Capítulo 1

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Era un día de clases lluvioso, el pequeño Seungkwan corría a través del jardín de la escuela para llegar a su próxima clase. Hace minutos sonó la campana pero el niño estaba entretenido viendo a los mayores actuar en el club de teatro que decidió ignorar el sonido molesto de la campana, además que el profesor de matemáticas no gozaba de buena reputación con respecto a su puntualidad, pero ese día Boo Seungkwan no contaba con mucha suerte.

Encontró la puerta del salón cerrada. Se puso en puntita para ver con dificultad a través del pequeño cristal. A cómo temía, había llegado tarde o su profesor despiadado decidió llegar "temprano", pero el caso era que este ya se encontraba adentro aburriendo al resto de alumnos. Se apoyó en la puerta, su ropa goteando y creando un pequeño charco a su alrededor. Lo mejor sería volver al club de teatro y esperar por la campanada de salida pero cuando se iba a alejar divisó a un niño de cabellos color miel caminar con la cabeza gacha.

Seungkwan lo reconoció de inmediato. Se trataba del niño nuevo, del que todo mundo estuvo hablando recién llegó a la escuela el mes pasado. Debía admitir que no recordaba su nombre, ni de dónde venía exactamente, ni siquiera estaba seguro su en algún momento lo había escuchado hablar. ¿Será mudo?

Seungkwan se quedó quieto, observándolo venir a través del pasillo sin que él reparará aún en su presencia.

—¿También te fiaste de su impuntualidad? —Inquirió suavemente, haciendo que el otro levantara la cabeza de inmediato. Seungkwan miró directamente a los ojos castaños más bonitos que había visto hasta el momento.

El niño extranjero lo quedó viendo sin decir una palabra y sin ninguna expresión en su rostro, solo consciente de la mirada curiosa que la deba el otro.

—Oh, dios, realmente eres mudo —Exclamó Seungkwan luego de unos segundos. El otro niño parpadeó y pareció volver a la realidad.

—No —Dijo. Seungkwan se inclinó hacia el niño. La voz de aquel niño era suave y con un extraño acento. 

—¿No qué? — Sin darse cuenta se había acercado más al niño—¿No eres mudo o no te fiaste de la impuntualidad del profe? Qué cosas digo, claro que no eres mudo, acabas de decir una palabra. Y yo que pensabas que eras mudo ya que no sueles hablar mucho en clases, en cambio a mí suelen callarme por hablar de más, pero los profesores no saben que tengo mucho que decir. Casi no soy amante del silencio, me pone triste así que siento la necesidad de llenarlo con palabras, además que mis padres siempre...

Seungkwan fue callado de inmediato por unas heladas manos. Aquel niño le tomó menos de un segundo en poner ambas manos en su boca, haciendo que el otro enmudeciera de repente, más que todo ante la sorpresa de tan repentino atrevimiento.

—Eres molesto —Dijo el niño luego de extensos segundos, ambos mirándose a los ojos. Inseguro, apartó lentamente  sus manos del rostro del de mejías regordetas esperando que no soltera otra chillón discurso. En cambio aquel, solo le sonrió.

—¡Soy Seungkwan! —Dijo emocionado, tomando deliberadamente una de sus manos, lo que provocó que que el niño se sintiera sumamente incómodo.

—Me llamo Hansol —Susurró el de cabellos castaños, estaba seguro que Seungkwan desconocía su nombre, más de un mes llevaba en la escuela y los pocos que le hablaban solo se referían a él como el niño extranjero.

—Bien, Hansol, vamos al club de teatro —Dijo con decisión y sin soltar aún su mano. Hansol entró en pánico.

—¿Qué... Qué dices? No podemos, debemos hacer el intento de entrar a clases... —De repente se calló, no era fan de las matemáticas y tampoco de hablar para inventar escusas o mentiras justificando su tardanza.

—Son las dos últimas horas de clase, él profe es un ogro de odioso, mejor perdamos el tiempo viendo a los mayores prepararse para la obra de teatro de fin de curso. Es bonito, me gusta cómo actúan, e incluso logré ver el vestuario, es tan lindo. La obra que representarán es de un libro que mi mamá leyó de joven y que...

