u n o

122 7 1
                                    

Capítulo 1.

Eran las 4 de la madrugada, demasiado temprano para cualquier persona decente y centrada en su labor de ser buen ciudadano en este planeta, pero eso no es excusa para que los problemas no dejen de llegar... a esa hora Mia Bunsen duerme, pero una llamada acaba con su sueño... y su tranquilidad.

¿Hola? - Contesta ella medio somnolienta y extrañada, ¿Quién se atreve a llamar a esa hora? -

¡Mia! Hija... necesito que vengas - Escuchó la voz de su padre muy diferente a otras veces, ahora sonaba... angustiado -

¡Papá! ¿Qué te pasó ahora? ¿Por qué llamas a esta hora?...

¡Mia estoy en la cárcel! - Al oír eso ella sale de su cama inmediatamente con los ojos asombrados, casi llora... ¡su padre en la cárcel! -

Papá... ¿Por qué...? ¡Voy en seguida! - Exclamó nada más Mia cambiándose rápido y saliendo a la policía.... Ya se imaginaba de qué se trataba -

Llegó en taxi al lugar dónde tenían detenido a su padre, entró, preguntó por él y la condujeron a la celda provisional en dónde permanecía hasta nuevo aviso de traslado a la prisión oficial -

¿Papá... qué hiciste? - Preguntó Mia tomando fuertemente los barrotes de la celda, tanto que sus dedos se enrojecieron -

Creo... creo que me excedí con mi apuesta - Dijo todo apenado, ya Mia le había pedido que dejara ese vicio pero simplemente no hizo caso -

¡Papá!...

¡Lo sé... lo sé! no me regañes... es que esta vez pensé que ganaría... había ganado un par de veces, pero cuando subí la apuesta comencé a perder y... creí que la suerte volvería...

¿Qué fue lo que apostaste? - Preguntó Mia suspirando profundo y tocando su sien en señal de desesperación -

No quise... si me hubieran dado otra oportunidad seguro recupero todo...

¡¿Padre que fue lo que apostaste y lo cuál perdiste?! - Volvió a preguntar Mia elevando la voz un poco, necesitaba saber porque el dueño del casino llegó tan lejos al enviarlo a la cárcel -

Hija... estoy apenado, pero...

¡Dímelo!... - Pedía Mia muy afligida -

La casa, el auto, mi dinero ahorrado en el banco... las joyas de tu mamá... ¡Todo! Estamos en la calle hija... - Mia al escuchar eso sólo se dio media vuelta para ahogar el llanto y todo lo que quería gritarle a su padre, hacía mucho, mucho tiempo que luchaba con él como si fuera un niño caprichoso, le aconsejaba dejar las apuestas, pero simplemente no lo hizo y ahora había perdido todo dejándola hasta a ella sin nada -

¿Por qué? - Dijo nada más Mia sin mirar a su padre, no quería hacerlo -

¡Sólo quería que nuestra vida mejorara!...

¿Qué tenía de malo nuestra vida? ¡Nada padre! Ahora sí que está muy mala nuestra vida porque nos hemos quedado en la calle...

¡No me hagas sentir peor Mia!...

¿Y cómo crees que me siento yo? ¡Yo no tengo la culpa de nada y sin embargo mírame! Estoy como tú...

En serio te juro que...

¡No me jures nada! ¿Cómo pagarás esa deuda de apuesta?...

No puedo... le pedí trabajar para él pero rechazó la idea, dijo que estaba demasiado viejo y cansado y que no le servía para nada...

¡Pues claro en los casinos sólo quieren ente joven porque los exprimen con el trabajo!... ¿Le pediste un plazo para poder pagarle por cuotas o algo así?...

¡No Mia! Él quiere el dinero ya... como no puedo me meterá a la cárcel... ¡no hay nada que hacer!...

¡Sí hay! Pero debes prometerme que si salimos de esta en una pieza vas a ir a rehabilitación para no volver a caer en el vicio de las apuestas de casino ¡Me entendiste! Hoy sí en serio papá, debes cambiar... no siempre estaré ayudándote - Dijo Mia muy firme saliendo de ahí y dirigiéndose al Casino Ginoble, lo conocía muy bien... su padre a perdido la vida apostando ahí desde que su madre murió, y eso fue hace mucho tiempo -

Entró al enorme y hermoso casino Ginoble, majestuosa infraestructura donde muchos van a dejar hasta el alma, incluyendo a su padre, estaba nerviosa, nunca había entrado a un lugar como ese, simplemente era repulsivo para ella... pero se armó de valor y preguntó lo que le que le interesaba saber.

¡Buenos días! ¿Puedo ver al señor Ginoble? - Preguntó Mia algo tímida a la mujer que atendía la puerta -

¿Al señor Ginoble padre o hijo?...

Ammm... la verdad no estoy segura... pero creo que es el señor Ginoble padre - Contestó Mia más nerviosa todavía -

¡Mi padre no está! ¿Quién lo busca? - Se escuchó una voz abrazadora detrás de ella, tan sensual como intimidante... lentamente Mia se dio la vuelta para poder saber de quién se trataba -

¿Señor... Ginoble hijo? - Preguntó ella con un nudo en la garganta -

¡El mismo! ¿Y tú quién eres? - Preguntó de nuevo con una despectiva pero hermosa sonrisa retorcida acercándose a ella... definitivamente estaba en el lugar equivocado... él parecía un ángel trabajando en el infierno -.













Apostándole al AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora