Capítulo 28: "El Juego"

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Despertarse estando tirada en el suelo en definitiva no era la idea ideal de Aileen respecto a madrugar, el sol le daba demasiado fuerte en el rostro y no podía abrir correctamente los ojos.

«¿¡Sol!? ¡En flame el sol no se puede ver!» con ese pensamiento Aileen se obligó a abrir los ojos. Se encontró con un pasto suave y verde y se paró de un salto para notar el inmenso cielo azul y despejado sobre su cabeza.

Avanzó unos pasos pero fue detenida por unas manos masculinas que la sujetaron de la cintura antes de que callera a un vacío. Entonces lo notó se encontraba parada en un trozo de tierra que flotaba sobre el aire sin razón. A su alrededor flotaban más islas, algunas tan pequeñas que una persona no podría mantener siquiera el equilibrio sobre ellas.

Luego de que Aileen retrocediera un par de pasos del borde de ese inmenso vacío se dio la vuelta para descubrir a Aren quien la había salvado de caer. Ella asintió con la cabeza y mascullo un «gracias» aún con la confusión del lugar donde se encontraba.

Miró a su alrededor viendo como los demás elegidos se despertaban o miraban a su alrededor descubriendo el lugar. Sus ropas habían cambiado. Aaron llevaba una simple armadura de caza elfica, Leonoro una camisa blanca cubierta por un chaleco de color rojo oscuro y pantalones de tela de procedencia desconocida y Aren tenía una ropa clásica de hada curandera que consistía en una camisa verde, chaleco marrón y pantalones también del mismo color.

Las chicas tenían ropas demasiado diferentes, variaban desde pantalones hasta faldas sobre las rodillas. Además los colores de sus ropas combinaban con las piedras de cada una.

Al alzar la mirada Aileen se encontró con otra isla flotante más lejana y levantada que la que ella estaba usando para no caer al vacío. Apoyada en esa isla había una mansión de piedra que parecía haber sido abandonada mucho tiempo atrás. Y aún más lejana, en otra isla que les ganaba a las otras por tamaño considerablemente, había una ciudad, casas de repartían irregularmente por el islote al igual que incontables calles.

Pero sin lugar a duda lo que más se llevaba la atención de aquélla ciudad era la inmensa torre dorada que estaba un poco más a la derecha del centro de la ciudad. Parecía que hubiera estado construida por columnas gigantes echas de oro que enrollaban entre sí para llegar a dos bóvedas doradas en forma de esferas; la primer esfera era completamente cerrada exceptuando lo que parecía una pequeña ventana. Por otro lado la segunda esfera estaba abierta a la mitad, con grandes picos que salían tanto de la mitad superior como de la inferior.

Mientras Aileen seguía detallando el lugar el humo volvió a aparecer, deslizándose entre los pies de los elegidos como el agua en un río. Se arremolino en el centro de ellos y  desapareció dejando en su lugar unos objetos.

La voz de Nigthmare resonó en las mentes de los elegidos, nuevamente sonaba lejana, pero eso no era impedimento para que ellos pudieran oír sus palabras.

—¡Bienvenidos a las islas flotantes! Los he traído aquí para que juguemos un juego. No se preocupen, no es nada fácil... —

Leonoro rodó los ojos mientras se preguntaba a sí mismo que tan idiota podría llegar a ser una persona.  Entre tanto la voz prosiguió.

—He llamado a éste pequeño juego "Arreglar El Faltante"— A pesar de que no lo estaban viendo los adolescentes podían asegurar que Nigthmare estaba sonriendo en ese momento —Lo que sucede aquí es que aquella hermosa ciudad de alla, si la ciudad dorada ¿O acaso ven otra ciudad?, bueno como iba diciendo, aquella hermosa ciudad de allí se destruirá hasta las cenizas, llevando a todos sus habitantes a una muerte directa—

La voz dio una pausa, tal vez disfrutando de los diferentes rostros de los elegidos, la cara de miedo de Aileen y Sagitario, o la cara de confusión de Boreal e Itziar, incluso la única ceja que levanto Leonoro como única reacción a la "amenaza".

En busca del último dragón (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora