Cap. 11

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—¿Lista?

—Ojalá.

David presionó un par de botones, una voz mecánica y femenina dijo "activando el piloto automático" y la nave se elevó por los cielos.

David la miró con desaprobación, al notar lo mucho que se removía incomoda en aquel asiento -no, no era el asiento, era la ropa. Ajustó el cinturón de su asiento sobre su cuerpo, importándole poco arrugar el elegante atuendo que David le había insistido en usar.

( . . . )

Matthew miraba la escena, con una actitud retraída, en silencio.

—Puedo llevarte de vuelta a Chicago.

Aquel soldado que Cuatro empezaba a detestar -tal vez porque le recordaba a Eric- con cada célula de su cuerpo, jugueteó con algo en sus manos, parándose en frente del ojiazul.

—No, gracias.

Intentó sonar amable, fallando garrafalmente.

—¿Piensas irte caminando por la Periferia?—, sonó burlón. Tobias lo miró con una ceja enarcada, y su espalda aún tensa—. Nadie te prohíbe que vuelvas a casa. Ven—, cabeceó, apuntando hacia el balcón de aquel piso.

Miró al hombre. Miró la gran nave que volaba frente al balcón. Suspiró y caminó hacia donde el hombre había gesticulado.

—Voy con ustedes—, dijo atropelladamente Matthew, comenzando a caminar a la par de ellos. Pero al ser el más alto de los tres, con dos zancadas ya los había rebasado.

La compuerta se abrió, y una rampa se instaló en esta, facilitando el ascenso a la nave. Matthew esperó en la puerta -tal vez, ya acostumbrado a esperar para ingresar, acostumbrado a ser el último en ingresar. Tobias entró, lo siguió el soldado, y finalmente Matthew.

Tomaron asiento, aquel soldado cerró la puerta. La nave voló en dirección opuesta a la otra. En dirección opuesta a la de Valentine.

( . . . )

—Escucha, sé cómo te sientes, pero lo que vas a hacer tiene gratificaciones para todo el mundo. Si Cuatro no lo entiende, no es tu culpa.

Aquellas palabras fueron todo, menos reconfortantes. Quiso saltar de su asiento y estrellar su puño contra el tabique de David. Quiso gritarle lo mucho que la había jodido hacía un momento. Quiso...

Quiso aovillarse en la cama, cubrirse con las cobijas, mientras el murmullo del agua de la ducha se escucha, y luego girarse para encontrarse con la imagen de Tobias saliendo del baño con el pelo aún mojado. Pero en la cama de Tobias, en su piso en los cuarteles de Osadía.

( . . . )

—David no quería que vieras lo que viste en la Periferia. Tiene todo controlado, nada ocurre sin su aprobación. Y su nave es la única que atraviesa la Valla Virtual.

—¿Por qué me lo dices?

Matthew pasó saliva con fuerza, suspiró. Conectó sus ojos verdes con los azules de Tobias: —No te llevaremos a Chicago.

Un pequeño nudo de temor se intentó instalar en la boca de su estómago, pero no se lo permitió. Miró al hombre que le sonrió falsamente, le correspondió con una mueca que pretendía ser una sonrisa igual de falsa.

Bajó con cautela la mirada, en el borde de los pantalones el hombre tenía un arma.

La tomaría y acabaría con ellos. Un buen plan, excelente plan.

Everything I Wanted || Tobias Eaton (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora