Siempre quise conocer a una bruja, los seres más sabios del mundo. Las diosas no mintieron en eso tampoco, porque Rain tenía una respuesta para cualquiera de mis preguntas, una que me daba sin titubear. No sólo eso, sino que era conocedora de sentimientos que las deidades consideraban inexistentes en mí. Sabía mi interés por las sensaciones que florecían en mí las noches de luna llena.
Rain me habló de cientos de cosas. Desde su lugar, sobre todas nuestras cabezas, decorando el cielo con su fulgor era capaz de continuar viendo el mundo. En realidad, no tenía alternativa. El tiempo se había parado para las almas que no reencarnaban, y su destino era contemplar como el tiempo de los demás pasaba. Las diosas tenían un destino menos cruel, pudiendo bajar a encontrarme haciendo uso de su poder.
También me confesó que fue un alivio poder hablar conmigo. Era la única persona en el mundo capaz de escuchar las voces de todos aquellos que habían perdido la oportunidad de iniciar una nueva vida. Pero si me iba del templo, no sería capaz de escuchar a nadie más que no fueran las diosas.
Ellas estaban conectadas conmigo. Lo cierto es que después de todo, prefería mil veces tener una conexión con una bruja antes que con una diosa. Rain no me lo explicó en detalle, pero tratar de hacerse oír era muy complicado, y ahora que lo había conseguido, no iba a perder el tiempo contándome cosas que podía averiguar por mí misma, porque podía. Su misión desde un principio había sido tenderme la llave de la libertad.
Rain sabía a donde tenía que ir. En el pasado me hizo bien, y la bruja estaba convencida de que sería la mejor manera de vivir mi presente, de aprovechar esta segunda oportunidad que me había sido concedida. Además, insistió en que sólo allí encontraría el verdadero significado de la luna.
Al principio desconfiaba de ella. No obstante, sus palabras eran cálidas. Sentía un fervor en el pecho que jamás había sentido con las diosas. De hecho, sólo pude sentir algo similar hablando con la abuela.
Ya no me quedaban dudas, podía confiar en Rain. Hacerlo implicaba... que las deidades me habían mentido.
La bruja no quiso perder el tiempo, pero accedió a responder algunas de mis preguntas. Quería averiguar en cuantas cosas había estado equivocada.
Las diosas no murieron, no se extinguieron de la nada. Rain no se atrevió a asegurarlo, pero creía que ellas mismas se buscaron ese cruel destino. Su avaricia de poder.
Otra cosa en la que las deidades me habían mentido era en que estaba sola en aquel bosque. Rain me aseguró que siguiendo el cauce del río llegaría al puerto del carbunco. Allí, el barquero me ayudaría a llegar al bosque de los hombres lobo. Quizás era por eso que tenía terminantemente prohibido salir del templo.
¿Y si el mundo exterior no era tan terrorífico como me habían hecho creer?
Pensé mucho en todo lo que me dijo, durante tres largos días. Me hubiera gustado poder mantener la conexión con ella, pero sabía que era imposible. Decidiera lo que decidiera, debía hacerlo pronto. El cauce del río se volvía bravío con el fin del ciclo lunar, dentro de cuatro días. Si eso sucedía, sería imposible de atravesar en siglos. El templo verdaderamente estaba aislado, en un lugar recóndito.
Escapar, sin certeza alguna de que me depararía, de si podría conseguirlo o quedarme para siempre en el templo, con las diosas y con los animales. Viviendo como siempre... sola.
Hablar de mi deseo había despertado en mí un sentimiento que me hacía querer arriesgarlo todo. Jamás lo admití, pero en ocasiones si me sentía sola, y no quería conformarme con una compañía de reemplazo.
Respiré hondo plantada sobre el inicio de las escaleras. Vivir allí era magnífico, pero no quería hacerlo por toda mi vida. No quería estar sola, no quería aislarme del maravilloso mundo que me rodeaba. No sólo quería aprender; quería ver. Y por encima de todo, quería averiguar que es ese sentimiento que me ahogaba, quería descifrar lo he ocultaba la luna, la única causante de esa sensación constrictora.
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𝑀𝑜𝑜𝑛 | 𝑁𝑎𝑡𝑠𝑢𝑚𝑒 - 𝑒𝑝𝘩𝑒𝑚𝑒𝑟𝑎𝑙
FanfictionA diferencia de Natsume, Cloé deseó con todas sus fuerzas reencarnar aquella noche del día de los muertos, mientras bailaba mirando los ojos claros y límpidos del tritón. Su deseo se cumplió, pero no de la forma que esperaba. La que una vez fue una...