𝑑𝑖𝑒𝑐𝑖𝑠𝑖𝑒𝑡𝑒

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Era una ciudad inmensa, colorida y abarrotada de personas. La metrópoli cercana a la escuela Alderic era centro de atención, un hermoso lugar que visitar que contaba con centenares de establecimientos donde comprar, comer y deambular por el tiempo suficiente para olvidarse de los problemas.

Erica me traía bien sujeta por el brazo, y no pensaba soltarme hasta que no hubiera recorrido con ella cada tienda de la ciudad, especialmente las de ropa. Shiba y Nagi nos seguían sin quejarse, y me parecía que se debía a la fiereza de los ojos de la chica de los cuernos.

Creí que habíamos venido específicamente para merendar en la cafetería, pero me equivocaba. Erica parecía tener otros planes, y nosotros tres debíamos cerrar el pico y dejar que nos guiara de tienda en tienda. Por las caras que Nagi y Shiba ponían, estaba asustada. Jamás había ido de tiendas y aún así podía decir que tenía motivos para preocuparme. No por lada la feroz mirada de Erica asustaba hasta a los propios trabajadores de los establecimientos.

—Creo que esto te quedaría perfecto. —me mostró un vestido negro resquebrajado.

—Quizás eso le quede bien a un demonio. —replicó Shiba. —Es tu estilo, pero Cloé es mas refinada.

—Shiba... —sonrió, era francamente aterradora. —Cállate.

—Estoy de acuerdo con Shiba, Erica... —añadió Nagi. —No creo que...

—¿De verdad? —me miró. —¿Tu piensas lo mismo?

Me carraspeé la garganta antes de hablar. Shiba y Nagi me miraban convencidos, como si me estuvieran diciendo que dijera claramente lo que pensaba, aunque los ojos rosados de la muchacha trataran de disuadirme.

—Pues bien, creo que... bueno, no es mi color. Quizá si buscamos otro tono...

—Vale, lo pillo. —colgó el vestido oscuro donde estaba, bajo las atentas miradas de los dos muchachos. —Algo más refinado.

—Yo creo que esto le pega más.

Shiba me mostró un vestido que llamó mucho mi atención. Era rosa palo, tanto la tela brillante de abajo como el tejido de malla que lo recubría. Las mangas eran cortas y terminaban en unos preciosos volantes rosados y tenía pequeños lirios bordados en la tela de malla de la parte superior. En la inferior, preciosas mariposas decoraban la falda, que estaba fruncida y parecía ser ligera. Su aspecto era floral, de cierta forma, encajaba conmigo.

—Qué básico eres, lobo. —entornó los ojos.— Sabes que no es una ninfa, ¿o no te has enterado? No tiene por qué llevar puestas flores por todo el cuerpo.

—Erica, vamos no te pases... —susurró Nagi.

—No, de hecho... —le quité el vestido a Shiba de las manos. —Creo que es bonito, me gusta mucho.

La pelirosa terminó por desistir, al final en cuestión de moda no éramos muy afines. A pesar de ello, me condujo a una parte de la tienda en la que podía colocarme la prenda. Shiba y Nagi esperaron fuera de los probadores. Cuando salí, los ojos del hombre lobo brillaron orgullosos, decía que me quedaba perfecto, era demasiado efusivo. Nagi mantenía la compostura, pero coincidía con Shiba. Finalmente, Erica terminó por estar de acuerdo también. No era su estilo pero decía que me veía preciosa con él puesto.

Me volví a cambiar de ropa y salí del probador con el vestido en la mano. La súcubo que controlaba el área me preguntó si me lo llevaba o lo devolvía. Dejé el vestido sobre su mostrador, y casi instantáneamente Erica lo tomó de nuevo. Me juró que ese vestido iba a ser mío, lo quisiera o no.

—No tengo dinero. —le dije, apenada.

—Nosotros sí. —sonrió de oreja a oreja. —¿Verdad?

Los dos chicos sonrieron. De cualquier forma, no me parecía justo para ninguno de los tres y me sentía incómoda haciéndoles pagar por aquello.

𝑀𝑜𝑜𝑛 | 𝑁𝑎𝑡𝑠𝑢𝑚𝑒 - 𝑒𝑝𝘩𝑒𝑚𝑒𝑟𝑎𝑙Donde viven las historias. Descúbrelo ahora