—Guarda silencio y llévame al club de teatro —Dijo Hansol, aquel niño lo empezaba a desesperar con tanto oírlo hablar. Él respetaba el silencio, incluso le agradaba, su casa era silenciosa y su padre un hombre de pocas palabras así que le resultaba agobiante ver cómo aquel niño decía palabra trás palabra como si fuera una ametralladora.

Otra enorme sonrisa y Seungkwan lo llevó al club de teatro, conociendo perfectamente el camino mientras una vez más se tenían que mojar para cruzar el jardín que separaba el lado de los niños con el de los mayores.

Hansol conocía a Seungkwan, bueno, todos en la escuela lo conocían, formaba parte del trío de niños escandalosos y bromistas que siempre se mantenían hablando y haciendo reír al resto. Llamaban demasiado la atención los tres juntos, así que era inevitable no haber oído hablar de ellos. Soonyoung, Seokmin y Seungkwan, eran niños que no sabían cómo pasar desapercibidos. No como él.

—Se sigiloso y guarda silencio —Seungkwan se rió ante su comentario —Siempre eres silencioso, no habrá problema con eso.

Se hallaban en el lado sur del auditorio, donde los del club de teatro prácticaban, la puerta principal estaba cerrada así que tenían que entrar por una de las salidas de emergencia.

—¿No tiene amigos ahí adentro que no nos delaten con el director? —Inquirió Hansol en un susurro. Se encontraba nervioso de estar en terreno de los mayores aparte de que ambos estaban fuera de clases y a punto de colarse en un ensayo privado.

—No. Los mayores se creen gran cosa, les gusta actuar de responsables y maduros con nosotros creyendo que así se verán geniales, pero no. —Seungkwan apoyó la oreja sobre la superficie de la puerta. Sus ojos se encontraron con los de Hansol —Dame tu mano y entremos.

Hansol dudó. Hasta el momento Seungkwan era el niño con quién hasta el momento había intercambio más palabras durante su estancia en la escuela. Él niño era exasperante, ruidoso y aventado pero resultaba que a él le agradaba, pero solo un poco.

—Hansol...

—¿Por qué me pediste que viniera contigo aquí? —Preguntó el niño. Quería saber, no quería que Seungkwan le hablara o le hiciera compañía por lástima.

—Porque ver la obra era mucho mejor que quedarme contigo padeciendo frío y a la espera de que algún profesor nos atrapé fuera de clases —Le dió una sonrisa sincera —Aparte de que no me gusta la soledad.

—A mí me gusta el silencio —Comentó Hansol.

Seungkwan río.

—Lo noté, por eso también decidí traerte. Ver una obra de teatro es el único momento en que puedo guardar silencio. No quería que a la primera salieras huyendo de mí.

—Eres raro —Era lo único que logró decir. Las palabras del niño lo habían echo sentirse extraño.

Seungkwan le dedicó una enorme sonrisa, lo tomó de la mano y lo hizo entrar al auditorio. Su mano nunca dejó la de Hansol, ni siquiera cuando lograron colarse en los últimos asientos para no ser vistos por lo mayores. Seungkwan le hizo quitarse el abrigo y buscando la parte  menos húmeda le secó el cabello y luego volvió a tomar su mano.

Hansol no vió el ensayo, ni siquiera le prestó tanta atención, aquello le aburría, pero sí comenzó a notar el rostro de Seungkwan, como sus ojos se iluminaban ante cualquier escena que lograba salir bien, como reía junto al elenco cuando cometían algún gracioso error, como sí él hubiera formado parte. Lo miró suspirar, rodar los ojos cuando algo no le salía bien a alguien, y especialmente lo vio sonreír con anhelo, como queriendo estar ahí. Y sobre todo, Hansol fue consciente de como aquella mano ajena sin darse cuenta apretaba su mano ante alguna escena intensa o dramática, y se dió cuenta que no le molestaba. Que el calor que emanaba la mano de Seungkwan era agradable.

➸ Verkwan 💫 El chico con la sonrisa más hermosa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora