𝑞𝑢𝑖𝑛𝑐𝑒

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Me costaba levantarme de la cama, mas bien sentía como si no tuviera ningún motivo por el cual hacerlo. Como si quedarme tirada mirando al techo fuera mi mejor opción, la mejor escapatoria.  Me escondí bajo las sábanas y cerré los ojos con fuerza. No había dormido en toda la noche pensando en esas horribles cosas que me dijo.

Incluso si sus palabras trituraron mis sentimientos, continuaba necesitando estar cerca de él. Nada había cambiado para mí, nunca lo hizo. Me he estado sintiendo de esta manera desde que le vi por primera vez. Y me sentía estúpida por ello.

En lugar de descansar, estuve pensando durante toda la noche, lo hacía tratando de encontrar una solución para todo esto. Pensé que, de alguna manera, tenía que decírselo, hacerle saber que no era una sirena. Sabiendo que eso era lo que le molestaba de mí, todo podría volver a la normalidad. Me preguntaba si de verdad era lo mejor, si creía que dejar que fuera un malentendido el que decidiera el fin de nuestra relación era lo correcto.

Me gustaría tanto poder hablar con alguien, ya fuera con Rain o incluso con las diosas. A pesar de sus mentiras, siempre había podido contar con ellas. Estaba segura de que al menos Danae era sincera, que me quería de verdad.

Estaba completamente segura de que me estaban viendo, ahora, de la misma forma en la que lo hicieron siempre.  ¿Qué estarían pensando? ¿Estarían enfadadas? Nunca había llorado tantas veces, nunca me había sentido tan devastada, como si todo lo que me rodeaba estuviera a punto de desmoronarse, y ellas siempre tuvieron razón en algo, porque quizás yo no estaba hecha para vivir con más personas. El mundo no estaba hecho para mí. Solo mi pequeño templo, mis animalitos y observatorio estelar.

La luz del sol estaba funcionado como un toque de atención. Estoy de vuelta en la realidad, y no en mis delirios nocturnos. Conociéndole, jamás me dará la oportunidad de acercarme a él. Había estado jugando conmigo, y eso era todo.

Tenía que dejar de buscar una solución porque no la había. Fuera un tritón, una momia o un demonio, era una persona cruel. Me había engañado para pasar un buen rato, eso era algo que no tenía solución.

Demonios, me dolía la cabeza. Me levanté de la cama a la fuerza. Sabía que tener el corazón roto no era una excusa que sirviera para justificar mis ausencias. Además, Natsume probablemente no iría a clase. Eso me daría algún tiempo para pensar y dejar de sentirme de esta forma.

Arrastré los pies por el suelo para llegar a la cómoda y sacar de uno de los cajones el uniforme escolar.

Me obligué a salir de mi habitación antes de que mi pesimismo me convenciera para quedarme todo el día en la cama. No tenía apetito, por lo que me dirigí directamente al aula principal, atravesando largos pasillos en silencio y cabizbaja. No me atrevía a alzar la mirada, mi corazón se sacudía acongojado con solo pensar en que me podría cruzar con esos ojos claros llenos de desprecio.

Era tan injusto. Yo sentía un amor que me quemaba por dentro, quería verle reír, pero reír de verdad. Quería escucharle tocar, cantar. Contarme cosas, ponerme contra las cuerdas e incluso, regañarme por no dejar de leer. Quería que me acariciara la cabeza, y deseaba con toda el alma que volviera a besarme, ya fuera en la frente, en las manos, en el cuello... donde él quisiera. En cambio, estaba convencida de que lo que a Natsume le quemaba no era amor sino odio, un odio injustificado hacia mí.

Entré en el aula con la tranquilidad de que llegaba demasiado temprano y siendo consciente de que por mucho que esperara en mi lugar, la momia no se aparecería por la clase. Me equivoqué.

Sentí un agudo dolor cuando le vi en su sitio, mirando por la ventana. Estaba solo en la estancia, él con la vista perdida y yo perdiendo el control, poniéndome de los nervios, sin ser capaz de avanzar. Me di la vuelta, todo el cuerpo me temblaba y solo veía una posible opción, salir de allí. Quería gritarle la verdad pero estaba aterrorizada de encontrarme con unos ojos crueles y venenosos. Quería reprocharle su maldad pero no podía ni pronunciar una sola palabra.

𝑀𝑜𝑜𝑛 | 𝑁𝑎𝑡𝑠𝑢𝑚𝑒 - 𝑒𝑝𝘩𝑒𝑚𝑒𝑟𝑎𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora