16

112 14 0
                                    


Adara me mira y yo niego con la cabeza.


Alec está diciendo algo, mientras come unos nachos despreocupadamente y de vez en cuando mira a Cat, que nunca le devuelve la mirada.


Adara juguetea con el mantel y yo como un pedazo de pastel con tranquilidad.


Han pasado unos diez minutos y el silencio es interrumpido por Alec de vez en cuando.


—Tengo un gato. — dice de repente. Cat lo mira y le sonríe. —Creo que te gustaría.


—No me gustan los gatos. — murmura.


—Ya, bueno, ¿tienes novia, Alec?


Él eleva una ceja hacia mí. 


—Bueno, eso es un no. — me río.


—¿Ahora ustedes son amigas de Alec? — pregunta Cat jugando con un pedazo de pastel.


—No realmente. — dice Adara


—Somos amigos desde que me mudé aquí hace un año. — Alec la interrumpe. —Acababas de mudarte a Nueva York.


—Ah, claro.


Un silencio incómodo nos rodea ahora.


—Bueno, subiré a traer algo, espera aquí Cat. — le digo.


—Voy contigo.


Adara se acerca a mí y Alec nos mira con burla. Nos vamos al segundo piso y nos quedamos en las escaleras, escuchando. El sonido de los cubiertos es lo primero, luego, Cat habla.


—¿Por qué tenías que venir? Sabes que no me gustas, no quiero tener que pretender que me caes bien.


—Bueno, creo que es tiempo de dejar el pasado en el pasado, Cat.


Miro a Adara, quien me mira con asombro.


—¿Estás diciendo que estoy atorada en lo que pasó entre nosotros?


—Creo que es un poco obvio, ¿no lo crees? ¿Por qué no podemos ser amigos?


—Porque no, simplemente.


Adara toma mi mano y yo muerdo mi labio.


—Bueno, lo que pasó fue hace cinco años, Cat. Y soy amigo de tu hermano, de tus amigas y de tus padres, así que tendrás que aceptarme.


—No tengo que aceptar nada. No me gustas y lo sabes. Te lo dije la primera navidad que viniste. No eres invitado en mi familia.


—No voy a dejar a mi mejor amigo sólo porque tú estás molesta conmigo porque terminé lo que ambos sabíamos no iba a llegar a nada.


—¡No tienes derecho a reclamarme cómo me voy a sentir! — el grito de Cat hace que Adara y yo nos levantemos de un salto. Subimos a la habitación y nos miramos en silencio, escuchando lo que sucede.


—¡Está bien! Espera, no te vayas. Tienes razón.


—Suéltame, no me toques.


—Por favor, quédate. Yo voy a irme.


Silencio.


Entonces, la puerta principal suena con fuerza.


Escucho pasos subiendo las escaleras y Adara comienza a dar vueltas alrededor, en pánico. Yo me dirijo al armario de Cat y saco ropa limpia. La puerta se abre detrás de mí.


—No diré nada ni ustedes, ¿trato?


Me doy la vuelta y asiento, Adara hace lo mismo. Cat me mira y sonríe.


—Vamos a esa peluquería o lo que sea que fuera lo que me invitaste.


Sonrío, pero me preocupa Alec.


Sé que él quería arreglar las cosas, ese era nuestro plan. Si Cat va a vivir aquí, en el mismo pueblo donde él vive y ahora somos amigos, era importante arreglar las cosas. Además, yo trabajo como asistente en su buffete de abogados. No es como si pudieramos desaparecer a Alec y ya.


Además, ver la cara de Alec cuando le conté que Cat regresaba no tiene precio. No creo que él se sienta de la misma forma en la que ella se siente por él. Creo que él no la odia, de hecho, creo que él quiere estar cerca de ella.


Pero supongo que ahora, ni siquiera como amigo podrá entrar en ese plano.

Los Sueños de una Chica EnamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora