, tanto que olvidamos quienes somos, y lo que valemos, tanto que no recordamos más a aquella persona fuerte y segura que les presentamos en un inicio, tanto que la sombra de su estatura ahora nos cubre y  no queremos salir de ahí, nos sentimos indefensos con una pierna fuera de esa oscuridad, la luz que antes nos llenaba hoy creemos que nos hace daño. Pero tal vez no es un problema de ellos, tal vez es problema de nosotros por olvidar quienes somos, por amor permitir lo que no le permitiríamos a otra persona. ¿Y hay manera de arreglar esto o ya lo tenemos todo perdido? De mi experiencia: ya lo tenemos perdido, porque ahora no sabemos cómo crecer e intentaremos hacerlos pequeños, y puede que lo consigamos, pero si para eso tuvimos que ponernos de su tamaño a base de lo mismo, no habremos conseguido nada, no seremos mejores ni siquiera iguales, simplemente a consciencia devolvimos lo mismo que ellos nos dieron tal vez sin darse cuenta. Puede que sea todo nuestra culpa por bajar la guardia, por tener menos personalidad, por dejarnos pertenecerle a alguien más que a nosotros mismos, por dejar que nuestra felicidad dependiera del otro, por pensar más en ellos que en nosotros y exigir lo mismo de ellos, y olvidar que en amor tampoco somos iguales…
Y lo supimos desde el primer día, desde que ese beso te movió de más o aquella palabra no salió de tu mente, o una discusión te mantuvo despierta mientras ella dormía y después cuando se enojó ella tú no conseguías ni respirar. Cuando sus lágrimas laceran y las tuyas parecen inexistentes. Cuando le empiezas a necesitar y ella no sabe cómo hacértelo más fácil. Cuando te mentiste diciendo que nada ha sido forzado pero tú siempre estuviste diez pasos más adelante, y no, puede que nunca lleguen a caminar a la par aunque lleguen a los mismos sitios. Y duele aceptarlo, y por masoquistas seguimos oyendo nuestro corazón, sintiendo todo tan… orgánico y natural en nosotros mientras a ellos les cuesta, por eso siempre nos duele y ellos no saben por qué, porque no han llegado allí, no han llegado todavía a sentirlo. Y eso es así. Porque recuerdo mil momentos o discusiones que hemos pasado, porque algo que ella hacía a mí me afectaba y ella no entendía por qué, pues de estar en mi caso no le pasaría, ¿qué ocurrió? Un tiempo después, en la misma situación, exigía lo mismo que yo en la discusión aquella, ya lo entendía, pero ya era tarde, y da miedo pensar que siempre sea así. Y me da pánico aceptar, que no siempre somos la persona correcta de tu persona perfecta. Y la amo, y puede que haya alguien allá afuera, con quien ella conecte desde el primer instante y caminen de la mano cada paso en sincronía, y quisiera que lo sintiera para que al menos me comprendiera un día aunque ya no sea mía, pero a la vez esta manía humana de no ser coherente sino emocional, me lo impide. Y sé que no le hago daño, incapaz sería, ella dice que le hago bien, que le traigo calma a su vida y a mí me duele no ser su tormenta, esa que le da mil vueltas a tu vida y tu cabeza y a la que te sigues atando aunque tengan miles de batallas tu consciencia y subconsciente, aunque la razón sepa que no es lo mejor y tu corazón te grita que es lo que necesitas. Porque sí, es muy fácil elegir la calma, es lo común, ninguno corremos desde el primer instante hacia el peligro, por eso se valora mucho más a quien acelera, aun sabiendo la dirección de sus pasos. Yo soy su agua mansa, y ella mi tormenta perfecta. En dos pasos puede salir de mí, porque ningún viento la ata a quedarse, en cambio ¿conocen a alguien que haya salido de un huracán?
