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El comienzo de mi muerte.

La fiesta de Adara estaba bien.

Quizá nuestras razones para hacerla no eran necesariamente las correctas y honestas pero eso no negaba que la fiesta era un éxito.

A mis 16 años no creí ser capaz de asistir a una fiesta de película.

Ya sabes, gente bebiendo en vasos rojos, besándose y bailando como si la escuela no existiera.

Chistes, risas y ojos enamorados.

Se olía juventud y libertad en el aire.

Adara estaba muy preocupada por el pastel que le daría a Dana, la capitana del equipo de porristas.

¿Dietético o vegano?

¿Debe ser libre de gluten?

¿Miel o azúcar dietética?

Yo simplemente asentía a todo lo que me decía mientras mis ojos no se despegaban de la figura del amor de mis sueños.

Alec.

Alec es ese tipo de chico amable, sonriente y pendiente.

Estaba riendo con alguien de forma suave, la misma risa que usaba cuando no entendía mis chistes.

Tan encantador.

Una sonrisa quizá se escapaba de mis labios de vez en cuando al verlo beber de su vaso o mirarme con una sonrisa.

¿Qué pasaría si le hablara?

Digo, ya le hablo.

Pero no de esa forma.

Siempre soy idiota a su lado.

Siempre estoy hablándole de mi perro o de lo idiota que me siento a veces en la clase de teatro.

Nunca le digo algo interesante.

Pero él siempre es amable y me escucha antes de que mi hermano Bill, se lo lleve al segundo piso y jueguen videojuegos.

¿Qué podría tener Bill que sea más interesante que mis tontas conversaciones?

Videojuegos.

—¿Crees que si le doy gaseosa no me dará ningún puesto en el equipo? Digo, me pidió gaseosa pero no sé si sea una pregunta trampa y tenga que responderle "la gaseosa es mala para tu figura". — Adara dice, como si me importara.

—Aja.

—¿Estás siquiera escuchando? Has dicho "aja" como... en todo en lo que te he pedido opinión.

—Aja.

Mis ojos se abren con horror.

Me meto un puñado de palomitas de maíz a la boca y observo con cuidado.

Cada detalle.

Cada sonrisa.

No puede ser.

Alec está coqueteando.

Y no conmigo.

—Oye, Cat. Si vas a entrar al equipo de porristas debes comenzar a comer con modales. Es decir, mírate. ¿Un puñado a la boca? ¡Y mantequilla!

—Cállate Adara. — gruño y vuelvo a meterme otro puño de palomitas a la boca.

Brazo derecho en la cintura, sonrisa amable y ojos coquetos.

Sonrisa más torcida de lo normal.

Oh no.

Brazo izquierdo acaricia cabello.

Madre mía, ¿va a besarla?

¿O acaso ya es su novia?

¿O va a serlo?

No puede ser posible.

—¡Tanto trabajo por nada! — me quejo y tiro al suelo mis palomitas.

Tanto que he intentado gustarle a Alec para que, ¿en menos de un minuto otra chica logre eso?

¡La vida no es justa!

¡Debería comenzar a vivirla con mis propias reglas!

—Lo sé, sabía que aunque le diera palomitas sin mantequilla no iban a aceptarme en el equipo. — dice Adara triste y la veo sin poder creer que no entienda lo que sucede.

Y cuando regreso mis ojos a Alec, veo cómo los labios de él, ¡los labios de Alec! Se juntan con los de Paige Millers.

Y quiero decirle...

No quiero decirle nada.

De hecho, no lo hago.

Simplemente corro hacia Alec como si mi vida dependiera de ello, empujo a Paige demasiado suave para lo que yo quisiera y hago lo peor que he hecho en toda mi existencia.

Enrollo mis brazos alrededor del cuello del tonto de Alec y lo hago bajar hasta que mis labios tocan los suyos con sabor a cerveza.

Y siento que voy a morirme.

Pero de felicidad.

Miles de mariposas se mueven en mi estómago y una sonrisa grande se forma en mis labios.

Y luego...

Sus manos me alejan y una ceja elevada me saluda.

Ojos confundidos y casi molestos.

Madre mía.

¿Qué he hecho?

¿Me odia?

¿No le gustó tanto como a mi?

¿Va a matarme?

¿Decirle a mi hermano?

Todos los problemas vienen a mi mente.

Y su mirada cambia ahora a avergonzada.

Y eso es peor que todo.

Él mira alrededor y quita sus manos de mi cintura, dejándome sola en esa situación.

Y creo... creo que quiero morir.






***

¡Ya comencé a emocionarme!

Gracias por leerme, chicos.

Espero entiendan las razones de Cat. Yo habría hecho lo mismo. 

¿Quién haría lo mismo que Cat?

P.K Martínez

Los Sueños de una Chica EnamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora