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Llegó fue un planeta de hielo.

Una bola de masa totalmente recubierta de hielo que estaba tan lejos de su estrella que no tenían en su superficie más que líquidos congelados. 

Katsuki llegó a ese lugar temblando sin ser capaz de creer que un lugar como aquel pudiera albergar vida, sabía que la tenía, siempre sabía todo lo que tenía que saber de los lugares a los que llegaba. Inmediatamente después de aparecer tanto el aire frente a él con su mano hasta que encontró una "grieta" en el espacio vacío y sacó de ella una chamarra con la cual cubrirse del frío.

Uno no podía esperar que alguien que se metía constantemente en situaciones que ponían en riesgo su vida fuera capaz de vivir únicamente con lo que llevaba puesto, ¿cierto? Esa era otra de sus habilidades y una de las que más agradecía.

Al igual que con su brazalete no sabía con exactitud cómo funcionaba, era otra de esas cosas que solamente sabía. Cuando tanteaba el espacio a su alrededor podía sentir grietas en determinados puntos, no era nada físico, simplemente la sensación de que había algo roto ahí. Le gustaba imaginar que era como el cierre de una maleta, cuando lo abría podía encontrar cosas adentro como si se tratara de un nuevo espacio. 

Había un espacio, un espacio fuera del primer plano en donde el volumen y la masa que ocupaba un objeto no afectaba. Entonces decidió guardar algo ahí y descubrió que sin importar el lugar a donde llegará el objeto siempre se mantenía consigo, como si hubiera una fuerza que los ligara a su persona, o quizá como si el brazalete decidiera llevar esa grieta consigo. Así que decidió comenzar a guardar cosas, sabía que el lugar tenía un espacio infinito, que por muchas cosas que metiera adentro no se llenaría, algunas veces se encontraba con objetos que no recordaba haber puesto ahí, tantos objetos tan raros y tan extraños. Si las cosas perdidas iban a parar a algún lado seguro sería a ese espacio oculto entre dimensiones.

Se colocó la prenda de vestir y comenzó a explorar, el frío seguía siendo insoportable. Caminó hasta encontrar lo que esperaba, una cueva en medio del paisaje congelado, sonrío antes de entrar en ella. La superficie del lugar estaba totalmente cubierta de hielo pero al interior de él y entre más bajaras la temperatura comenzaba a ser soportable.

Había vida en ese planeta, lo sabía. Y su misión era ayudar a los habitantes de aquel lugar a reparar su sistema de calefacción global. Claramente al haber vivido en aquel lugar se habían adaptado y ellos mismos aprendieron a sobrevivir y a construir sus propias herramientas, sin embargo su sistema había estado construido desde siglos atrás y nunca antes había fallado nadie en ese mundo tenía idea de cómo funcionaba. Si no recibían ayuda pronto la civilización entera perecería.

Caminó por los túneles avanzando cada vez más profundo hasta que finalmente se encontró con alguien. Una niña. Poseía el pelo y la piel rosada, un pequeño par de cuernos que apenas se notaban por el largo de su cabello y ojos de iris ámbar con la esclerótica del ojo de un color negro en lugar del blanco en los suyos. La chica lo vio y en lugar de reaccionar con miedo o agresividad como se le esperaría de alguien que ve a otra especie corrió hacia él riendo y lo jaló por la ropa guiándolo por los túneles.

—Tu vienes con el otro extraño, ¿verdad? —Katsuki no supo cómo reaccionar, únicamente se dejó llevar por la niña quien le causaba cierta familiaridad y un poco de ternura.

—¡Mina! —el grito de una mujer se escuchó por los túneles —. Te he dicho que no te alejes demasiado, el lugar se está volviendo cada vez más frío y podrías congelarte —regañó. Supuso que se trataba de la madre de la niña, su apariencia era casi idéntica.

—¡Pero él vino a ayudar! —recalcó. La pequeña Mina señaló en su dirección. La madre pareció notar su presencia por primera vez —. Viene con el otro extraño, seguramente hará lo que él no puede.

La mirada de la madre se posó sobre él, primero frunció el ceño analizándolo de pies a cabeza, hasta que finalmente su rostro se relajó.

—¿Vienes a ayudarnos?— Katsuki asintió en respuesta, entonces la mujer comenzó a caminar llevándolos hasta el centro de su ciudad en donde más personas estaban congregadas alrededor de un arcaica máquina metálica. Entonces, en el medio de toda esa multitud pudo ver alguien que definitivamente no formaba parte de esa especie.

Hojas de menta y chispas de chocolate, esta vez llevaba tantos suéteres y abrigos encima que podría decir que en lugar de un cono de helado era solo la bola de nieve, por supuesto el frío no ayudaba a controlar su imaginación.

—¡Kacchan! —gritó tan pronto lo vio. El chico trató de caminar en su dirección para saludarlo pero al hacerlo resbaló por el piso congelado bajo su pies.

—Deku —comentó en tono de burla, no podía creer que el chico tropezara cada vez que lo veía. Sin embargo su torpeza le parecía incluso linda. La pequeña Mina fue quien se acercó a ayudarlo. Después de levantarse el chico avergonzado continuó hablando.

—Ya me encargue de deshacerme del  hielo que dañó la estructura, pero no entiendo la máquina, trate de ver si podía hacer algo, esta fuera de mis capacidades pero si intentamos acomodar esto por aca y lueg...

Katsuki ya no escuchó el resto de las palabras, se dirigió a la máquina para repararla pero lo único que pensó fue en como Deku tuvo razón al decir que se volverían a encontrar. Se sentía  bien saber que había alguien que lo recordara.

«Cumpliste tu promesa» 

Pensó los últimos segundos en aquel mundo preguntándose si se volverían  a encontrar.

✨★✨★✨★✨

Este espacio estaba destinado a una explicación sobre cómo los planetas como pueden estar congelados en superficie y la forma en la que el mismo hielo sirve para guardar calor con todo y las razones científicas...

Pero estoy cansada. Quizá sí mañana me levanto temprano edite está nota.

Los quiero mucho.

🌠Reb.

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