17. Lechuza mediocre

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1. Nido de gusanos

Lluvia, ¿amiga o enemiga?

  Eso depende.

  ¿Llevo un paraguas? ¿Estoy usando pantalones cortos? ¿Mis calcetas están húmedas? Terrorífico. Son mentiras, vulgares mentiras, por las que me preocupo mucho. Detesto que mi librero no tenga los libros en orden simétrico y en escala de tamaños. Acomodo mis boligrafos paralelos y por colores para poder prestar atención a la clase.

  Eso no depende.

  Necesito que sea así.

  ¿La lluvia es mi amiga?

  Consideraba caminar descalzo por la acera una vez mis zapatos hacían como patos.

  ¿Entonces es mi enemiga?

  Si a un gato le enseñas desde pequeño a no temerle al agua, así será... Deja que tu bebé se atragante con la moneda que metió a su boca y le habrás hecho un favor a la humanidad... Pasea a la intemperie, debajo de una cobija de nubes amargas y serás un depredador.

  Ocúltate de las sombras y morirás al tocarlas.

  Planea una realidad perfecta; obten un nido de gusanos. O eres una lechuza extraordinaria y te los tragas o te vuelves mediocre y te devoran.

  Abominaba mi ser. El cabello se derretía en mi cara como un helado de chocolate en el desierto. Caí barro por detrás de mi pierna y la sudadera ya no me calentaba. Aprovecharía la cara que traía puesta y la calle Berol inundándose; filmaría un fantástico plano abierto desde la caída de la pendiente solo para verme en depresión y comer palomitas mientras lo hago.

  Tomaría fotos y las pondría de portada en una revista para aspirantes mediocres. No me darían créditos porque soy mediocre. Cambiarían mi nombre por Demián Rubia o me apostaría "el chico caca derretida".

  Compraría todos los ejemplares en Salmet para recordar lo mediocre que he sido.

  Mi boina no era solo mi accesorio predilecto, igual la consideraba una barrera entre yo y los mediocres. Denotaba la distancia de nuestras decisiones; lo bien que fluirían las cosas en mi vida. Hacerles saber que no soy como nadie más.

  ¡¡Necesitan de mí en sus vidas!!

  No obstante, el presente me escupía en la cara:

  Mediocre.

Quedé parado en la pendiente. El agua hacía esfuerzos por evitar mis pies e irse apresuradamente hacia abajo. Por un segundo miré mi sudadera, perforada por amargos pigmentos marrones.

Las últimas ocurrencias de un gato persaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora