Cap. 4

2.6K 249 18
                                    

Caminaron por horas. Horas y horas. Largas horas de caminata bajo aquel sol abrasador, que lo único que hacía era calentar el terreno bajo sus pies. Sentía con cada paso un nuevo infierno quemar en su piel.

Y comenzó a llover. Sin embargo la lluvia era roja. Parecía sangre. Y seguramente era tóxica.

Tobias los guio hacia lo que parecían los restos de una bodega abandonada con la obvia intención de resguardarse de aquella tempestad.

Con el techo cubriendo sus cabezas, tuvieron tiempo de pensar. De digerir todo lo que estaban viviendo. De digerir la muerte de Tori.

Christina, Uriah, Edd y Peter estaban a unos cuantos metros alejados de ellos dos, sin embargo lo suficientemente cerca como para poder hablar sin gritar.

Casi como si Christina hubiera leído su mente, sentada en el suelo sin importarle ni un poco ensuciarse soltó en voz alta y con un tono lleno de pesimismo y tristeza: —¿Y si ya no hay nada más?

Imposible...

—Tiene que haber algo—, sonó casi esperanzada. Cruzó sus brazos sobre su pecho al sentir un escalofrío por todo su cuerpo. Miró a Tobias, casi esperando encontrar refugio en sus ojos.

—Tengo miedo...—, dijo Edd al borde del llanto.

Estoy aterrada.

( . . . )

Nuevamente, a caminar.

Sortearon entre algunos cráteres, sin embargo siempre tomando como guía una pequeña corriente de agua. Irían al origen de esta, con la esperanza de hallar algo en dicho extremo.

El silencio era... simplemente, deseaba escuchar voces, risas, incluso quejas; no soportaba aquel silencio desalentador en el que se habían sumido todos.

El rugido de un motor resonó. Y una pequeña sonrisa creció en su rostro. Eran ellos, nos estaban buscando. Sabía que no podíamos ser los únicos. Pensó.

Sin embargo, sobre un pequeño resalto natural a base de grandes rocas y arenisca, saltó uno de los camiones que usaban los guardias de Evelyn. Y en él, al volante estaba Dwight.

Tan rápido como esa sonrisa había aparecido en su rostro, la misma se borró -y a su vez, una sonrisa triunfante creció en el rostro de aquel Abandonado.

—¡Corran!—, gritó Christina.

En efecto, corrieron como si el mismísimo Diablo los persiguiera. Pues, en cierto sentido, así era; una vez él los atraparan, lo único que conocerían sería el infierno.

Un infierno a manos de Evelyn.

—¡Corran, yo los cubro!—, Tobias gritó levantando su arma, apuntando al gran camión que se acercaba a toda velocidad hacia ellos.

Y así lo hicieron. Corrían simplemente intentando retrasar lo inevitable, esquivando aquellas balas perdidas; escuchando a sus espaldas los disparos en contra de Dwight. En menos de nada, Tobias ya los había alcanzado.

No había pensamiento racional en su cabeza. Solo el imperioso deseo de sobrevivir.

Las balas seguían resonando en sus oídos, cada vez más cerca, pero ninguna colisionaba con sus cuerpos. Todas iban a parar más adelante, donde se veía un gran campo abierto, sin lugares para ocultarse; pero gracias al reflejo de la luz, se podía ver las balas chocar contra algo sólido. Algo que no podía ver pero que estaba allí.

Sin embargo, no se detuvieron. No dejaron de correr sino hasta que algo similar a una puerta se abrió frente a sus ojos, dejando ver que lo que había tras esta no era un campo abierto...

Everything I Wanted || Tobias Eaton (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora