X: Esfuerzo apasionado.

286 49 2
                                    

15 de Noviembre de 1889.

Faltaba un día antes de la llegada del empresario francés Belmont Babineaux. Ciel puso a cargo al joven mayordomo de la decoración, Castiel se emocionó tanto que improvisó con materiales comunes en la mansión, eso lo despejaba un poco de los envíos continuos de flores azules por parte de la duquesa.

Sebastian pudo obtener las cartas de cada envío mientras que Castiel estaba ocupado por hacer que la mansión se vea espléndida.

Eran tres cartas. Desde la primera que había recibido, todo sonaba romántico en cada frase empleada, describiendo los aspectos de su personalidad que tanto valoraba. La siguiente ya se denotaba un deseo un poco más íntimo. La última había subido de tono, haciendo insinuaciones con cada verso, cada detalle que nombraba de Castiel —ya sea su tobillo— le hacía ver en que el joven tenía un encanto sexual en todo, ya sea su mirada, su forma de hablar, su cabello, su respiración jadeante cuando estaba cansado, todo le sacaba atractivo. Sebastian sintió que era un poco exagerado, aunque no quiso apresurarse en sacar esas conclusiones porque nunca se había fijado en esas cosas que decía la carta, ¿será cierto o lo que escribía era más el deseo que el raciocinio? ¿Qué estaba sucediendo? No se podría explicar mucho a qué iban las proposiciones de la duquesa.

Caminó por la acera de la mansión, su mirada se fijó en un hermoso felino que le hizo detenerse, cargarlo y acariciarlo, le era imposible resistirse a esos encantos felinos. El gato de pelaje negro ladeó la cabeza, por un momento le recordó un poco a Castiel, tal vez porque era un gesto poco usual en el joven mayordomo, pero que le hacía ver como un niño por un momento.

Bajó al gato cuando vio a Castiel caminar con una caja en las manos, el gato caminó hacia él y casi le hizo tropezar. El magnetismo que tenía con los animales le resultaba problemático.

—Casi olvido lo que era tener un gato que te hacía caer —bromeó, su buen humor parecía ser contagioso para las personas que se relacionaban con él, hasta el joven amo se sintió mejor después de tener una charla con el joven mayordomo.

— ¿Convivió con gatos?

—Solo con el gato de Frederick, se llama Cassie, suele ser muy inquieto a mi alrededor, una vez se metió a mi habitación sin darme cuenta, me despertó sobándose en mi cara — Sujetó muy bien la caja y pudo ver que el gato le miraba y maullaba por su atención, hasta se sobó con su pierna.

— ¿Puedo ayudarle con eso?

—No hace falta, puedo hacer esto. Estoy entrenado para cargar peso.

—Es usted increíble — El mismo Sebastian se sorprendió por su propio comentario — ¿Qué es lo que contiene esa caja?

—Meyrin me dijo que tenían una bolsa de vasos rotos, así que aproveché ese material y pude fundirlo en el horno de la cocina. Lastimosamente unas partes se oscurecieron con la humareda, así que los lavaré para ver si los puedo arreglar.

Los vidrios tenían forma de la concha de una ostra, estaba muy bien fundido y moldeado, todo eso demostraba que Castiel sabía manejar la técnica del fundido. Por desgracia, el horno de la cocina no estaba especializado para eso, si lograba salvar ese trabajo, sería muy afortunado.

—Están muy bien hechas, ¿cómo es que aprendió a dominar tal fundido?

Castiel le miraba con un poco de incredulidad adornando sus ojos, estaba comenzando a acostumbrarse a lo amable y atento que es Sebastian, pero parecía estar lleno de sorpresas.

—Mi padre trabajaba en el fundido, él me enseñó a fundir el metal y el vidrio; no sé fundir más allá de eso, mi padre no me quiso instruir más en su labor.

Kuroshitsuji: Rencor Divino (BL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora