- Capítulo 18 -

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En resumen del día, se la pasaron siguiendo el recorrido de un mapa como segunda pista; asímismo el azabache fue cargado a estilo princesa debido a su extraña forma de caminar.

—Creo que ya he visto ese árbol.—Susurró para sí mismo mientras miraba alrededor—Está anocheciendo, ¿seguro que es por acá?.—Dirigió su vista al menor.

—S-sí, solo vayamos por ah-

—Ese camino lleva a un acantilado.

—Entonces por all-

—Acabamos de venir de ahí.

—¿D-de verdad?, el mapa indica que es por aquel-

—¿Estás seguro que este lugar está en el mapa?.—El contrario tragó saliva demostrando su desorientación.

Una diminuta gota fue acompañada luego que las nubes tomaran el cielo y ambos chicos corrieran a refugiarse.

Estaban perdidos y ahora trataban de escapar de la torrencial lluvia, no podía ser peor.

Corrió por mucho tiempo hasta sentir el frío líquido rozar sus rostros y sus cabellos empapados. Debían de encontrar algún lugar y evitar un resfriado como un tercer problema.

Mika dirigía su vista por todo el lugar, totalmente presuroso. Sabía que el azabache podría enfermarse.

No muy lejos de donde se encontraba y con un alivio interno, aceleró el paso donde unos árboles cubrían una oscura cueva.

Una vez llegar y estar dentro, miró al chico quien solo permanecía en silencio evadiendo la mirada.

—B-bájame, puedo caminar.—Mika suspiró bajo, quería hacerle caso omiso pero parecía que el azabache estaba incómodamente deprimido.

Descendió cuidadosamente al menor notando como hacía un tierno puchero de enojo.

(...)

En su recorrido, vió lo poco profundo que era y parecía que mientras más se estaba dentro, se podía sentir menos el frío.

Optó por volver su vista a su amado y bastante sería la sorpresa al verlo cabeceando y al punto de caerse, claro que no fue así ya que el más alto lo atrapó salvo que un repentino presentimiento hizo que dirigiera su mano a la frente del muchacho.

Tenía fiebre.

(...)

Los párpados de Yuichiro se abrieron y de a poco se fueron adaptando a la sombra frente suyo. Ese calor que extrañamente le proporcionaba tranquilidad, y esos mechones rubios que cubrían los párpados del otro, definitivamente amaba al chico.

—¿Por cuánto tiempo me mirarás?.—Al terminar de escucharlo, luego del shock, no pudo evitar que los colores se le subieran al rostro.

—No te estaba mirando.—Tartamudeó evitando verlo, y lo que vería a continuación le quitaría ese nerviosismo—¿Y esto?.

¡Abrázame! ||MikaYuu||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora