Aileen odiaba desmayarse porque no sabía que era lo que pasaba a su alrededor. Y despertarse en una habitación blanca no le ayudó en nada.
<¿Porqué será que esto me recuerda a algo?> Se preguntó mental y sarcásticamente la chica mientras recordaba; cuando despertó en el bosque sola, en Flame, en las islas flotantes y una vez luego de su sexto cumpleaños.
Se levantó del piso, y empezó a tantear las paredes de mármol en busca de una puerta o algo que la ayudara a salir de allí.
—No creo que haya un puerta por aquí — Y un grito por parte de la rubia al escuchar la voz de una niña hablándole.
Aileen sintió un tirón en su cuello por la rapidez con la que volteó la cabeza. Su oído no le había fallado, detrás de ella había una niña de cinco años mirándola con sus grandes ojos verdes, usaba un vestidito celeste y tenía el pelo rubio ondulado calléndole por los hombros.
La primer elegida sintió como sus pierna fallaban y caía al suelo frente a la pequeña mientras que por sus mejillas rodaban pequeñas lágrimas, sentía un gran nudo en el pecho y su boca seca. Llevó sus manos a su cara para tapar su boca, de la cual salían interminables sollozos.
La niña se acercó a la elegida y la abrazo con sus pequeños brazitos mientras le preguntaba por qué lloraba y le hacía mimitos en el pelo. Aileen abrazo a la niñita de regreso y la sentó en su regazo meciendola como a una bebé, le corrió el cabello de la cara y se secó las lágrimas a pesar de que algunas más pequeñas seguían saliendo.
La pequeña cerró los ojos y se dejó hacer por la rubia. Poco tiempo después se levantó de la falda de la adolescente y la tomó de la mano para llevarla a una de las paredes a su alrededor. Soltó la mano de Aileen y siguió caminando de espaldas mientras se reía bajito.
Aileen inclinó la cabeza para un lado sin comprender lo que la niñita hacía hasta que la vio desaparecer detrás de los ladrillos. Su manita emergió y le hizo una seña para que se acercase. La adolescente caminó hasta la pared y alzó la mano derecha para tocar el muro, sin embargo no lo sintió, lo que le dio la seguridad para dar un paso más.
Y lo vió, un pasillo hecho del mismo material que las paredes e imperceptible ante sus ojos. No recordaba el haber notado ese pasillo antes, pero no le importó al sentir un tirón en su vestido que la obligó a caminar.
La pequeña niña solo caminaba dando saltitos sin que le importase la oscuridad que la rodeaba, concentrándose en tararear una canción que la adolescente conocía muy bien.
Recuerdos atacaban su mente mientras caminaba. Sus días sentada en el borde de la ventana de su alcoba mientras leía algún libro u observaba a la gente pasar por la calle y perderse en la lejanía, soñando con salir de la torre y disfrutar de hablar con otras personas o niñas como ella.
No iba a negarlo, desearía haber tenido una madre que le cepillara el cabello en las mañanas y la acompañara a comprar frutas al mercado.
Deseaba y soñaba con una vida que jamás tendría.
***
Por el contrario de lo que le sucedía a la rubia, una pelirroja se encontraba muy feliz volando de un lado a otro mientras oía a sus compañeros charlar alegremente. Sagitario y Aren se encontraban discutiendo amistosamente entre ellos mientras Aaron y Leonoro peleaban por un muffin.
Se sentó al lado de la más pequeña de los elegidos y comenzó a oírla leer un libro sin ninguna preocupación, en perfecta tranquilidad.
***
—Leonoro, despierta — Dijo un voz de un niño mientras el chico gato lo ignoraba. La misma voz comentó un ~Le diré a mamá que no te levantas~ y luego pasos resonaron en el lugar seguidos del sonido de una puerta al cerrarse.
Leonoro se dio media vuelta para seguir descansando cuando abrió los ojos de la sorpresa, el no tenía una madre, era un pequeño detalle que no se le olvidaría. Se levantó con un poco de pesar del comodo colchón y notó que también las cosas a su alrededor se veían considerablemente más grandes, o él más pequeño.
Un espejo fue su respuesta en cuanto vio que se veía como si tuviera seis años. Reconoció la habitación, su habitación o la que le pertenecía en tiempos anteriores, cuando solía tener un lugar para llama hogar.
A la máxima velocidad que sus pequeñas piernitas podían llegar salió de la habitación, recorrió el pasillo y bajó las escaleras. Un aroma delicioso le llenó el olfato al llegar al último escalón. Lo siguió hasta la cocina donde una mujer servía platos en una mesa.
La señora le dirigió una cálida mirada y movió una silla para que el tomara asiento, lo cual hizo rápidamente, y junto a una caricia en el pelo le dejó un plato con tostadas y jamón para que desayunara.
Se sentía bien, y el sentimiento se vio reforzado cundo otros cuatro niños entraron a la sala y se sentaron en sus respectivos lugares. Se sentía en casa.
Cada uno de los elegidos se encontraba, sin saberlo, en un trance, reviviendo o viviendo sus más grandes alegrías mientras un par de ojos miraban desde la oscuridad.
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En busca del último dragón (Libro 1)
FantastikSomos los guerreros heridos, que decidimos renacer de entre las cenizas que los demás han dejado. Hemos de encontrar al que por avaricia y envidia ha sido atrapado. «~ Ellos te dirán que te rindas, que no lo vales; pero tú te pararás y les mostrara...