CAPITULO 22

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Me encontraba en un lugar blanco y dorado. Era precioso. Pero esta vez, sabía que no estaba soñando. Esta vez había muerto realmente. Estaba en el lugar que había soñado. Y en el trono, estaba el todopoderoso. No me sorprendí mucho al verlo ahí, en estos momentos lo único que sentía era tristeza. 

-Hola Dios.-Dije decaídamente. 

-Estela.-Dijo el a modo de saludo. 

-¿Qué hago aquí?-Le pregunté yo.

Dios se levantó de su trono y vino hacía mí.

-Estas muerta.-Dijo él.

Como si eso no lo supiera.

-Me refiero que hago en tu trono. ¿No tendría que estar, no se, con los demás muertos o algo? 

Dios asintió.

-Si, tendrías. Pero quiero hablar contigo. Y quiero que veas que es lo que está pasando exactamente en la tierra en estos momentos. 

Las nubes que había al lado del trono empezaron a moverse y a girar hasta que pude ver y oír una imagen clara. Maia y Mario se abrazaban mientras los dos lloraban. A un lado, Melisa lloraba mientras abrazaba a Sam y a su hija, Izeya. Alex con lágrimas en los ojos, estaba sentado en un banco de la plazuela. 

-Ha vuelto a pasar.-Susurraba.-Tal como pasó con Catherine. 

El cuerpo de Ariadna se encontraba tirado en un lado de la plaza. Y en mi cuerpo ensangrentado y sin vida se encontraba Alan. Llorando como un crío pequeño.

-Te odio.-Decía mientras se quitaba las lágrimas con el antebrazo.-¿Lo sabes verdad?

Estaba hablando solo. O conmigo si hubiera estado ahí.

-Tendrías que habérmelo dicho. Y en cambio caminaste hacía tu muerte tu sola. ¡Cabezona! ¡Te odio! 

Empezó a llorar otra vez fuertemente y luego me abrazo. 

-Hiciste que me enamorara de ti. ¿Para qué? ¡Para dejarme con el corazón hecho pedazos! ¡Para traicionarme! ¡Te odio! 

Se volvió a quitar las lágrimas con el antebrazo. Por Dios, estaba guapísimo. Aun con una bolsa de basura en ved de ropa abría quitado el aliento a cualquiera. 

-¿Y sabes cuál es la razón más grande para que te odie?-Dijo el mientras se acercaba mucho a mi cara y me rozaba la mejilla con el dedo.-Que no lo hago realmente, porque aunque te fuiste traicionándome, nunca voy a poder dejar de amarte como lo hago en este momento. Porque al morir, te has llevado mi corazón contigo. 

Alan me cogió en brazos y se levantó. Las nubes volvieron a moverse y volví a concentrarme en Dios. A estas alturas me caían chorretones de lágrimas por la cara. 

-¿Que historia más triste no?-Le dije a Dios.-Estilo Romeo y Julieta.

Dios sonrió. 

-A ti nunca te ha gustado Romeo y Julieta.-Escuche una voz detrás de mi.

-Es cierto, decías que eran una panda de idiotas y que tendrían que haber esperado y no beberse el veneno.-Dijo otra voz detrás de mi.

Me di la vuelta sorprendida y casi se me cae la mandíbula al suelo al ver a mis padres. 

-¿Papa? ¿Mama?-Pregunté, demasiado sorprendida para moverme.

-Hola cariño.-Dijo mi madre.

Corrí hacía ellos y les di un abrazo mientras más lágrimas brotaban de mis ojos. 

-Os echaba de menos.-Dije yo mirándolos a los dos. Estaban tal y como los recordaba. 

-Y nosotros a ti.-Dijo mi padre.

ANGEL=PROBLEMSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora