Extra

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Día tras día y lo único que tenía en su mente era una cosa. Lo mucho que quería dejar esa facción.

Tenía todo listo. En una pequeña maleta algunas prendas básicas, tirada a un lado de su cama, la cual hacía días no se molestaba en organizar.

Amarró sus botas, resignado. Solo ese día y ya, y para el amanecer se habría ido. No se tendría que preocupar nunca más por Max y sus incansables intentos para que formara parte de los líderes de facción, o del odio -que bien sabía- Eric le tenía.

Aunque, bueno, sus planes se habían retrasado un día completo, todo gracias a los Iniciados. La Ceremonia, los Trasladados, los Iniciados transferidos y nacidos en Osadía. Su sentido de responsabilidad lo obligó a quedarse, por lo menos un día, solo para recibir a los Iniciados, mostrarles el lugar, explicarles algunas cosas, y luego... adiós.

Salió de su pequeño departamento, encontrándose con Eric en la puerta, cubrió con su propio cuerpo la vista al interior del departamento. Los ojos curiosos de Eric bailaron con rapidez del interior del lugar hacia él.

—Cuatro—, saludó él con su usual tono.

—Eric.

Respondió y cerró la puerta, dirigiéndose directamente hacia aquella entrada que tan bien conocía. Ya habían algunas personas esperando allí, saludó con un simple buen día y se paró a un lado de la red.

Minuto tras minuto, miraba constantemente hacia arriba, esperando la caída del primer iniciado.

Escuchó el rugir del tren, y sabía que muy pronto empezarían a saltar.

Y ahí estaba.

Observó un pequeño borrón de colores rojos, naranjas y amarillos. Cordialidad. Luego vio la mata de cabello castaño y largo. Una Cordial.

La primera en saltar. Ni siquiera yo hice eso, pensó.

Tiró de la red, y el cuerpo de la muchacha rodó por esta. Tomándola de la cintura, de un solo tirón, la ayudó a bajar. Notó que mantenía su vista fija en el suelo, le causó curiosidad.

Ella finalmente alzó la vista. Un par de ojos castaños, al igual que su cabello, enmarcados por largas pestañas. Mejillas rellenas, algo sonrojadas y pecas bañando estas -no lo admitiría en voz alta pero su primer pensamiento de ella fue lo hermosa que era.

Vio que en el rostro de la cordial una mueca casi aterrada empezó a apoderarse de su rostro. Notó entonces que aún tenía sus manos en la cintura desnuda de ella. Las bajó rápidamente, retomando su postura: firme, calculador, frío.

Era Cuatro, no Tobias Eaton. Se recordó.

—¿Qué? ¿Alguien te empujó?—, dijo en un tono juguetón, una sonrisa en sus labios.

—No.

—Tu nombre.

Pareció pensarlo un rato.

—Valentine.

Sonrió y miró a los otros Osados que observaban el espectáculo.

—¡Primera saltadora: Valentine!—, gritó, ahora los gritos y silbidos no se hicieron esperar. Esta vez se dirigió a ella: —Bienvenida a Osadía.

La guio hasta el pequeño grupo de Osados que la esperaban ansiosos, con una mano en su espalda baja. Él se alejó, nuevamente acercándose a la red, listo para ayudar a bajar al siguiente iniciado.

—Nacidos en Osadía con Lauren. Trasladados conmigo. Andando—, ordenó y los Iniciados obedecieron al instante.

—Normalmente trabajo en inteligencia, pero durante la iniciación seré su instructor—, empezó, caminando por los poco iluminados pasillos de Osadía—. Mi nombre es Cuatro.

Everything I Wanted || Tobias Eaton (3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora