Me había sentido algo rara al ser la única con un menú vegetariano. Shiba me mirara como si fuera un espécimen único. Era normal que él adorase la carne, después de todo era un hombre lobo. Sin embargo, yo era la que tenía motivos para estar sorprendida. No conforme con haber devorado la carne, lamía y mordía el hueso de la chuleta. Nagi le decía que se comportara como una persona y no como un monstruo, pero no fue hasta que Erica le miró con severidad que pudo apartar el hueso de sus labios. Había sido agradable charlar con ellos durante la comida, casi había podido olvidarme de que Natsume me había dejado plantada y había salido del aula sin siquiera despedirse de mí.
Recogimos nuestras bandejas y abandonamos la cafetería a pesar de los esfuerzos del hombre lobo por prolongar nuestra estancia allí. Regresaba por primera vez a la biblioteca desde aquel incidente con el libro y la orden involuntaria que le lancé al encargado. La razón por la cual no me había atrevido a poner un pie en este lugar desde entonces fue la vergüenza, que no se iba a pesar de haber arreglado las cosas con el bibliotecario.
Seguí a los tres muchachos en silencio, con la cabizbaja y tratando de evitar la posible mirada del bibliotecario. Me paré en seco cuando Shiba torció a la izquierda, atravesamos el pasillo que formaban los enormes estantes repletos de libros hasta que por fin llegamos al área de estudio. El hombre lobo nos condujo hasta lo que deduje que sería su sitio habitual.
—¡Hacía tanto que no éramos más de tres! —dejó su maletín sobre la mesa. —Procrastinar se volvió difícil solo con vosotros dos.
—Quizá eso es porque venimos a estudiar y no a perder el tiempo. —sonrió con superioridad. —Pero eres un estúpido, Shiba.
—¡Eres un demonio! —vociferó el.
Tanto el bibliotecario como el hombre invisible sisearon en respuesta a la efusividad del hombre lobo. Tomé asiento, de la misma manera en la que lo hicieron Erica y Nagi, y no pude evitar reírme de la expresión de cansancio que Shiba traía en el rostro. Apenas se había sentado, y ya parecía estar saturado.
Saqué los libros de lenguaje oficial y los puse sobre la mesa. Tenía un nudo en el estómago, y es que no podía ocultar la felicidad. Era la primera vez que iba a estudiar con alguien que no fuera una diosa. Todo lo contrario, eran mis compañeros de clase, unas maravillosas personas que me hacían creer que todo lo que me habían contado era mentira, puesto que no había pizca de maldad o de crueldad en ellos.
—Puede que te sea difícil al principio. —me dijo Nagi. —Pero cuando entiendas las estructuras básicas, traducir te será mucho más sencillo.
—El caso es que las estructuras básicas son muy complicadas. —bufó Shiba.
—Eso no es verdad. —contestaron los otros dos a la vez.
No pude evitar reírme.
—Lo que pasa es que no entra nada en esa cabeza hueca. —me susurró Erica.
Se metía mucho con Shiba, pero algo me decía que era eso lo que les hacía tan cercanos. No les conocía desde hace mucho, y no era necesario para poder decir que ese trajín de "toma y dale" era personal entre los dos. Nagi carraspeó su garganta y volvió atrás en las páginas de su libro.
—Puedes agradecerle a Cloé, porque vamos a revisar las estructuras básicas. Presta atención y apréndetelo de una vez, Shiba.
—E-Esta bien...
Me posicioné en la misma página que ellos. Nagi parecía liderar la sesión de estudio, y fue él quién me pidió que observara detenidamente los símbolos que se presentaban en la primera sección de la hoja. Comenzó a leerlos en alto, moderando el tono de voz para no sobrepasar los límites permitidos en la biblioteca. Erica asentía con la cabeza orgullosa, y Shiba resoplaba de aburrimiento. No pude ocultar mi asombro, a lo que Nagi añadió:
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𝑀𝑜𝑜𝑛 | 𝑁𝑎𝑡𝑠𝑢𝑚𝑒 - 𝑒𝑝𝘩𝑒𝑚𝑒𝑟𝑎𝑙
Hayran KurguA diferencia de Natsume, Cloé deseó con todas sus fuerzas reencarnar aquella noche del día de los muertos, mientras bailaba mirando los ojos claros y límpidos del tritón. Su deseo se cumplió, pero no de la forma que esperaba. La que una vez fue una...