Capítulo 11

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Corrí hacia la puerta, fue un movimiento instintivo, cuando llegué al pasillo ya no había rastro de la bruja. Me sentí decepcionado, cómo no la había visto antes... En realidad, ¿Cómo es qué había logrado verla?. Se supone que cuando una bruja se camufla nadie es capaz de encontrarla, nadie que no maneje esa clase de hechizos, eso decían los libros. Una incógnita a resolver en otro momento, en ese instante tenía el cuerpo de Alexandre a mis espaldas y la reapertura del caso.

El encargado del asilo llamó a una ambulancia y nos pidió nuestros números de contacto, ya que Alexandre no tenía familia. Su idea era cremar al anciano y entregarnos los restos. Mia aceptó la idea y le preguntó quién se iba a hacer cargo de los gastos. El encargado dijo que correrían por parte del asilo, que no nos preocupáramos, que era un tema solucionado hacía tiempo. En ese momento me sorprendió, pero habían sucedido tantas cosas que no me detuve en ese detalle sutil.

Nos despedimos y viajamos por la ruta de vuelta a casa. El trayecto fue lento y silencioso, Tomás todavía derramaba alguna que otra lágrima y Mia manejaba concentrada. Ella parecía contener un enojo incontrolable, se le notaba en las manos que se habían puesto blancas de tanto apretar el volante del auto. No sé qué era lo que la hacía estar tan furiosa, yo ni siquiera le había comentado que había vuelto a ver a la bruja colorada.

Cuando entramos otra vez en El Paso Mia decidió hacer una parada antes de ir a casa y encaró hacía El Guardian. Una vez que dejamos a Tomás, ella me pidió que me pasara al asiento delantero. Ni bien mi hermana puso primera y avanzó unos metros me escupió:

—Vamos por el principio Aaron—Mia me miró y noté que no estaba de humor para discutir—¿Qué pasó mientras no estaba? ¿Por qué corriste a la puerta? ¿También sentiste eso cuando Alexandre se empezó a ahogar?

—La vi, Eme... vi a la bruja que secuestró a Nicolás. Ella mató a Alexandre, lo asfixió y no la pude ver hasta que ya estaba saliendo de la habitación... apenas vi un poco de su pelo

Mia hizo silencio y pude notar como empezaba a atar cabos de todo lo que habíamos hecho en los últimos tiempos. Todas las investigaciones, las charlas, las búsquedas y demás cosas. Buscaba la razón por la cual la bruja se había arriesgado a que la viéramos, qué era lo que la había llevado a tal descuido.

—Vamos a la Iglesia, necesitamos la opinión del Padre—dijo Mia en un tono que no dejaba muchas opciones

Una vez ahí, el Padre José nos recibió en su oficina, le contamos lo sucedido y mientras avanzábamos en la historia, su cara neutral pasaba a ser una sonrisa de triunfo. Había vuelto a aparecer la bruja que mató a su familia y eso era todo lo que le importaba. Le contamos todo lo sucedido, inclusive saque a relucir el punto de que el asilo se hacía cargo de la cremación, pero pareció que al Padre sólo le interesaba una cosa, encontrar a la colorada.

—Bueno, son buenas noticias, ahora tenemos que buscar los cabos sueltos para atraparla—dijo el Padre mientras se acomodaba en la silla

—Padre, con todo respeto, pero Alexandre murió, cómo puede ser tan insensible—dijo Mia sorprendida

—Perdonen, se me va la cabeza con este tema. No quise decir eso, lamento mucho lo de Alexandre, pero ya está muerto y quiero liquidar a esa bruja de una vez por todas...

Decidí que era el momento de intervenir y aclarar un par de tantos con respecto a algunas cosas que barajaba en mi cabeza y que hasta ese momento no les había comentado nunca.

—Padre, Mia, entiendo que todos tenemos nuestras preocupaciones y que es un momento difícil... Yo estuve pensando algunas cosas que quiero decirles... Tengo tres puntos dando vueltas: El primero es Sven y el Club, creo que sé por qué secuestraron a esos chicos hace tantos años. Creo que es parte del ritual para pasar el legado protector al siguiente Sven Kuldesen. El segundo punto es la bruja colorada, es muy extraño que justo hayamos perdido el rastro de ella y de Sven al mismo tiempo. Siento que algo tienen en común, aunque no se bien qué. Ahí hay una conexión que nosotros estamos dejando pasar. Y el tercer punto es que creo que hay más personas involucradas, que el crematorio lo pague el asilo es algo muy extraño... Se nota que no sobra la plata. O la gente lo hace por convicción o los están controlando. No podemos confiar en nadie. Cuando digo nadie, Mia, es nadie, eso incluye a Tomás—dije esto y vi cómo le dolía, le dolía pero lo aceptaba

