Capitulo 11

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POV Federika
-Bruno ese día me llevo a un estanque que hay en el pueblo, él me regalo un ramillete de jazmines.- sonreí recordando- era temporada, había olor a jazmines en todos lados.- terminé mi jarra de cerveza completamente.- me pidió que fuese su novia, estaba muy nervioso y casi se cae al agua.- Leo sonrió al imaginar la escena, aunque no conociera a Bruno, creo que se lo imaginaba a la perfección.
Recordar a mi novio me lleno de melancolía, guardaba esos momentos hermosos en lo más profundo de mi corazón. El era tan tierno conmigo, me entendía a la perfección y siempre estaba allí para mi cuando lo necesitaba.
-Yo también estaría nervioso si tuviera que pedírtelo.- dijo Leo frente a mi. Le observe curiosa, él aclaró su garganta incomodo, como si no le hubiese dado permiso a su boca de decir eso.- cualquier hombre lo haría...-sonrió nervioso- los hombres no somos buenos para esas cosas.- movió sus manos nervioso sobre la mesa y luego las escondió bajo la misma.
-Creo que es hora de irnos, hace dos horas que estamos aquí y mañana hay clases.- dije simpática. Él asintió lentamente y se levantó torpe, por algún motivo se había puesto nervioso pero decidí no darle mucha importancia. Pagamos las cervezas consumidas a medias, me parecía un trato justo y me negué a que pagara la totalidad de la cuenta.
Salimos del lugar y hacía más frío que cuando llegamos. Deposite mis manos en los bolsillos de mi campera como al principio y caminamos en silencio casi la mitad del camino a casa.
-Ha sido una buena salida, deberíamos repetirla cada tanto.- dije mirando la calle vacía frente a nosotros, no estaba acostumbrada a salir a estas horas, a no ser a alguna fiesta o algo parecido.
-Podríamos pactar una salida parecida en cuanto quieras, estoy disponible.
-Lo tendré en cuenta.- le sonreí aunque él no me viera.
Entramos al edificio y subimos al ascensor, él no tenía la misma chispa que cuando salimos pero aún así se veía simpático.
Cuando llegamos al departamento pudimos ver a los chicos dormidos sobre el sillón, pensamos en hacerles una broma pero al final abandonamos la idea. Leo despertó a su amigo tranquilamente y Dagna, como siempre, se despertó como una loca totalmente exaltada.
-Joder, estaba soñando con perros rabiosos.- dijo asustada. Se paró lentamente y estabilizó su respiración. Oliver sonrió al verla. Tenía la leve sospecha de que esas pesadillas recurrentes venían por parte de las drogas, me había tocado experimentar algo parecido y no estuvo muy bueno que digamos. Dagna soñaba cosas horribles todas las noches, pero en cuanto le decía que debía bajar la dosis, nos poníamos a discutir. Así que me resigne.
-¿Puedo pasar al baño?- pregunto mi compañero de salida. Asentí y le indiqué donde estaba con la mano, aunque él ya sabía la ubicación perfectamente. El chico que restaba se acomodó la ropa y le guiñó un ojo a mi amiga. Oculté una sonrisa y me dirigí a la cocina, me serviría un vaso de agua antes de acostarme a dormir. Cuando me disponía a volver al living un cuerpo voluptuoso se paró frente a mi.
-Nos vamos, mañana nos vemos.- dijo tranquilo. Acortó nuestra distancia y me dio un beso en la mejilla. Cerré los ojos ante el contacto, algo me sucedía cada vez que él tocaba mi piel. Suspire en cuanto se volteó para irse, debía enfocarme en Bruno. No había espacio en mi cerebro y corazón para nadie más que el. Dagna abrazo a Oliver durante varios minutos y luego de eso los chicos se fueron.
El resto de la noche pasó tranquilamente y la alarma del móvil sonó antes de lo que yo hubiese querido. Me levante antes que mi amiga, camine al baño y me duche. Aún estaba medio dormida cuando me puse a preparar el desayuno.
-¡Dagna! Es hora, ¡mueve el culo de una vez!- grite desde la cocina. Estoy segura de que ella estaba inmersa en una de sus pesadillas. Serví el café en ambas tazas y puse las tostadas sobre la mesa. Camine hacia la habitación y trate de despertar a mi amiga, compartíamos la misma y se notaba el gran contraste entre ella y yo. Moví su cuerpo repetidamente hasta que levantó su cabeza para observarme.
-Menos mal que me has despertado, maldición.- se levanto de la cama y bostezo profundamente.
-¿Has soñado de nuevo?- pregunte lo obvio mientras preparaba mis libros.
-Ha sido una mierda..- camino adormilada y desapareció camino al baño. Salí del dormitorio con mis cosas ya listas entre mis manos, estaba preparada para un nuevo día en la universidad. Me senté a beber el café y le hice una videollamada a Bruno, no había dejado de pensar en él desde mi charla con Leo. Le vi más radiante, aunque sabía que las actividades en el destacamento eran cada vez más exigentes. Se veía contento y me alegre muchísimo de verlo así. Quería tenerlo entre mis brazos para abrazarlo durante horas. Dagna se unió al desayuno silenciosamente y después de quince minutos corte la llamada.
-¿Has visto mi pulsera de plata? Estoy segura de que la deje en el baño pero ahora no está allí.
-¿Cuando la has dejado ahí?- pregunte mientras masticaba una tostada.
-Antes de que llegaran los chicos.
-¿Estabas drogada?- cuestioné revisando mi móvil.
-Si, pero lo recuerdo muy bien.
-La habrás dejado en nuestra habitación o en algún lugar de la casa, te conozco.- ella suspiró resignada.
-Espero encontrarla, me la ha regalado mi abuela antes de morir.
-Ya verás que si la encontramos, ahora vamos a clase y luego te ayudo a buscarla ¿okey?
-Okey- tomó una tostada entre sus manos y camino hacia la salida al igual que yo. Conocía a Dagna perfectamente, sabía que esa pulsera estaba tirada en algún lugar de la casa así que no me preocupaba tanto.

SECRETOS DE CUIDAD "Aleksey" IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora