Capítulo 36;

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La confesión de Dylan

Los hermanos permanecieron en silencio durante todo el camino de regreso a casa de Alexander, donde se encontraban los autos, tal pareciera que decir algo rompería la concentración de los demás y así siguieron hasta que Dylan, que estaba al volante, paró frente a la casa de Alexander sin dejar de mirar un punto inexistente al frente con  las manos firmes apretando el volante.

Hitan se percata de los mismo, e incita a sus hermanos a bajar y cuando esta a solas con su hermano, habla.

— ¿Dylan?

— no puedo estar aquí— alcanza a decir,

— bien— Hitan trata en vano en sonrier y cuando apenas cierra la puerta del auto, Dylan acelera.

— ¡como lo dejas ir así!— gruñe Noha a Hitan.

— tranquilo, se donde ira.

Noha lo piensa por un instante hasta que cae, —claro— susurra.

— no iré a casa— agrega John mientras ingresan a la casa de Alexander.

— ni yo—sigue Noha.

— pueden quedarse aquí— salta Alex.

—ni siquiera te lo iba a preguntar- escupe John, robando una leve sonrisa en su hermano.

Como lo había pensando Hitan, Dylan llegó a la casa de Anna, llamándola por teléfono frente a su casa.

— ¿hola?— la voz de Anna suena más que despierta ya que sabía lo que iba a pasar.

— Anna— la voz ronca de Dylan está apagada, — ¿quieres abrir tu puerta?

—¿mi que?— la joven salta de la cama acercándose a la ventana donde ve al Audi, —¿estas aquí?— no espera ninguna respuesta de él, ya que baja las escaleras rápidamente para abrirle la puerta, ya son demaciadas sospechas para las vecinas chismosas.

—hola— Dylan corta la llamada cuando está frente a la joven, —¿te desperté?— sonrie de lado levemente.

— no, pasa— vuelve a encender las luces de la casa, —Am...¿ pasa algo?

Dylan observa la sala como si nunca hubiera estado allí, se quita la chaqueta y se sienta en el sofá lentamente,

—no, nada— contesta.

— ¿y qué haces aqui?

— quería verte, pasar una noche furtiva contigo mientras que tus padres no están— trata en vano guiñar un ojo pero se nota de lejos lo devastado que está.

— Dylan...

— bueno— se pone de pie de golpe,
— podemos cenar— lleva su vista hacia el pasillo, — ¿por allá?– empieza a caminar sin darle oportunidad a Anna de agregar algo, para cuando llega a la cocina lo encuentra abriendo y cerrando las puertas de la alacena, —¿pasta?— sus ojos cristalinos la observan.

— si— se limita a decir Anna, mientras toma asiento en uno de los taburetes, — ¿Dylan?

— ¿si?—él está muy concentrado en su tarea de cocinar, y no se molesta en mirar a la joven.

— ¿qué pasa?

— nada— aún sigue a espalda de ella.

—¿seguro?

Está vez si voltea con la mandíbula tensa, —Anna Miller, ¿acaso quieres qué me vaya?

— quiero que me digas que está sucediendo. Ven aquí— le da unas pequeñas palmaditas al taburete frente a ella.

Rompiendo las Reglas✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora