Tengo un plan.
Aparte de mi plan, tengo mis dudas. ¿Es que no es raro que de repente, Alec esté todo sobre mí?
Pero trato de no ponerle atención. De verdad que trato, pero la parte inteligente de mí me dice: «chica, relájate, quizá ni es real».
Quiero pensar sólo en lo bueno. Quiero pensar en que le gusto de verdad, quiero pensar que el que estemos ahora en su casa jugando ajedrez y que me sonría de forma coqueta es normal, que no es extraño y que no es actuado.
Pero no lo sé... de alguna forma, siento que es falso.
Entiéndeme, yo en realidad era la señorita perdedora, la chica que nadie conocía por mérito propio, la hermanita de Bill.
Alec era amable conmigo, así como Anna dijo. Alec siempre fue amable conmigo, esto no significa nada. El beso... el beso fue mi error. Fue un impulso tonto, algo que no debía haber pasado.
Ahora siento que sólo le gusto porque lo besé. No sé por qué siento que realmente no le gusto. No es como si él se hubiera acercado a mí y me haya conquistado. No, no fue así. Y tampoco creo que el que yo lo haya besado esté mal en todas las situaciones. Pero en esta no va bien.
No va bien porque él tiene a Paige. Y porque me esconde, ahora, estamos guiñándonos el ojo y sonriendo estúpidamente pero estamos escondidos. ¿Por qué no puede ser público?
Por Paige.
¿Me hace eso una tonta? ¡Pues claro que lo hace! ¡Claro que me hace una tonta y no sólo eso!
—¿Qué piensas?
Lo miro.
—En Paige.
Frunce el ceño.
—¿Qué pasa entre ustedes dos? ¿Es tu novia?
Se encoge de hombros.
Mi estómago se revuelve y suspiro.
Bien, son novios. Y yo sigo aquí de idiota. Sigo aquí de ilusa.
No, Cat, no te quedas con el chico. El chico tiene novia y tú, tú Cat, tú eres la otra.
¿Qué se siente, querida?
Soy valiente. Soy fuerte. Soy genial.
Soy una perdedora, también, pero no necesito recordármelo ahora.
—Genial.
Me mira. —No lo sé, Cat. Realmente no lo sé. Le gusto y me gus... le gusto. Nos besamos a veces... pero no lo sé, quizá no significa nada.
Frunzo el ceño.
¡Es un idiota!
—¿Cómo no puedes saberlo, Alec? ¿Es que no observas? ¿Acaso no piensas?
Sus mejillas se vuelven rojas. —¡Claro que...!
—¡Y yo soy tan... idiota!
—Fuiste tú quien me besó. Y tú sigues confundiéndome.
Lo miro.
Bien. Tiene razón, es mi culpa. Yo misma me metí a este lío.
¿Cómo sería regresar?
Metiéndome palomitas de maíz a la boca, viéndolo besar a Paige y simplemente estando de acuerdo con ello, sin pensar que de alguna forma yo soy mejor que ella porque yo conozco todo acerca de él.
Conformándome con sus sonrisas y miradas amables.
Pero no. Tenía que ir y arruinarlo todo. Tenía que ir y volverme insegura. Sentirme mal conmigo misma por hacerle eso a otra chica.
—Es justo. — le digo, mirándolo fijamente. —Es la verdad.
Silencio.
Jugamos un poco más, con el péndulo haciendo todo más incómodo.
—Pero no es sólo tu culpa. — murmura. —Yo... te di cuerda y realmente... no sé qué quiero. — me mira, avergonzado y sé exactamente qué viene. —Ni con Paige... ni contigo.
Me quedo paralizada unos segundos, luego, me obligo a mirar el tablero.
Bien, quería esto. Quería que me lo dijera, pero te prometo que pensé en lo profundo de mi ser, que diría que dejaría a Paige y se quedaría conmigo.
Pero no.
Supongo que quiere incluso más a Paige que a mí, pues a ella la ve más como a una pareja de lo que jamás va a verme a mí. Él se acercó a ella porque le gustaba. Alec se acercó a mí sólo porque soy la hermana de Bill.
Muevo una pieza.
—Pero... no significa que no me gustes.
—Alec. — lo callo y me atrevo a mirarlo. —No enredemos más las cosas. Somos jóvenes, tenemos problemas para saber qué es lo que queremos... o seremos. Lo entiendo. Así como tú no sabes, yo tampoco. Te admito que de cierta forma, esto me libera. Porque no quiero ser ese tipo de chica.
Nos miramos, y yo estoy esperando que el suelo se abra y nos caigamos al infierno. Pero no pasa nada. No se rompe el suelo. No se acaba el mundo. No pasa nada. Él no se enoja. Sólo me observa y parece comprender. De una forma extraña, estoy de acuerdo.
—¿Qué tal si... hacemos como que esto nunca pasó?
Decir esas palabras es tan contradictorio para mí.
Es como... saber que lo quiero pero decidir que no lo quiero. Decidir que no lo tengo. Alejarlo.
Porque quiero sentirme viva a su lado, pero sigo pensando que algo no va bien. Está Paige. El que él sea el mejor amigo de mi hermano. El que él es popular y yo no lo soy. Hay muchas cosas.
Y la única buena que veo, y me encanta, es que me presta atención. Le gusto, de cierta forma.
Pero eso no significa que tiraré todo a la basura.
Él me mira fijamente y asiente ligeramente.
Eso es. Es aquí.
Es aquí, todo ha acabado.
¿Es posible que volvamos a ser los mismos de antes?
¿Seremos de nuevo amigos mientras Bill no está? ¿Iniciará algo serio con Paige? ¿Qué pasará conmigo?
Me levanto y me arreglo el cabello. Él se levanta y yo estoy tan sumida en mis pensamientos, que no me veo venir lo que pasa después.
Pero en un momento, estoy yo sola, pensando, preocupada por mi vida, pensando que este es el final de mi enamoramiento y también felicitándome por ser tan madura y en el siguiente, está él, cerca de mi, acariciando mi mejilla y dándome un beso en los labios.
Y no, no es un beso de mil horas con arco iris o fuegos artificiales o cualquier otra cosa. No. Es un beso, un beso de tres segundos, un beso simple. Pero mi interior está dando vueltas. Mi corazón ha crecido por diez y mi espacio se ha vuelto él.
—Está bien. — dice, alejándose de mí. —Como si nada pasó.
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Los Sueños de una Chica Enamorada
Novela JuvenilMe he enamorado del mejor amigo de mi hermano, Alec Mason. Es como el chico de mis fantasías. Es amable, tranquilo, genial y guapo. Y solía fantasear mucho sobre él. Hasta que me volví loca cuando lo vi besándose con Paige Millers. Decidí que b...