—Fue asombroso.
—Fue estúpido...
—Fue lo mejor que le pudo haber pasado. Bill, ¿crees que cuando sea viejita se arrepentirá de eso? ¡Claro que no! Los mejores momentos son los que parecen los peores...
—¡No, no es así!
—Algo así dice mi abuela.
—¿Tu abuela Connie?
—Sí.
—Te creo.
—¿Por qué lo dices como si fuese algo... obvio o malo?
—No lo dije de ninguna forma, sólo lo dije, Adara.
—¿Pueden callarse? ¿Es que no ven que esto es malo? Tendrá esa cicatriz gigante en su cintura para siempre, ¡no podrá usar bikini!
—Cállate, Anna, por supuesto que usará bikini. No hay nada que Cat tema, nunca está insegura de ella misma.
Bueno, eso no es verdad. Estoy insegura de muchas cosas acerca de mí misma. Demasiadas, más de las que puedo contar. Abro mis ojos y veo a Anna, sentada al final de mi cama leyendo un libro. Adara está en mi escritorio, con Bill, quien está recostado en la pared frunciendo su ceño.
—¿Siguen aquí?
—Bueno, yo dije que me quedaría. — dice Anna, bajando un poco su libro para mirarme, luego regresando a leer. —Adara se besó con Bill y no sabe si van a ser novios o algo así.
Bill frunce el ceño. —No, no nos besamos.
El cuello de Adara enrojece. —Bueno, pasó algo así, en realidad, Bill.
Bill la mira. Anna eleva su ceja y se acuesta en la cama. Cierro mis ojos y no escucho sus alegatas. Mi cabeza en este momento regresa a la última semana de clases, desde el momento en el que desperté en el hospital, tomar pastillas y ver a una doctora grosera. Alec estuvo conmigo, pero desapareció cuando Bill llegó, con Adara.
No llegué a clases hasta que empezaron los últimos exámenes del año. Alec no estuvo conmigo. Bueno, estaba conmigo, pero de cierta forma no lo estaba. Estudiaba todo el tiempo, sudaba frío y se quejaba todo el tiempo de no haber dormido, de sus calificaciones y de cómo seguían dejando algunas tareas.
Yo no me preocupaba tanto, pues las drogas me mantenían adormitada y menos preocupada. Al final, creo que gané los exámenes por compasión, porque tampoco estudié esa semana. De hecho, no estudié muchas semanas antes, porque Alec consumía mi tiempo.
No sabía si eran las drogas que me hacían imaginar, pero Alec parecía distante. No sé si nos besamos alguna vez después del accidente. De hecho, hay muchas partes de la última semana que no recuerdo. No recuerdo que haya venido todos los días a verme.
Hoy estoy completamente despierta, consciente, y sé que no vino a verme. No creo que haya venido ayer. Y no quiero que me moleste, pero lo hace. Me molesta que no venga, que no me llame o que no me escriba, porque ya acabó el año y sé que ganó con las mejores notas y que seguro podría ir a la universidad que él quisiera. Es decir, ya no hay nada de qué preocuparse y podría venir a verme aunque sea un rato.
Pero no viene.
Ni siquiera viene a jugar con Bill.
Y aunque me digo que no debería preocuparme, un dolor en mi estómago me acompaña.
—Oye, Bill. — llamo a mi hermano, que sigue peleando con Adara. —¿Sabes de Alec?
—Sí, hablamos hoy.
Espero.
No dice nada.
Miro a Anna y ella pone los ojos en blanco.
—¿Y? ¿Qué cuenta? — pregunta con impaciencia.
Bill se encoge de hombros. —Que viajará con sus padres por Europa, lo aceptaron en Oxford. Entonces
—Genial... oye, ¿sabes cuándo se van?
Ya no escucho más.
¿Por qué no me lo dijo antes? Se va miles de kilómetros lejos...
Es obvio, entonces, ¿no? Que no seremos nada. Es obvio porque ni siquiera me ha dicho algo. No me ha dicho qué será de nosotros. No me viene a ver... no me ha besado desde no sé cuándo.
¿Terminó conmigo y ni siquiera me di cuenta?
¡Qué tonta soy! ¿Qué pensaba? ¿Que lograríamos algo a pesar de que se va a la universidad? ¡No, ya lo sabía! Sabía que pasaría lo peor, porque si no era que me lo decía, simplemente encontraría a alguien mejor.
Claro que querría empezar en una nueva universidad siendo soltero. Claro que querría eso, digo, ¿cuántas chicas podría tener a su disposición?
Anna comienza a hablarme, pero no presto verdadera atención. Tengo una sensación en el estómago, lágrimas reprimidas y ganas de golpear a alguien.
Terminó conmigo y ni siquiera me lo dijo.
¡Diablos que es un idiota!
—¡Cat!
Parpadeo. Mi madre frunce el ceño y me da un sándwich.
—Gracias... ¿qué hora es?
—Las siete y media. No cocinaré, esta es tu cena. Me tengo que ir a una reunión del club de lectura, tu hermano está en su habitación jugando y papá no está. Descansa y si necesitas algo, sólo grítale a Bill.
Asiento y ella se va.
Dejo el sándwich y bajo las escaleras, tocando mi cintura con cuidado y revisando el chat con Alec.
Lo último que hablamos fue sobre una hamburguesa que iba a llevarme, cuando todavía estábamos en clases. Quiero escribirle, quiero decirle que estoy molesta y que pudo haberme dicho algo.
Quiero escribirle algo horrible, sólo para despedirme de él. Sólo para que nunca se olvide de mí, sólo para no ser la novia olvidada y nada importante de su vida.
Quiero hacer que me recuerde.
Suspiro y salgo de la casa. Camino, aunque sé que debería descansar porque cada paso que doy, me siento más y más débil, pero continúo caminando. No puedo parar de pensar en si realmente es el final.
¿Podría ser tan horrible? Un nudo se asienta en mi garganta, pero no puedo descargarlo. Ni una sola lágrima cae, ni una sola. Con cada paso me obligo a estar enojada con él, pero en lugar de eso, mientras más trato, más triste me siento.
Me encuentro caminando cerca de su vecindario y me pregunto si debería buscarlo. Digo, podría gritarle, o decirle algo horrible y largarme. O podría simplemente mirarlo y preguntarle qué le pasa, qué será de nosotros.
Me detengo.
No podría hablarle. No podría buscarlo. ¿Y si de verdad ya se acabó todo y simplemente haga el ridículo? No podría permitírmelo. No podría permitirme dejarle ver cuánto me importa. Cuánto me gusta. Cuando lo quiero.
No podría.
Porque la que más tiene que perder, soy yo. Porque quizá él nunca me quiso de la forma en la que yo lo quiero. Porque yo estuve obsesionada con él desde hace tanto. Y él desde no sé cuándo.
Me doy la vuelta y decido regresar a casa, cuando lo veo.
Viene con bolsas del supermercado y no me ha visto.
Mi estómago se revuelve.
No puedo correr, no puedo ignorarlo ni tampoco puedo hacer como que no lo conozco. Así que me quedo y él siente mi mirada, porque de pronto, está mirándome. Sonríe.
El nudo en mi garganta minimiza. Sonríe. Me sonríe. Suavemente, feliz.
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Los Sueños de una Chica Enamorada
Teen FictionMe he enamorado del mejor amigo de mi hermano, Alec Mason. Es como el chico de mis fantasías. Es amable, tranquilo, genial y guapo. Y solía fantasear mucho sobre él. Hasta que me volví loca cuando lo vi besándose con Paige Millers. Decidí que b...