Capítulo 4.
En el mismo instante Mia corrió dónde estaba encerrado su padre para darle las buenas noticias… bueno, al menos para él, ya que ella cargaría con todo el peso de sus problemas.
¡Papá!...
Mia... ¿Qué pasa? – Exclamó su papá levantándose rápidamente tomando sus manos entre las rejas –
Papá… ¡No irás a la cárcel! – Dijo con una gran sonrisa y lágrimas en sus ojos –
¿Qué? ¿Me dio plazos el señor Ginoble o qué?...
¡No! Hem… más bien un trabajo en el casino…
¿A mí? ¿No quería que yo trabajara…cómo cambió de opinión?...
No… es que no es para ti… el trabajo me lo dio a mí…
¿¡Qué!? ¡No Mia! No puedes trabajar ahí, es un lugar demasiado agresivo en todos los aspectos para chicas sin experiencia en la vida como tú… no dejaré que…
Papá, no hay opción, de otro modo irás a prisión y no voy a dejar que te encierren, suficientes problemas te has buscado a ti y a mí con tu imprudencia… como para soportar que te encarcelen, déjame solucionarlo al menos – Le habló firmemente Mia dejándolo sin habla –
¡Señor Bunsen! Los cargos en su contra han sido retirados, puede irse a casa – Dijo un oficial entrando en ese momento y abriendo la celda dejó libre al papá de Mia-
Pero… la casa…
¡Es nuestra papá! Todo está intacto siempre y cuando yo trabaje para pagarlo… especialmente las joyas de mamá – Suspiró Mia tomando del brazo a su padre y saliendo de la estación de policías –
¡No tienes que hacer esto hija!...
¡Lo sé! pero no voy a dejar que sufras en prisión, sólo promete pero esta vez en serio que no volverás a jugar – Le pidió Mia mirándolo a los ojos –
¡Lo prometo hija! No volverá a pasar – Sonrió su padre dándole tranquilidad a Mia, ya era algo –
La noche había llegado, ella estaba muy nerviosa… jamás había trabajado en un lugar así, le daba pánico imaginarse con qué clase de malos ratos se encontraría pero todo sea por su padre, cuando se disponía a entrar al casino vio a alguien de pie junto a la puerta y no era la chica de la mañana.
¿Tú qué haces aquí? – Preguntó de mala gana Mia -
¡Te espero! Sígueme – Decía Gianluca todo serio indicándole el camino –
¡No voy a seguirte! – Se resistió Mia sin dar un solo paso –
¡No empieces niña! Tengo que mostrarte que hacer y…
¡Mira Piero es la muñeca! – Gritaba Ignazio saliendo del casino al encuentro de Mia-
¡Ya la vi! En serio eres linda, no linda, linda como otras pero tienes tu belleza aunque rara… - Dijo Piero sin darse cuenta de su mal comentario –
¡Vaya! Gracias… se supone que eso es un cumplido, ¿que los niños mimados no saben hablar mejor frente a una chica? – Contraatacó Mia agradando más a Piero e Ignazio –
¿Qué te dije? ¡Es una joya! – Rió Piero mientras la saludaba besando su mejilla e Ignazio hizo lo mismo –
¡Oigan! ¿Qué confianzas son esas?...
¡No te enojes muñeca! Así somos… en fin, nos alegra que trabajes aquí así te veremos todos los días…
¡En serio! ¿Ignazio, verdad? Bueno, me despido, tengo que entrar a preguntar quién me orientará…
¡Gianluca lo hará! – Dijo Piero señalando a un mal encarado Gianluca Ginoble –
¿Qué? No gracias…
Es que no es que quiera hacerlo, su padre lo obligó, así que tiene que hacerlo – Se rió Ignazio enojando más a Gianluca –
¡Cállate Ignazio no ayudes! – Lo regañó Gianluca –
Así que lo obligaron, ¿y si me niego lo castigarán? Porque si es así me niego y que el peso del coraje de su padre caiga sobre él – Ante las palabras de Mia, Ignazio y Piero se morían de risa –
¡Estos dos son tan divertidos! Por favor sigan así han alegrado y le han dado significado a mi vida - Bromeaba Ignazio agarrándose el estómago que le dolía de tanto reírse –
¡Ya basta! Sígueme niña – Gritó Gianluca tomando fuertemente de la mano a Mia que prácticamente la arrastraba hacia una sala del casino donde parecía ser destinado para los empleados –
¡Suéltame!...
No me enojes o te arrepentirás… aquí te podrás cambiar, ese es tu uniforme y venderás chicles y cigarrillos a los clientes…
¡No pienso ponerme eso! – Interrumpió Mia señalando el diminuto vestido que tenía enfrente –
¡Claro que sí! todas las empleadas lo usan y tú lo usarás ok…
¡No! Eso dice chica fácil por todos lados no pienso etiquetarme de esa manera… tengo dignidad…
¡No me exasperes niña o no respondo!...
Yo seré quién no responda si me obligas a ponerme eso…
¿Cuál es el problema? ¿Seguro no tienes buen cuerpo cierto? ¡Por eso te ocultas debajo de toda esa ropa!... ¡Oye! – Exclamó Gianluca cuando Mia le dejó ir con todo una cachetada –
¡Deja de ser tan odioso! ¿Quieres?...
¡No te atrevas a volver a pegarme menos en mi rostro…! – Le decía Gianluca tomándola de las dos manos y aprisionándola contra la pared -
¿Por qué? ¿Acaso tu vanidad y tu enorme ego depende de tu cara?...
¡Chicos, chicos! Por favor… ¿Qué les pasa? Si se quieren besar sólo háganlo sin necesidad de la fuerza física, empleen esa fuerza para otra cosa mejor – Bromeaba Piero que entraba con Ignazio en ese momento y los encontraron en lo mejor de estar pegaditos, pero estaban tan enojados que ni cuenta se dieron que casi compartían la misma respiración –
¿Ahora por qué pelearon? – Preguntó Ignazio cruzando los brazos –
¡Este malcriado quiere que me ponga ese vestido de muñeca para trabajar! – Contestó toda enojada Mia empujando a Gianluca hacia un lado y señalando el uniforme –
¡Pero si eres una muñeca! – Sonrió Ignazio –
Me refiero al tamaño diminuto que tiene… ¿Cómo respiran con esa cosa?...
Mia seguro que Gianluca puede conseguirte otro uniforme…
¡Ni loco! – Interrumpió Gianluca que recibió un golpe en la cabeza por parte de Piero –
¡Seguro que sí lo hará!...
¡Háganlo ustedes! Yo me largo… - Dijo Gian saliendo de la sala –
¡Tu papá se enojará contigo! – Gritó Ignazio –
¡No me importa! – Gritó en contestación Gianluca desapareciendo por el pasillo –
No te preocupes muñeca te conseguiremos otro uniforme – Dijo Piero acariciando su mejilla –
Gracias… - Contestó ella tratando de calmarse, le esperaba una larga y pesada temporada de trabajo en el casino Ginoble –
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Apostándole al Amor
RomanceLas deudas de juego siempre son las peores, porque se adquieren sin necesidad alguna... y a veces sale perjudicando a las personas que menos tienen que ver en este vicio tan cruel, pero... recordemos que las cosas siempre pasan por una razón y que e...