Aun así no me veo víctima, le vi los ojos al peligro y le grité “me quedo”, así que ese papel no me va. Siempre he sabido que daría la vida por ella, sin pensarlo, y es mucho más que una frase hecha, es lo que me gritó mi pecho el día que imaginó un mundo sin su existencia. Yo siempre creí en esos amores de más allá de la muerte, por algún motivo llegó el día silencioso en que mi alma me susurró “este es el tuyo”, y desde entonces, sigo creyendo, aun sin la seguridad de su existencia, aun si tener claro ni qué es la muerte en sí, aun sin saber qué me depara, aun así, si ella se va, yo no lo pienso para seguirla. Así es, así es que comencé a valorar seriamente mi cordura, pues solo dos veces en mi vida tal locura ha cruzado mi mente, y la primera luego de unos años la comencé a ver como la mayor tontería que podría haber hecho, tal vez dentro de unos años pueda verla así a esta, no sé… La verdad, siempre he tenido muy claro, que ella era una de estas almas que luego de tocar la tuya, nunca terminan de irse. Una de estas que dividen eras, una de estas que no vuelve a pasar, una de estas que te destrozan la vida si cruzan la puerta. Y yo me siento una idiota, una inútil porque lo acepté y la dejé quedarse cada día aun sabiendo que para ser su alma, la que le dividiera la vida y le causara estragos, llegaba demasiado tarde… Me consuelo con eso de que los corazones que se pertenecen se cruzan en millones de ocasiones y en muchas, no podrán vivirse, si esta no es nuestra ocasión, tal vez lo sea en la próxima vida, espero encontrarte la alguna vez a tiempo… Siento llegar tarde para ser la mujer de tu vida, siento que tú hayas llegado en el momento perfecto para ser la mía.
Y es que he vivido como fiel defensora del amor, viendo corazones ateos dejarlo de lado, viendo a feligreses decepcionados huirle y caminé tomando a todos de la mano guiándolos hasta aquí, desde mi inconsciencia, desde la fiel creencia de saber de lo que hablaba, pero era mucho más grande aquello que lo que pueda caber en sueños y en millones de libros. Tal así que el día que lo conocí, no supe digerirlo, ella lo debe recordar. Me tenía la mente vacía, con demasiada información que procesar, me sobre pasaba, era una sensación más grande que yo, eran unas aguas tempestuosas moviendo mi vida de una manera que las calmaba, era algo que llevo meses tratando de explicar aun sin comprender, y ahora me veo como una pequeña infante acercándose feliz al fuego, extendiendo sus manos a él con los ojos llenos de curiosidad y la sonrisa hecha de desconocimiento. Antes me dolía ver a quien huía de él y prefería el frío, hoy me duele haber acelerado. Hoy les entiendo, antes…, yo no sabía ni de lo que hablaba. Y tienen razón, si yo hubiese pasado sincera y completamente alguna vez por esto, viviría dentro de un iglú de por vida (si a una vida sin amor se le puede llamar así). Algo claro que tuve desde no sé ni qué momento fue que ella el día que se fuera, me condenaría a ser otro corazón oxidado, otro de los que intenté arreglar, otro peor que todos juntos. Porque ya conozco de reparaciones y de lo poco que le importas a quien lo intenta, solo le importa extender su estúpido mensaje de “no se puede vivir sin amor”. Ella parece nunca entenderme, por eso siempre me llama exagerada, no me cree, piensa que miento, siente que soy otra de esas idiotas que vinieron solo a llenarla de palabrerías y “cambiaron de opinión” al día siguiente. Joder, ¿por qué las personas tienen la mala manía de creer a quien no está seguro de nada y no hacerle caso a las que parecemos locas por estar muy convenidas de todo? ¿Por qué prefieren alimentarse a mentiras y ponerse a dieta de nuestras verdades? ¿Por qué carajos pagamos los que venimos detrás las idioteces de los otros? Eso, eso es lo que me pesa, la gente que deja de creer, la que cree que todos somos iguales, la que solo sueña con la persona correcta pero se tapa los ojos si la tiene delante y la viste como otra de paso, tal vez ustedes solo sueñan con nosotros porque es lo único que saben hacer después de vivir con la piel quemada. ¿Entonces cual es la solución si ya no sé ni cuál es el problema?
Ojalá pudieras entrar en mí unos minutos para que vieras todo de la manera en que lo siento yo, no quiero llegar a que encuentres otra que te lo haga comprender, ni a que asientas cuando te pregunte viéndote “¿me entiendes ahora?”. Y es que desde que llegaste tú, no existe pasado, presente, no hay futuro, eres tú y punto. Olvidé todo lo anterior en la sencillez de tu sonrisa, todo el presente lo había borrado ese primer beso y aquella noche te escribiste en mi futuro. Dejé de pensar eso de que “todavía puede que encuentre algo mejor”, porque no me cabe en la cabeza que exista una combinación más perfecta que la nuestra. Y sí, viví cosiendo corazones ajenos sin que nadie mirara los agujeros del mío, por esa misma razón ni yo los miraba, y sabes que fuiste otro de estos que necesitaban ser enmendados, con la diferencia que nunca has sido otra de esas… Era el definitivo, arreglar tu corazón me obligaba a voltear a ver el mío y nunca supe avecinarlo, arreglar el tuyo me costaría el mío, arreglar el tuyo fue mi meta y lo olvidé en el camino… Creía que mi desinterés de arreglar corazones eternamente se debía a la seguridad de reinar en el tuyo, de que cuando se llega al indicado todo lo demás pierde la importancia, pero ya no estoy tan segura, ya no sé si esa corona me pertenece, o si alguna vez me perteneció. Solo sé que no quiero arreglar ningún alma más, quién necesite volver a soñar que busque su propio camino, yo renuncio. Pero, ¿sabes qué? Aunque hubiese sabido desde el día uno que para enmendar tu corazón necesitarías jirones del mío, igual, igual te los habría dado… Y puede que así te entienda un poco, tú lo has entregado de ojos abiertos, yo por ti lo habría hecho, en cambio lo hice de ojos cerrados…, tú conmigo solo lo has hecho con la certeza de nunca tener que abrirlos, porque yo nunca te pondría en peligro…, y esa es la diferencia, que cualquiera elige donde estar a salvo y pocos nos atrevemos a la adversidad de caer sin redes al vacío… Y nosotros, los que no pedimos la red, somos quien de verdad la necesitamos, aquellos que la tienen, ni si quiera les hace falta, porque esa caída ni la van a sentir, no será ni caer, porque siempre has sabido que aunque yo te lanzara del acantilado, te levantarías, te quitarías el polvo de los hombros y con los ojos secos, seguirías andando, tal vez para encontrar una caída en la que no quieras tú esa red… ¿Por qué no podemos amarnos igual de incondicionales? ¿Por qué tú tuviste que quemarte antes de que yo te dijera “acurrúcate conmigo cerca de la hoguera"? ¿Será que ese amor nunca llegará y que solo viviremos para entrar en la vida de los otros con un objetivo que desconocemos? Siendo así, mi objetivo fue que olvidaras que te ardían las quemaduras para que pudieras volver a lanzarte a otras llamas, el tuyo, hacerme entender que el fuego sí quema. Sería algo así como la pescadilla que se muerde la cola, como un ciclo interminable, porque después de nosotras, en las próximas historias, tú desempeñarías mi papel, y me entenderías, yo jugaría al tuyo, y te entendería, pero aún así, aun así, seguiría eligiendo el mío… Creo que al final prefiero que me duela la herida, eso solo significa que un día, hubo alguien que amé tanto que lo hice capaz de doler… Tú siempre elegirás no sentir para que no duela, prefieres tener tú el control, nunca cederás el poder de llegar a ti, al menos no nunca más, desde luego no a mí… Yo te lo daría en mil realidades más… El día que tú pierdas ese poder, me habrás perdido a mí, mientras te ame, seguirás doliendo, y como no elegí amarte, tampoco elegiré hasta qué día.
¿Sabes? Lo feo de tener tan claro que el día que encuentres tu camino yo tendré que buscar el mío es, que desde ya me obligo a planificarlo, desde ya me doy terapia para que no duela, desde ya me preparo para que ese día sea más fácil, desde ahora trato de no depender de tu presencia y tal vez eso sea lo que nos tuerza los pasos. Porque sin dudas, caminamos diferente por donde creemos seguiremos andando, que por donde sentimos no pisaremos por mucho más. Y esto siempre lo he sabido, por eso percibo que no andamos este camino de la misma manera, no sé si imitar tus pasos es la respuesta o si lograré hacerlo por más que u metros, pero haré el intento… Ya que tú a mí no me comprendes, a ver si de este modo empiezo a entenderte yo.

Todas Las Mujeres De Donna II | En Proceso | Temática LésbicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora