VII: Los ojos de un niño.

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Ante el descanso del cocinero, Castiel se ocupó de la cocina y ayudó a la sirvienta. Le parecía entretenido ver lo nerviosa y torpe que se ponía estando a su alrededor, aunque le incomodaba en que se le quedara mirando por mucho tiempo.

Podría acostumbrarse a muchas cosas, menos a la mirada de las personas.

Se dio el lujo de descansar un rato, tomando té con el viejo y amigable Tanaka. No se sentía presionado como acostumbraba, se sentía extraño y a veces pensaba que no estaba haciendo suficiente.

Había terminado de cocinar.

ㅡSeñorita Meyrin.

ㅡ ¿S-Sí, joven Castiel? ㅡtartamudeó.

ㅡIré a ver lo que está haciendo el joven Snake. Si quiere, puede descansar un rato.

ㅡ ¡De ninguna manera, usted se está esforzando mucho, yo también quiero ayudar!

Castiel parpadeó varias veces y no pudo evitar surcar una sonrisa, una que dejó a la sirvienta un poco nerviosa. Laughter era un joven que acostumbraba a trabajar incluso cuando no se lo pidieran, era una mala costumbre que a los Chernobyl les benefició más.

ㅡDisculpe si sueno un poco atrevido, señorita Meyrin. Me puede abofetear si mis palabras la ofenden.

Meyrin vaciló por un instante.

ㅡYo jamás le haría eso.

ㅡ ¿De verdad? ㅡ Meyrin asintió con mucha seguridad ㅡ Usted me recuerda a mi primer amor.

El rostro de la sirvienta había adquirido un sonrojo titánico, tanto como para que Castiel aguantara una carcajada. Era una sirvienta muy torpe, pero le era entretenido ver sus torpezas.

ㅡ ¡Pe-pero yo soy mayor que usted!

ㅡElla también era mayor que yo.

Parecía más una confesión indirecta que una broma. Tantas ideas dando vueltas en la cabeza de la sirvienta la hizo hiperventilar, al punto de tener un colapso y desmayarse.

ㅡ ¿Señorita Meyrin?

≪Creo que me pasé≫

Después de la escena con la sirvienta, supervisó al joven Snake, no sabía exactamente cuál era el trabajo del amante de las serpientes, tampoco se lo preguntó a Sebastian, ≪vaya desastre≫ se reprochó a sí mismo

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Después de la escena con la sirvienta, supervisó al joven Snake, no sabía exactamente cuál era el trabajo del amante de las serpientes, tampoco se lo preguntó a Sebastian, ≪vaya desastre≫ se reprochó a sí mismo. Admitía que la presencia del joven albino no era mala.

Claro, su manera de comunicarse con y por las serpientes era algo que no le dejaba de impresionar.

Amaba los animales, era como si fuese un amor instintivo, algo que no parecía ser suyo, ni siquiera sabía por qué le llegaban a gustar a los más peligrosos para el ser humano. Los animales eran seres vivos que le parecían interesantes.

Recordaba vívidamente aquella vez cuando liberó al canario de los Chernobyl, casi lo atrapaban.

≪Ahora que lo pienso, me gusta la carne≫, puso una mano en su boca. Sabía que su amor por los animales y su amor por la carne eran batalla perdida.

Kuroshitsuji: Rencor Divino (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora