Capítulo 17: "Conviviendo con elfos"

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—Dioses, estos tipos sí que tienen fuerza— Se quejó Itziar mientras pasaba su mano por la zona en la que anteriormente había sido golpeada. 

No sabía si su situación había mejorado o empeorado, puesto que ahora se encontraba en lo que ella suponía eran las mazmorras de los elfos. Si no querían que se muriera de hipotermia iba a necesitar una manta pues ese lugar estaba horriblemente frío. Las paredes eran de piedra y no tenían una forma muy definida, más bien parecía que la habían metido a una pequeña cueva a la cual le pusieron unos cuantos barrotes de hierro para evitar que saliera y ya. 

De fondo se podía oír el golpeteo de algunas gotas de agua contaré el suelo de roca y el rechinar de la armadura de el único guardia que vigilaba su "celda". El sonido de metales rozando le señalaba a Itziar que dicho guardia se encontraba durmiendo de pie junto a la entrada del lugar. 

La chica tarareaba un ritmo al compás que movía una piedrecilla en su mano cuando se oyó cómo la puerta de metal se abría con un chirrillido horrible. Un par de elfos entraron a la celda y la obligaron a pararse y seguirlos. 

La luz de las velas la encandilaron en cuanto subieron los escalones que llevaban afuera de las mazmorras. En cuanto recuperó su vista pudo apreciar el lugar en el que se hallaba. Las paredes eran de madera al igual que el suelo; Itziar había dejado sus zapatos dentro de la celda porque estaban muy destruidos, por lo tanto podía sentir la suavidad de la alfombra sobre la que caminaba. 

Seguía usando el mismo vestido que llevaba puesto cuando ese humo rojo había aparecido, ya nisiquiera sabía cuanto tiempo había pasado desde ese momento. 

Luego de unas cuantas vueltas por diferentes pasillos finalmente llegaron a un salón que tenía una puerta que daba a lo que Itziar suponía que sería el exterior. Y no se equivocó, al cruzar la la puerta pudo ver un inmenso bosque, los arboles eran tan altos como las torres de los palacios y sus ramas eran lo suficientemente gruesas para soportar lo que parecían ser casas. Casas enteras en las alturas de los arboles con unas ramas mas pequeñas que harían de escalones todo alrededor de los troncos, ademas habían puentes colgantes que conectaban las estructuras.

Definitivamente era un lugar digno de ser apreciado, y eso fue lo que hizo la adolescente antes de ser empujada por unos de los guardias para que siguiera caminando. Bajó los escalones restantes y caminó siendo guiada por llos guardias. A medida que caminaba podía notar las miradas de todos los habitantes en ella, supuso que sería por lo que era, despues de todo no debía ser normal que hubieran humanos en el Bosque Blanco, y mucho menos en propiedad de elfos.

Pudo ver a algunos de los elfos y elfas que la miraban, distinguió a un niño pequeño en brazos de su madre mientras la señalaba con su mano.

Itziar se detuvo al sentir su rostro chocar contra la armadura de uno de los guardias que la escoltaban y trastabillar, pero con el tiempo justo para recomponerse y matener el equilibrio.

Sus "escoltas" se habían movido a sus lados e Itziar pudo ver a un elfo parado frente a ella; tenía un porte elegante pero a la vez intimidante, tenía cabello rubio largo hasta debajo de los hombros y vestía ropajes de cuero a pesar de que estos parecían mas firmes. A su lado se encontraba una mujer de cabellos castaños atados en una trenza de espiga detras de su cabeza, llevaba un vestido fino de mangas anchas y sus ojos eran de un color lila claro.

—¿Es ella?— Preguntó el elfo a alguien a quien Itziar no pudo distinguir porque los guardias obstaculizaban su vista. Al parecer el elfo o elfa al que se le fue echa la pregunta respondió afirmativamente pues el que se hallaba frente a ella la miro de vuelta de la cabeza a los pies.

—Me han dicho que derrotaste a tres de mis guardias con una simple daga y tus manos; ¿Es eso cierto?— Le preguntó el elfo a Itziar.

"No, no es cierto, tus guardias se golpearon con unos arboles y dijeron que fui yo para no quedar mal" pensó Itziar para sus adentros sarcasticamente, "A espera, golpearse con unos arboles sería menos humillante que ser golpeados por una niña".

En busca del último dragón (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora