CAPITULO 12

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Cuando llegamos a el barrio en el que vivía estaba nerviosa. Habíamos estado una hora en el autobús y no había hecho más que pensar que iba a vivir en un piso con Alan. 

-Bueno-Dijo Mario.-Aquí estamos.

Mire hacía las dos casas familiares que tenía en frente. Eran peculiarmente bonitas, y de las más recientes en mi barrio.

-¿No íbamos a vivir en un piso?-Pregunté estrañada.

-Por lo visto no.

Mario miró otra vez un papel en el que tenía las direcciones apuntadas y volvió a mirar hacía las casas.

-Son estas. La mía es el numero 20. Y la tuya es el numero 22. 

Asentí con la cabeza negándome por dentro a separarme de Mario. 

-¿Nos vemos luego no?-Le pregunté. 

Mario notó mi desesperanza y me sonrió tiernamente.

-En cuanto meta toda la ropa en mi armario y esté todo listo para mañana voy a buscarte.

Después de eso nos despedimos y cada uno nos encaminamos a diferentes casas. 

Miré la puerta de entrada. Era blanca y muy bonita. Sencilla y clásica. La casa era de dos pisos por lo visto. En el de abajo, como en la mayoría de ellos, estaría la cocina y el salón. Y en el de arriba, los dormitorios, un baño y un estudio.

Toqué la puerta tres veces seguidas.

-¡Pasa!-Dijo Alan.

Entré arrastrando mi maleta y pasando por un pasillo bastante vació, sin cuadros y sin decoración, llegue al salón. 

El salón era grande, pero estaba poco decorado. Había un cuadro que estaba segura que venia con la casa ya que era muy soso y aburrido y algunos muebles. Luego había una televisión.

-¡¿A esto le llamas preparar la casa?! ¡Seguro que esta tal y como la encontraste!-Le grité a Alan. Que por cierto, no sabía donde estaba.

Escuché pasos bajando por las escaleras y después apareció Alan. ¡Dios que guapo era!

-Las cosas llegarán mañana. Solo me a dado tiempo a encargarlas.-Dijo el lentamente mientras me repasaba con la mirada.

Alan desvió la vista a una esquina del salón y después me miró a mi.

-Eso estaba aquí cuando yo llegué.-Mire hacia donde el señalaba y vi mi guitarra negra.

Me acerqué corriendo y la cogí. Un papel cayó al suelo. Lo cogí y leí.

Para que te acuerdes de mi (y de Sam)-Melisa.

-¡Mi guitarra!-Chillé.

Me senté en el suelo de la forma en la que lo hacen los indios y me puse la guitarra encima para poder tocarla. Pasé el dedo pulgar por las cuerdas y escuché su mágico sonido. Luego fue cuando me di cuenta de que no estaba sola, así que levanté la mirada para ver a Alan.

El parecía sorprendido. 

-¿Tocas la guitarra?-Preguntó cuando notó que le miraba.

Asentí con la cabeza.

-¿No lo viste cuando viste en mi pasado?-Le pregunté.

El lo pensó mientras se rascaba la barbilla.

-Si. Pero no le presté mucha atención.-Dijo el con sinceridad.

-No, claro que no. ¿En ese momento solo le prestabas atención a si era una traidora cierto?-Dije calmadamente y sin cambiar mi expresión facial.

ANGEL=PROBLEMSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora