Capítulo 12

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Aaron se desmayó y cayó de espaldas contra el pasto. Tengo que admitir que, después de comprobar que estaba bien, disfruté su caída. Antes se había comportado como un imbécil, cómo era capaz de insinuar que Tomás no era de confianza. Una idea tan estúpida como él.

Tuvimos que cargarlo hasta el auto, subirlo, luego bajarlo en la Iglesia y, por último, ponerlo sobre una cama que preparó el Padre José. Todo esto mientras él susurraba cosas sin sentido. Una vez acostado, fuimos con el Padre a la oficina y miramos las fotos que Aaron había tomado.

—Me parece muy extraño nunca haber visto estas inscripciones en ningún lado.—dijo el Padre José pensativo—Tendría que revisar los libros más antiguos... aunque esos no tienen nada que ver con brujas...

—Sí, sería bueno, de paso esperamos a que Aaron despierte y nos ayude a entender qué pasó. Pero antes... quiero hablarte de otro tema...

—Bueno, voy a buscar las cosas y cuando vuelvo me decís...

—No, no, vamos a hablar ahora. ¿Usted quién se cree que es para decirme en quién debo confiar?—dije y noté la incomodidad del Padre

—No me mal interpretes, Mia... Sólo dije que coincidía con Aaron, vos podés hacer lo que quieras...

—Ah, mejor así, entonces. Vaya a buscar los libros, lo espero acá sentada

El Padre tardó bastante más de lo esperado, creo que había generado en él el impacto que buscaba, nadie me iba a decir qué hacer o cómo actuar y menos en relación a alguien que quería. Eso me había prometido mucho tiempo atrás. Cuando regresó, lo hizo en silencio y con un cierto aire de vergüenza.

Empezamos a revisar los libros, las páginas pasaban y no había nada que pudiésemos sacar relacionado a las fotos del mausoleo ni a las inscripciones ni a nada. La realidad era que no sabíamos bien qué buscar, teníamos un dibujo que parecía algo escrito en árabe, pero nada que lo confirmara. Intentamos escanear la imagen y que un buscador hiciera el trabajo de encontrarle significado, pero tampoco funcionó. Fue entonces cuando le pedí al Padre que nos tomáramos un descanso y que repasáramos el problema otra vez desde el principio.

—Estamos dejando pasar algo clave... algo que nos debería conectar a esta runa o con lo que sea que está grabado en el mausoleo. No tenemos la información suficiente para buscar en los libros, es como buscar una palabra en el diccionario y solo saber la definición. Sabemos que la palabra está, pero es casi imposible saber en qué parte del diccionario se encuentra...—dije y vi que el Padre asentía

—Tenés razón, vamos a tener que esperar a que Aaron despierte para saber si vio algo que nos pueda ayudar...

En ese momento, vi la cara de decepción del Padre, todo lo que habíamos esperado para tener noticias de la bruja y otra vez volvíamos a estar estancados. Era entendible que se desilusionara, pero si de algo estaba segura era de que Ari tenía razón y de que la bruja colorada estaba relacionada con Sven. También presentía que mi hermano había visto algo allá dentro que nos serviría para atar cabos sueltos.

Pasaron unos treinta minutos y Aaron al fin despertó. Estaba medio mareado y lo primero que dijo fue que esto de los mareos y los desmayos se estaban volviendo moneda corriente. Se lo veía algo preocupado. Se sentó en una de las sillas de la oficina y nos preguntó qué había ocurrido. Después de contarle, él se quedó pensativo y agregó:

—No sabría decirles si puedo ayudar con lo que vi. Había una caja, sí, pero nada extraño. Seguramente de las personas de mantenimiento...

—No, Ari, no puede ser algo normal, tiene que haber una razón por la cual te desmayaste...—dije seria

—No tengo mucho recuerdo de lo que pasó, sólo vi la caja y después me levanté acá, en la Iglesia...

—Indudablemente tiene que haber algo más, pero tu cerebro lo está reprimiendo—dijo el Padre José

—No sé, les juro que intento recordar... pero no hay nada, solo la caja y después un vacío...—dijo Aaron

—Tranquilo, ya vas a recordar, si...—dije y el Padre me interrumpió

—Definitivamente estamos en un punto ciego otra vez, aparece esta zorra y ahora se esfuma como si nunca hubiese existido—golpeó la mesa y tiró un lapicero

—Padre, tiene que calmarse, ya vamos a encontrar la solución. En algún momento va a volver a aparecer y cuando lo haga... vamos a estar listos.—dijo Aaron en un intento de calmar las cosas

—Sí, sí. Lo mismo dijimos hace un año...—Contestó el Padre todavía enojado

—La verdad, me tiene sin cuidado su cruzada personal, nosotros estamos acá para que nadie más salga lastimado. En especial los chicos y las chicas. Usted puede romper lo que quiera e insultar a quien quiera, aunque déjeme decirle que su actitud no va muy acorde a su vestimenta...—dije indiferente

La tensión en el estudio se multiplicó, Aaron no comprendía nada de lo que sucedía. Hicimos silencio un buen rato y luego el Padre dijo que ya estaba mejor. Con Aaron nos miramos y decidimos que era momento de dejarlo solo.

—Nosotros nos vamos, lo dejamos tranquilo para que piense y se fije si puede encontrar algo en los libros—dijo Aaron

—Va a ser lo mejor, vayan con cuidado...

Salimos de la oficina y empezamos a caminar por el pasillo que llevaba al altar principal. A medio camino noté que había luz en una de las aulas, entonces mi hermano dijo en voz baja que eran un grupo de personas que utilizaban la Iglesia para organizar diferentes actividades caritativas. Me carcomió la curiosidad y golpee.

—Pase—Se escuchó desde adentro

—Permiso, quería saber si necesitaban ayuda, me mandó el Padre José—dije

—¡Ay querida! Qué linda sorpresa, ¿Cómo era que te llamabas? ¿Te acordás de mí?—dijo la anciana con el rosario negro en su mano derecha, a juego con su vestido largo y abotonado sobre el torso. Agarró su bastón y se me acercó

—Qué tal Señora Thompson, no me olvidaría nunca de usted...—dije y recordé el comentario sobre la castidad

Al ver que Aaron me acompañaba le sonrió y se dio vuelta para buscar otra silla, estaba sola en la habitación con unos papeles y un cuaderno contable.

—Decime Alice, por favor. Pasen, la verdad es que sí voy a necesitar ayuda. El Diablo metió la cola, Dios mediante no pase a mayores. Siéntense que les cuento...

La anciana estaba mal físicamente, pero su cerebro funcionaba rápido para una persona de su edad. Nos mostró todos los detalles del dinero recaudado por el grupo de mujeres y a dónde iba destinado cada centavo. Nos contó que ella manejaba la caja y que nunca en la vida le había pasado algo cómo lo que acababa de descubrir. Había habido un desvío en los últimos fondos y se había realizado una extracción de dinero sin el permiso del consejo. Dinero que se había juntado para pintar el comedor comunitario donde alimentaban a las familias más pobres de El Paso. Decía que esto era obra de alguien del grupo, que no podía ser de otra manera, ya que sólo ellas conocían la clave bancaria.

Se la notaba mal, tenía los ojos llorosos y parecía muy decepcionada. Esa mujer vivía por y para la Iglesia. Una vez que terminó de contarnos lo sucedido, le pregunté:

—¿Usted tiene acceso a la cuenta del banco desde la computadora?

—Yo no sé manejar esas cosas... de eso se encarga Sofia, pero dejen que la llame.—dijo la anciana y agarró el teléfono de línea. La llamó y conversaron durante un buen rato, Aaron y yo no podíamos escapar. Después de cortar, la anciana nos comentó:—Dice Sofia que la transferencia se hizo por Internet, que el destinatario fue la funeraria Sucesos y que se realizó hace menos de veinticuatro horas. ¿Podemos hacer algo? Necesitamos el dinero para el comedor, por favor ayúdennos

Mi hermano y yo nos miramos, teníamos la siguiente pista. Hacía menos de veinticuatro horas había muerto Alexandre y el asilo se iba a hacer cargo del funeral. Pero también hacía menos de veinticuatro horas habían estafado al grupo de mujeres... Sólo había que saber cuál de ellas había hecho la transacción y ella nos llevaría a la bruja.

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