Ante el hermoso anochecer, todo avanzó con normalidad en la mansión Phantomhive. El joven conde Phantomhive halagó el trabajo de Castiel con respecto a ese candelero que irradiaba un gratificante color rojo. Los reflejos de luz a través de las ostras de cristal hacía que Ciel se distrajera un poco.
Castiel sabía que todo era el principio, cuando se acostumbraran por completo a él, los halagos del joven amo se irían, la atención de Sebastian también se desvanecerán. Tal vez lo trataban bien por mera lástima, no era ni de lejos un pensamiento gratificante, lo hacía sentir como un ser muy inferior y desamparado.
Por otro lado, Ciel Phantomhive estaba impaciente con respecto al caso, no hubo más desapariciones de sirvientes, como si el asesino supiera que los del exterior estaban al tanto de la situación.
Si no se apresuraba en dar una respuesta con avances o finalizando el caso, era muy probable en que Scotland Yard se metiese, o algo incluso peor, recibir la visita de los mayordomos de la reina recalcándole en la cara en que había fracasado como perro guardián.
Ser reprochado no era algo que le gustara. Sin olvidar en que se encargaba de la elaboración de juguetes en la Industria Phantom.
Al terminar la cena, Ciel se retiró en compañía de Sebastian. Se dirigían al despacho.
—Si tienes algo que decirme, dilo —dijo con irritación.
—Pensé que estaba de buen humoral admirar el candelabro.
—No estoy de humor para bromas, Sebastian.
El mayordomo le siguió el ritmo y amplió su sonrisa.
—Hay una rosa azul en el jardín.
— ¿Una rosa azul? —repitió en forma de pregunta, el dato le dejó un poco pensativo —. No juegues conmigo.
—No le miento, joven amo — Después comenzó a explicar —: El joven Castiel le comentó a Finni que el jardín trasero de la mansión Chernobyl estaba repleto de rosas azules.
— ¿Y eso que tiene que ver con el caso? —entonó con impaciencia.
—Que en el patio trasero de los Chernobyl no vi ninguna rosa azul. Además, la duquesa parece tener un interés romántico con el joven Castiel.
Ciel rodó los ojos y suspiró mientras Sebastian abría la puerta de su despacho.
—No sabía que seguirías con eso.
—Tengo pruebas de ello.
El joven conde parecía interesarse con lo dicho.
Cuando Ciel se sentó y recibió las tartas que Sebastian había obtenido —por no decir que robado—. La primera la leyó con un gesto inexpresivo, puso atención a los detalles; en la segunda, una de sus cejas se alzó, tal vez porque parecía estar leyendo una confesión; la tercera le hizo casi sonrojar, por el hecho con que parecía tener proposiciones que un niño nunca se debería topar.
—La duquesa no tiene vergüenza.
—Es una mujer bien conservada para su edad, Castiel Laughter es un hombre apuesto para sus ojos.
Ciel trató de no seguir con el tema.
— ¿No hay más nada que quieras decir?
—Ah, sí. Hace varias noches Bard parecía tener ataques de sonambulismo, también Meyrin.
Ciel puso una mano es su barbilla.
—Ahora que lo pienso, ellos parecían sudar mucho... ¿Eso no era lo que...?
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Kuroshitsuji: Rencor Divino (BL)
أدب الهواةCiel Phantomhive junto a su fiel mayordomo, asisten a una celebración que hace el joven duque Chernobyl, en esa mansión dónde se detectaron la extraña desaparición de sirvientes, también la muerte inexplicable del anterior y viejo duque. En el camin...