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«Tú me amas»

La palabras de Deku se repitieron en su mente.

«Puedo sentirlo»

Una vez más.

«Lo siento cuando me besas, cuando me abrazas, cada vez que acaricias mi mejilla y me miras como si fuera lo más maravilloso del universo»

No había nada seguro sobre lo que vendría a continuación, pero gracias a las palabras de Deku supo que sin importar que debía tratarlo con todo el amor que de por sí le tenía, sin distanciarse, sin ocultar sus sentimientos. Debía mostrar todo su amor y el propio Izuku lo sentiría.

Tampoco es que fuera muy bueno fingiendo, dudaba ser capaz de pasar un momento sin poder demostrarle a Deku cuanto lo amaba, así que supuso que estaba bien.

Los besos continuaron, los abrazos, las caricias, sorprender a Deku por la espalda mientras susurraba a su oído. Todos aquellos actos a los que se había habituado nunca disminuyeron.

Por el contrario la confianza de Deku lo hizo. Llegó un punto en donde el chico apenas era capaz de tomarle la mano sin temblar por los nervios y sonrojarse pero eso a Katsuki en lugar de molestarle sonrió con ternura ante la forma de reaccionar de su novio.

Después de varios siglos regresó a la misma ciudad en la que conoció a Eijiro. Eran unos 18 años atrás, el joven, o más bien niño, no debía de tener más de 5. Supo exactamente lo que debía hacer.

Juzgo por la hora que aun era demasiado temprano para su acto, antes que nada debía conseguir el número del cómic exacto que Kirishima había recibido. Escuchó la historia tantas veces que sabía exactamente de cuál se trataba. Tomo 16 de el héroe Red Riot.

Pasó a la tienda de cómics y pago dejando al encargado el cambio. Tan pronto cruzó la puerta una corriente de aire soplo llevándose con él un sombrero de playa. Por puro instinto atrapó el objeto y vio como una mujer se acercaba corriendo hacia él.

—Muchas gracias —suspiró inhalando el aire que perdió por correr —. El viento se lo llevó y de no ser por ti no lo hubiera alcanzado —. Una joven de veinte años, incluso menos. Un cabello y ojos verdes que Katsuki reconoció al instante. La señora que le enseñó a preparar Katsudon, no una versión de ella o un arquetipo. Ella misma varios años más joven.

La chica tomó su sombrero para colocarlo sobre su cabeza. Vestía un lindo vestido floral y estaba más delgada. Claramente se había maquillado para una cita, pero era un maquillaje natural que únicamente resaltaba su belleza. Le sonrió de una forma muy parecida a la de Izuku, confianza y amor hacia cualquier ser viviente sin importar qué.

Después de varios segundos notó que él no era el único que observaba al otro detenidamente.

—¿Ocurre algo? —preguntó. Ella saltó ligeramente avergonzada por ser sorprendida mirando.

—¡Nada! Es solo que... —lo pensó un poco antes de continuar —. Te pareces mucho a una vieja amiga. Mitsuki Bakugō, ¿La conoces? No me sorprendería que fueran primos o incluso hermanos, pero ella nunca me menciono de ningún hermano así que...

—¡Inko! —un hombre gritó.

El cuerpo de Katsuki se congeló reconociendo la voz de ese hombre como la perteneciente al líder de la banda criminal a la que combatió con Ejiro.

—¡Hizashi! —gritó ella con entusiasmo tal que Katsuki supo que para él se vistió de esa manera. Corrió directamente al hombre no sin antes despedirse alegremente de Katsuki como si de un viejo amigo se tratara—. ¡Nos vemos! ¡Muchas gracias! ¡Saluda a Mitsuki de mi parte!

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