Con mi hermano nos miramos y seguimos al Padre. Me ponía nerviosa, siempre hacía las cosas sin importarle las consecuencias. La diferencia era que ahora nos podía costar la vida de verdad. Si la persona que estaba ahí dentro era la bruja colorada, nosotros no teníamos nada para defendernos, nada más allá de mi arma reglamentaria que no sería de tanta ayuda...
El Padre entró, no miró atrás ni nos pidió que lo siguiéramos. Estaba loco pero tenía convicción. En cuanto entramos con mi hermano notamos que todas las luces estaban apagadas, ya eran más de las siete de la tarde y era casi de noche, apenas podíamos distinguir qué había ahí dentro. Por lo pronto, no veíamos al Padre, había entrado rápido y no sabíamos dónde se había metido.
Busqué alguna perilla de luz pero no encontré ninguna, Aaron miraba todo con cierto asombro, como si descubriera las cosas por primera vez. Lo más extraño era que yo no veía nada, no entendía cómo hacía mi hermano para distinguir algo. Caminé en linea recta por el camino que parecía libre, hasta que a los pocos pasos llegué a lo que debía de ser la cocina, un cuadrado de tres por tres, donde encontré las perillas de luz. No sé quién habría diseñado el sistema eléctrico de aquella casa, pero era un desastre.
Al mover las perillas sólo algunas luces se encendieron. La luz de la cocina iluminaba apenas el pequeño living, por donde habíamos entrado. Otra luz, a la distancia, iluminó un largo pasillo. Por fuera, la casa parecía pequeña, pero ahora podía ver que la construcción seguía hacia el fondo. Aún así, el fondo del pasillo seguía bastante oscuro y, para empeorar la situación, la única luz empezó a titilar. Las sombras que envolvían al corredor parecían moverse se movían.
Aaron me miró asustado, su ojos me decían que no recorriéramos ese pasillo, aunque era el único lugar por donde podría haberse ido el Padre José. La luz titilaba cada vez más y el juego de sombras se volvía más intenso. Teníamos que seguir. El momento para retirarse hubiera sido cuando todavía estábamos en la Iglesia o, en su defecto, cuando estábamos en la puerta. Ahora ya no podíamos parar ni volver atrás...
—Ari, hay que seguir, el Padre está allá, no podemos dejarlo solo.
—Ya sé, pero no pensé que iba a ser así, tan aterrador.
—Tranquilo, vamos a salir de esta y vamos a resolver muchos casos más juntos—dije pero vi que mi hermano no pensaba lo mismo, quizás el había visto algo, pero no mencionó nada.
Caminamos por el largo pasillo, yo iba adelante con el arma en mi mano y Aaron iba detrás cubriéndome la espalda. Revisamos puerta por puerta, en cada cuarto encontramos algo distinto: En el primero de la izquierda, había un baño; a la derecha, una habitación que parecía de invitados; un poco más adelante, un pequeño taller lleno de herramientas; y más allá, una habitación con una cama matrimonial. Nos quedaban dos cuartos más por revisar cuando escuchamos un golpe desde el último cuarto de la izquierda. Nos dirigimos rápido hacia allí y nos dimos cuenta de que no se trataba de otra habitación, sino de otro pasillo. La distribución de la casa se volvía complicada, hasta en cierto punto me pareció un laberinto. El pasillo se parecía bastante al que recién habíamos recorrido. En ese instante, dudé de si era el mismo o un deja vú.
Cuando me encaminaba para buscar el lugar de donde había provenido el ruido, Aaron se detuvo y me preguntó:
—¿No recorrimos ya este pasillo?
—Siento que sí, pero quizás es parecido...—dije.
—Puede ser, ¿No tenés sueño?
—Un poco, pero quiero buscar al Padre y volver a casa. Tomás cocina hoy y no me quiero perder sus pastas
—Invítenme a comer, pero sí, busquemos al Padre... ¿A qué vinimos acá?
—A buscar al Padre, está perdido. ¿A qué más si no?
—Tenés razón, perdón. Es que tengo mucho sueño...
Empezamos a recorrer el pasillo habitación por habitación. Baño, cuarto de invitados, pequeño taller, dormitorio principal, ruido de un golpe y otra vez un pasillo. Y otra vez, baño, taller, ruido y pasillo. A la quinta o sexta vez que recorrimos el pasillo, mi hermano se frenó de golpe y entró en una de las habitaciones. Tardaba en salir y decidí entrar a buscarlo. Me encontré con el lugar vacío.
Me desesperé, ya estaba al borde de la locura y sentí que quería romper las cosas, cuando empecé a sentir un susurro "Eme, Eme, despertate"... El susurro se convirtió gradualmente en la voz de mi hermano, hasta que de pronto sentí que alguien me tiraba del hombro. Parpadeé varias veces y me encontré caminando alrededor de la mesa de la cocina, con mi hermano que me miraba junto a la heladera.
—Nos estaba haciendo ver lo que ella quería, nos quiere volver locos —dijo Aaron—Estamos en el lugar correcto. La encontramos...
El Padre José apareció en la puerta, venía de una de las habitaciones que había cerca de la cocina, en la casa no existía ningún pasillo. Se lo notaba agitado y molesto.
—Acá no hay nadie, revisé todo. ¡No hay nadie! —gritó el Padre.
—Está acá, la puedo sentir. ¿Qué es lo que decía siempre la abuela? —preguntó Aaron.
—Lo esencial es invisible a los ojos —respondí.
—Eso, tenemos que dejar de ver con...—dijo Aaron y se puso tenso.
La poca luz no me dejó distinguir lo que pasaba. Un cuchillo pareció asomarse de la nada y acercarse a la garganta de mi hermano. Junto al cuchillo apareció la figura de la mujer colorada. La misma que había visto en la puerta de El Guardian que había atado a Nicolás.
—¿Qué hacen acá? ¿Cómo me encontraron?—dijo la bruja, que no se parecía en nada a Mariana.
—Nos trajo tu marido, sabemos lo que sos y sabemos que tu marido es Sven Kuldesen. Dejá al chico, es a mí a quien buscas...—dijo el Padre José firme pero pálido.
—Ja ja ja, ¿Y vos quién sos? Sven no es más que un sirviente... Mi marido... Qué gracioso —dijo la bruja y descolocó por completo al Padre.
—Yo sobreviví a tus atrocidades. Soy José Ponce, el único superviviente de la familia que mataron hace ya muchos años, soy exorcista y te voy a devolver al infierno.
La mirada de la bruja se fijó en el Padre, sonrió y cuando ella estaba por responder, actué por instinto, levanté mi arma y disparé dos veces.
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La Cosa del Club
Mystery / ThrillerEsta es una historia real, no todo es lo que parece. Quizás tu vecino no es sólo un abogado o tu dentista no es lo que parece. Lo importante está en los detalles...