12. El imperio del pato mandarín

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1. Estancado en un estanque

Incluso el gato más refinado y pacífico puede transtornar sus instintos a los de una feroz pantera. Como en todo mamífero, hay una gran diferencia entre un gato que obedece sus instintos y uno que ha sido castrado. La serie de pensamientos que cruzan por su mente pueden ser los polos opuestos de la escala del blanco al negro. Las orejas hacia atrás, bigotes tiesos, ojos en línea-al igual que las rayas del tigre-, todo ello señal de amenaza.

-"Debí castrarlo en cuanto tuve la oportunidad"-reflexionó Bosco. Persiguiendo con la mirada a Incín y Mondlicht que estaban jugando frente al chisporroteo de la chimena.

Enrique Oropeza estaba en la cocina, abriendo la caja de galletas que le prometió a Bosco hace unos segundos, y su esposa, Isabella, tocaba el claro de luna en el piano de cola. Controlaba cada mano como si fueran bailarines, cuya pista de baile eran las teclas blancas y negras. Belén adoptó una posición ética en una silla de inicios del siglo pasado, valorando la interpretación de la pianista. La combustión era fatua e indecisa, conforme pasaban los segundos la leña tronaba como sonido secundario en la habitación.

Por el ventanal-semejante a la silueta de una casita-, llovía a cántaros. Bosco veía la veleta situada en el patio, desde su sitio, esta giraba indecisa en toda dirección que le fuera posible. La fuente desbordaba cascaditas por cada uno de sus costados, creando pequeños canales que se distribuían por todo el jardín. La gata contendía a Incín por el dominio de una pelota de estambre, ejecutando la labor de arriba-abajo, usando como campo de batalla la misma sala. Bosco les miraba alarmado, preocupado de que la gata pudiera atacar a Incín. Ella se revolcaba sobre él, con su patita aplastando su cara e Incín permitiéndole-¡Eso era bullying!

Aquellas manchas dando vueltas por la alfombra bosquejaban esporádicamente el Jing y el Jang. Con la colita de Incín, gris arenosa, y la cabeza de Mondlicht (la gata), reluciente y aperlada. En cuanto Isabella Oropeza terminó la pieza, la pequeña riña de los felinos se detuvo, pareciendo ser que la música estimulaba la contienda. La mujer era una artista que pintaba para las exposiciones de los festivales en México, sin embargo, Bosco nunca había visto ninguna de sus pinturas. Isabella se recostó en un camastro cercano a la fogata, recibiendo aplausos de Belén. Dirigió unas palabras a Bosco:

-Tienes un gato adorable, Bosquecito-recitó, arrugando de más las arrugas.-Tienes que contarnos dónde conseguiste aquel listón rojo que lleva en el cuello-retrató al gato. El listón que la Dama Fina usó en vida había sido heredado a Incín, a voluntad de Sarabi.

-Fue un presente, a decir verdad-le contó. Belén soltó una risita.

-Comprendo, jamás sabremos de dónde obtiene la gente las cosas maravillosas-regodeó al chico gato.-Mondlicht, acércate, terroncito.-La gata se le acercó al camastro, ella la recogió y caminó hacia Bosco:-"Mucho, gusto, Bosquecillo.-imitó a la gata-"Lo sé, lo sé. Soy una gata maleducada, dejandolo de lado: Un placer, mi nombre es Mondlicht.

Isabella sacudió su pata para que Bosco la estrechara, el rostro de Mondlicht parecía derretirse en brazos de la pintora. Bosco levanto la mano y sacudió la de la gatita persa. Incín se acercó al regazo de Bosco, con su carita de mazapán curioseando la de Bosco:

-Un placer...-dijo y tomó a Incín para imitarla:-Tengo el título Caballero Cara de Mazapán, no obstante, usted podrá llamarme por mi nombre oficial: Incín.

Isabella colocó a Mondlicht en el suelo y estrechó la patita de Bosco. Colocó la palma boca-arriba e Incín presentó su garrita sobre ella. Bosco sabía que conocían a Incín, probablemente habrían adquirido cuerto aprecio por él, pero no conocían su verdadero nombre; debieron apodarlo de algún modo. Enrique Oropeza llegó a la sala con una charola metálica; en ella llevaba cuatro vasos de cristal, galletas para gato, tiras de jamón serrano y cubitos de queso; además de una jarra con jugo de arándano. Los colocó en la mesilla de la sala y besó a su esposa:

Las últimas ocurrencias de un gato persaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora