Cap. 17

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—Hay algo más que tienes que hacer.

Tobias y Evelyn fueron los primeros en salir de la cámara, seguidos de cerca por Edd y Valentine.

—Quiero enviarle un mensaje a David.

( . . . )

Estaban en el techo de Erudición, cuando se empezó a escuchar el mensaje.

Mi nombre es Valentine Reds. Y estoy aquí para revelar la verdad. Existe otra gente en el planeta, no nos consideran iguales. Se llaman a sí mismo: Puros, y a los otros: Defectuosos. Crearon una Valla para separarnos de su mundo, y facciones para separarnos unos de otros. Fuimos su experimento y casi nos destruye. 

—El piloto automático irá directamente hacia ellos—, la nave de David apareció frente a sus ojos.

Uriah pasó un brazo por la espalda de la castaña, orgulloso de lo que había logrado.

Evelyn había sido tratada en la pierna, y ya podía mantenerse en pie con normalidad.

A un lado estaba Johanna, a quien aún le tenía cierto rencor para ser sinceros.

Christina se mantenía de pie cerca a Edd y a Uriah.

Y Tobias la mantenía agarrada de la cintura.

Uriah tenía su brazo en su espalda y Tobias en su cintura. Abrazada por las dos personas más importantes para ella.

Pasó su brazo derecho sobre los hombros de Tobias y el izquierdo por los hombros de Uriah. Parándose en las puntas de sus pies.

—Cuando pase la Valla Virtual se llevarán una sorpresa—, dijo Edd con una mueca maliciosa.

La nave estaba repleta de explosivos. Y con un toque en una tableta que Edd sostenía, esta empezó a volar hacia afuera de la ciudad... directo hacia aquel aeropuerto.

Intentaron hacernos olvidar quiénes somos y de dónde venimos. Pero no lo lograron. Henos aquí, juntos, no como cinco facciones, sino como una ciudad. Y así destruiremos su Valla. Nos han visto a nosotros, y ahora los vemos a ustedes. Aquellos más allá de la Valla, escúchenme muy bien -porque sé que están escuchando: Chicago no es su experimento. Es nuestro hogar.

Vieron hacia el horizonte, directamente donde sabían que la nave se estaba dirigiendo. Y admiraron aquel estallido. Un boom resonando a la distancia.

Uriah se acercó más al borde del edificio, soltándola de aquel abrazo, encantado por lo que había visto. Una parte de él reacia a creer que ya no vería luces más allá de la Valla.

Abrazó a Tobias por el torso ahora, inclinándose un poco para poder esconder su cara en el cuello de él.

Se sentía en la gloria. En el punto más alto de su vida. En el techo de un edificio. En la parte más alta del carrusel donde jugaron Captura la bandera. En la copa de un árbol, en medio de la noche, buscando el camino de regreso a casa. En los campos abiertos de Cordialidad.

En el tren en movimiento, tomando la mano de Uriah, y saltando los dos de este a la vez. Juntos.

En el borde del edificio, saltando directamente a lo desconocido, sintiendo que el aire abandonaba su cuerpo, y volvía a ella justo cuando colisionaba con aquella red al final del hueco. En los brazos de Tobias cuando la ayudó a bajarse de la red. Cuando él gritó: primera saltadora, Valentine.

—Es nuestro hogar, y siempre lo será.

Susurró contra la piel del cuello de Tobias, sintiéndolo reaccionar ante esto. Lo pudo ver sonreír ampliamente.

Y le fue inevitable sonreír también.

Bajó su mirada azulada hacia la pecosa que lo abrazaba como si su vida dependiera de ello. Se fijó en el cabello desordenado y sucio, en las líneas de polvo que se marcaban en su cara pecosa, en la forma que respiraba, evidentemente exhausta, en sus labios resecos que se curvaban en una sonrisa -bastante preciosa a su parecer.

Y ella se fijó en él. Paseó sus ojos café por la cara de Tobias. Tenía varios cortes, estaba bastante herido, y aún más cansado. Su cabello chocolate caía sobre su frente en rizos desordenados, algo húmedo de sudor y con un poco de suciedad, sin embargo podría pasar horas jugando con aquellos rulos; sus cejas algo desordenadas que le daban a su cara una expresión de relajación y calma absoluta; en una de sus sienes un corte con algo de sangre seca, y en uno de sus pómulos igual; la pequeña y fina nariz en su rostro era digna de envidiar; y sus labios rellenos, rosados, resecos casi siempre, y ahora con un corte; su mandíbula marcada con un pequeño moretón.

Pero su sonrisa, más que nada.

Daría lo que fuera para ver esa sonrisa a diario. Para que el mundo pudiera apreciar lo magnífica que era aquella sonrisa, con todo dientes, hoyuelos y pequeñas arrugas en las esquinas de los ojos.

Demonios. Ese sí era un sueño. El sueño en el que tenía todo lo que había soñado.

Era como si ayer hubiera sido hacía un año atrás.

Pero, hey, estaba en su hogar, con sus personas favoritas -casi todas. Sí, esto era todo lo que siempre había soñado. Todo lo que siempre quiso.

Incluso cuando el sueño se convirtió en pesadilla, y empezó a perder gente. Will, Tris, Tori. Pero estaban ahí, ahora, gracias a su esfuerzo, gracias a ellos, gracias al impacto que habían causado, independientemente de lo que fuera.

Era un sueño.

¿Y si era un sueño, literalmente hablando? ¿Y si todo se trataba de un sueño, de otra simulación? No, lo sabría. ¿Verdad?

¿Verdad?

Empujó aquellos pensamientos invasivos a un lado. Porque, bueno, no quería arruinarlo. Estaba en la cima de todo, disfrutando de ver su maldito sueño hacerse realidad.

—Oh, vamos. ¡Ya! Si se van a besar díganme para mirar a otro lado—, Uriah soltó con un tono de falsa incomodidad. Tobias rió.

—Nos vamos a besar y te estamos diciendo.

Sin más, tomó a Tobias de la nuca, uniendo sus labios en un beso que llevaba ya bastante tiempo queriendo. Lo pudo sentir sonreír a mitad del beso, su estómago dio un vuelco de alegría. Sonrió también. Y al separarse, en puntas de pies, pasó ambos brazos por el cuello del castaño, y él por su cintura, cada uno apoyando su cabeza en el hombro del otro.

Demonios, cómo amaba a ese hombre.

—Te amo.

—Yo también te amo.

—Y yo también los amo, tortolitos—, Uriah los envolvió a los dos entre sus brazos.

Y las risas de los demás no se hicieron esperar.

-V

Everything I Wanted || Tobias Eaton (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora