Epílogo

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Giró sobre su costado, pasando el brazo por el torso desnudo de Tobias. La había despertado la luz del sol que se colaba por el enorme ventanal.

—Oye...

Un gruñido cansado y bastante adormilado fue su contestación.

—Tobias...—, jugó con los rulos desordenados, y ahora mucho más largos y rebeldes que nunca.

Otro gruñido.

Subió a su espalda, pasando una pierna a cada lado del cuerpo desnudo del mayor, apoyando su peso en estas y no en Tobias.

Trazó con sus dedos las líneas de tinta, algunas cicatrices ya casi imperceptibles, los logos de las facciones. Hasta que finalmente obtuvo una respuesta coherente y no un simple gruñido.

—¿Qué pasa?

Escuchó su voz pastosa y casi como un gruñido, gracias a que aún se hallaba adormilado. Sonrió en respuesta.

Levantó sus caderas con algo de esfuerzo -ya que le dolía todo el cuerpo por los sucesos de la noche anterior, y Tobias giró su cuerpo, ahora quedando boca arriba; y ella quedando sentada sobre sus caderas.

—¿Estás mejor?

Asintió, ahora trazando con sus dedos figuras y patrones desiguales en el pecho y estómago del muchacho. Con un sonrojo leve en las mejillas.

—¿Quieres comer? Iré por algo a la Cafetería.

—No tienes que hacerlo. Quédate aquí. ¿Sí?

—Claro.

Tiró de ella para que se acostara a su lado, casi obligándola a recostar su cabeza en su pecho. Pasó sus brazos por el cuerpo de ella. Abrazándola.

Dejó una de sus manos en el estómago de ella, acariciando este.

Ojos de corazón. Literalmente, aquellos dos ojos azules brillaban como nunca, con ilusión, amor, y un poco de temor.

Hubo un silencio bastante cómodo. Pero es que no necesitaban hablar o llenar el silencio con palabras sin sentido.

—Edd me hará un favor hoy en la tarde. Me dijo que lo encontrara en el edificio de Verdad.

—¿Es sobre eso?

Asintió. Ahora moviéndose un poco para recostarse en las almohadas.

Tobias se inclinó y la besó en la frente, se sentó e inclinó un poco para depositar un beso en el estómago desnudo de la castaña.

Se levantó de un tirón de la cama, caminando hasta el casillero que usaba como armario. Junto a este había otro casillero, donde estaba la ropa de Valentine. Tomó una toalla y la colgó en su hombro.

Hey, cúbrete, hay niños mirando.

—Claro, una niña pequeña que necesita una ducha—, rió, acercándose nuevamente a la cama, para hacerle cosquillas en las plantas de los pies—. Te espero en la ducha.

Asintió, viéndolo desaparecer en el baño.

( . . . )

Claro que un hogar puede ser una persona. Pero también un lugar. O un objeto. O lo que sea.

Simplemente el hogar es a donde pertenece el corazón. A donde vas para estar a salvo, para quitar el peso de tus hombros. A donde vas después de tanto dolor, sabiendo que allí encontrarás confort.

Solía pensar que mi hogar estaría en cualquier lugar menos dentro de la Valla. Lejos. Muy lejos. Me equivoqué. Estaba justo aquí, en él, a quien le pertenece mi corazón.

Everything I Wanted || Tobias Eaton (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora