Capítulo 18

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Las chispas saltaron hacia todas partes, como si el fuego del tronco supiera que era producto de la maldad, y al entrar en contacto con el rosario, lo rechazara de inmediato.

Alice nos miraba con suficiencia, sospeché que en su interior tenía un fuerte sentimiento de triunfo. Su sonrisa mostraba la dentadura entera, a tal punto que le desfiguraba el rostro. Una vez consumido el rosario, ella hizo una seña y sentimos un golpe detrás nuestro.

Nos dimos vuelta y vimos que Sven había acercado a la puerta una madera que debía de pesar más de doscientos kilos. Si faltaba algo que nos confirmara su identidad ahí estaba la prueba. Miré a mi hermana y al Padre, ya habían salido del estado de shock y ahora buscaban diferentes opciones para salir de ahí.

—Bueno, creo conveniente presentarlos ante mi aquelarre. Ustedes son invitados de lujos —dijo Alice y miró al Padre y a Mia—, en cambio vos, Aaron, sos parte de la fiesta.

Mi cuerpo dejó de obedecerme y comencé a caminar hacia el fuego. Las llamas empezaron a cesar y formaron una copa en la parte superior del tronco. Me acerqué al círculo de brujas y tres de ellas me guiaron hasta el centro. Me senté contra mi voluntad, mi cuerpo seguía sin responderme, ellas me rodearon con una cuerda y me ataron a la caja.

No llegaba a ver qué había pasado con mi hermana y con el Padre José, pero una vez que me terminaron de atar, pude distinguir que ellos tampoco podían moverse.

En mi interior me debatía con la fuerza que me sujetaba para lograr moverme y de repente mis brazos respondieron. Empecé a zarandearme y volví a tener el control. Las mismas tres brujas decidieron atar al Padre y a Mia. Alice había armado todo el show y nadie le iba a impedir disfrutarlo.

—Por dónde empezar... Los tuve que inmovilizar, no quería lastimar a nadie antes de tiempo. Controlar cuerpos no es lo que más me gusta, la última vez que lo hice fue con esa mocosa, Victoria creo que era su nombre. No la maté porque hubiera sido sospechoso, quería reactivar al que ve sin necesidad de los ojos. Hace cuanto que lo espero... —continuó Alice.

—Maldita, deberías desear que no sobreviva a este día, y que no vuelva a tener la oportunidad de cazarte. Porque si tengo esa oportunidad, ahora que te vi la cara, no voy a parar hasta tener tu cabeza como adorno —dijo el Padre José fuera de sí.

—Tranquilo niño, no vas a sobrevivir a hoy. Ninguno va a sobrevivir. Cuando Aaron cumpla con su parte del ritual, quizás liberemos a su hermana pero a vos seguro que no. Veremos cómo se comporta el protegido de su abuela.

—¿Por qué sigue nombrando a mi abuela? ¿Qué tiene que ver ella con todo esto? —pregunté.

—Cierto, hay algunas cosas que me voy a tomar el tiempo de explicarte. Ya es tiempo de que entiendas cómo funcionan las cosas. Siempre consideré que la información es poder, pero en tu caso ya estás condenado. Tu abuela tenía dos de los dones de bruja blanca. La clarividencia y, el menos frecuente de todos, el control de voluntades. Este último se da solo cada dos o tres generaciones y es el único que puede dañar a una bruja. Mientras ella viviera, estabas protegido y nosotras en la oscuridad. Por suerte, hoy se va a cerrar su linaje y su familia ya no esparcirá este molesto don.

—¿Y qué tiene que ver todo eso conmigo? —la interrumpí.

—Qué impaciente. Está bien, voy a pasar a explicar tu papel de esta noche. Solo el que ve sin necesidad de los ojos puede abrir la caja donde habita el genio. Solo vos, Aaron, podés comunicarte con él. Sospecho que ya lo viste alguna vez, el estúpido de Sven lo tenía guardado a la vista de todos —dijo Alice y en mi cabeza sonó "¿Cuál va a ser tu deseo?"—. Tu función es pedirle lo que yo te diga, si hacés lo contrario no solo tu hermana va a morir, si no también tus padres. También voy a profanar la tumba de tu abuela y le voy a ordenar a Sven que fornique con ella hasta que se le desprendan los miembros y no pueda ser reconocida. ¿Está claro?

Hubo silencio, nadie se atrevió a hablar, ni las brujas ni Sven ni mi hermana ni yo. Lo que se respiraba era miedo, pude notar que las brujas del aquelarre también le temían a Alice. Yo también tuve miedo, tuve miedo por mi familia, tuve miedo por tener que ayudar a que nuestro mundo estuviera un poco más oscuro al amanecer. Pero asentí con la cabeza.

—Muy bien, dentro de poco le vas a mandar mis saludos a tu abuelita —dijo Alice y su sonrisa le desfiguró la cara todavía un poco más—. Se preguntaran qué función cumplió la condenada de Ana, la idiota que trajeron atada. Ella está hace solo veinticinco años en mi aquelarre, siempre quiso mi lugar y solo la usé como señuelo. Hablando de esto, Sven, es hora, sabés qué hacer con ella.

Sven abrió la caja que llevaba en la mano, sacó un cuchillo de su cintura y lo clavó hacia adentro, sobre algo que yacía en la caja. La bruja colorada, inconsciente cerca de la puerta, se retorció. Había apuñalado su corazón. Supe entonces que el heredero y protector de la entidad, que ahora sabía que era un genio, se acercó a mí y encendió con el fuego del árbol un palo con tela en la punta. Volvió sobre sus pasos hasta donde se retorcía la colorada. Apoyó el fuego sobre sus rulos y unos instantes después solo quedaban cenizas de la que había sido nuestra sospechosa durante más de un año.

—Esta idiota se pensaba que yo no sabía donde se escondía ni sus planes. Hizo todo lo que yo quería que haga, incluso matar al viejo Alexandre. Todo salió tal cual lo había planeado. Ahora la quemará la nieve del infierno. —Alice se acomodó el pelo y continuó—Es momento de que empecemos con el ritual, pero antes te voy a explicar lo que vas a hacer.

Alice se acerco a mi y al oído me dijo:

—Vas a pedir la inmortalidad y poder absoluto de la magia oscura sobre la tierra, lo vas a pagar con tu vida y lo vas a pedir para...—Por más que intenté recordarlo, nunca pude volver a reproducir su nombre verdadero.

Ella se alejó de mi y volvió a su lugar para controlar que todo siguiera su curso. Una vez ubicada, las brujas del círculo comenzaron a entonar un cántico en una extraña lengua, bamboleándose en círculo casi sin respirar. El tronco que tenía la copa de fuego empezó a chispear y su tamaño disminuía, después un rato fue tan pequeño que parecía un bonsai. Alice lo levantó y la tapa de la caja se abrió.

—Este árbol simboliza tu vida, Aaron. Cuando cumplas con tu palabra la llama de la copa se apagará y tu vida se convertirá en mi deseo.

No había terminado de decir esto cuando todo se volvió borroso de nuevo, dejé de estar en la Iglesia y pasé a estar en una cueva de piedra rodeado de nieve. El clima parecía frío, pero no sentí frío, solo podía ver y escuchar lo que ocurría ahí, ni siquiera necesitaba respirar.

Estudié la cueva con detenimiento y parecía antigua. Tenía inscripciones que ya había visto antes, sí, las había visto en la caja. No sabía qué significaban pero sí sabía a quién pertenecían.

—Hola Aaron, al fin podemos conocernos. Llevo demasiado tiempo a la espera de cumplir otra vez con el deber que se me otorgó, más tiempo de lo que la raza humana siquiera podría imaginar —dijo la entidad.

Al fin sentir frío, no por la cueva, no por el clima, era un frío interior que me heló el corazón, que endureció mis extremidades. Entonces recordé:

«¿Cuál va a ser tu deseo?»

—No entiendo, hablás de tu deber, ¿Cuál es tu deber? —pregunté tan tieso que apenas podía modular.

—Mi deber es el de todo genio, cumplir con el deseo de quien se atreva a convocarme. Debo advertirte que todo tiene un precio. Cuanto más esfuerzo requiera el deseo, más caro costará. También tengo la obligación de advertirte que debés pedir con exactitud lo que quieras, no dejes nada a mi interpretación.

El genio sonrió y se relamió con su lengua amarilla, mientras se frotaba las manos que habían posado en mi hombro cuando era un niño.

—¿Cuál va a ser tu deseo? —preguntó una vez más.

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