—Excelentes observaciones Aaron,—intervino el Padre— creo que la primera puede ser de mucha ayuda para saber a qué nos enfrentamos. Tengo un libro muy importante que habla de rituales de longevidad, lo estuve leyendo hace poco y noté que estos ritos son traídos de los desiertos Árabes. Los Cristianos los descubrieron en las cruzadas, cuando un pueblo de no más de trescientos habitantes resistió contra un ejercito de cinco mil hombres entrenados. En relación a la bruja y Sven, creo que es una gran conexión, quizás los estábamos viendo por separados y en realidad actúan juntos, creo que debemos ir al Club y entrar en el Mausoleo. Mia, ¿Podrás hacer algo para darnos ese permiso?

—No, vamos a tener que hacerlo por nuestras cuenta, pero tenemos que calcular qué pasaría si entramos y tenemos que enfrentarnos a Sven.—dijo ella seria—No puedo dispararle con mi arma reglamentaria

—Ok, vayamos hoy mismo, no podemos dejar pasar más tiempo o las pistas se van a volver a enfriar.—dijo el Padre mientras se levantaba del asiento—Con respecto a lo de Tomás, estoy de acuerdo con Aaron...

La aclaración fue una patada en el estómago para Mia, ya bastante enojada se la notaba conmigo por desconfiar de Tomás, pero ahora no tenía la opción de discutir. Mia no dijo nada al respecto y empezó a hablar de las mejores opciones para entrar al mausoleo. Como conocía a mi hermana, sabía que lo peor no había llegado...

Después de un rato de discutir opciones, decidimos que todos llevaríamos un arma blanca para defendernos, Mia también llevaría su arma reglamentaria en caso de emergencia y entraríamos a plena luz del día para evitar un enfrentamiento por la disuasión del personal y los socios. Yo estaba en desventaja, solo había entrenado algunos meses, en cambio Mia y el Padre José llevaban años entrenando.

Nos pusimos en marcha hacia el Club, los tres en el auto de mi hermana. En el viaje discutimos sobre qué personas podrían estar vinculadas con la bruja y qué personas manejaban un mínimo de información sobre lo que hacíamos. Llegamos a la conclusión de que tendríamos que pasar desapercibidos y comentar lo menos posible.

Una vez que llegamos a la entrada, tomamos el camino principal. Recorrimos las diferentes instalaciones hasta llegar al mausoleo. El Padre me pidió que sacara algunas fotos desde diferentes ángulos y que si encontraba alguna inscripción o algo, que la fotografíe de cerca. Cumplí con la petición y sobre un costado de la entrada saqué fotos a unos símbolos extraños, eran muy chicos, casi no se notaban.

—¿Encontraste algo?—dijo el Padre José

—Sí, estas—dije y le mostré las últimas fotos

El padre se quedó en silencio mientras estudiaba las capturas, para después decir:

—No recuerdo haber visto esto antes, pero parece Árabe. Vamos a compararlo con mis libros cuando volvamos a la Iglesia

—Padre, deberíamos entrar ahora, se que todavía es de día y es posible que nos vean, pero este lugar me da mala espina—dijo Mia pensativa

—Sí, hagámoslo ahora

Intentamos abrir la puerta del mausoleo y estaba cerrada. No se veía ningún candado ni cerradura, así que debía estar trabada por dentro. Esto complicaba las cosas, no podíamos romper la puerta y entrar como si nada, teníamos que ingeniárnosla para no dejar rastros. En ese momento vi una pequeña rejilla por la cual solo podría pasar una rata, estaba alta pero si alguien me ayudaba a subir, podría mirar hacia adentro. Lo comenté y mientras señalaba, Mia y el Padre José comenzaron a alzarme.

Lograron levantarme y quedé apoyado con los pies en sus hombros. Los dos preguntaron al mismo tiempo:

—¿Ves algo?

—Sí, veo una caja.—dije pero no podía describirla, solo podía mirarla. La caja debía medir un metro por un metro y medio, era de una madera oscura tirando a rojizo y tenía dibujos tallados en madera. Estaba sola en el medio del mausoleo, no había ningún cajón, sólo la caja.

Dentro de mi cabeza todo se empezó a moverse y me vino una imagen. La entidad me sonreía, tenía cara... Calvo, tez pálida, ojos rojos y dientes en punta.

—Tardaste más de lo esperaba... ya era hora de que me visitaras...¿Cuál va a ser tu deseo?—dijo y cuando terminó de hacer la pregunta sacó su lengua, era larga, tajeada y amarilla. Tan larga que le llegaba a la nuez.

La Cosa del ClubDonde viven las historias. Descúbrelo ahora