19(Caída libre)

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Euri

Di una vuelta más sobre la superficie blanda de la cama, sin poder encontrar el consuelo que necesitaba para dormir. Tanta calma, y el silencio en el ambiente, no me daban la paz que necesitaba. Quería dormir, cierto, pero el nudo de emociones que se apretaba en mi estómago era lo bastante intenso como para mantenerme alerta.

El qué podía pasar, siempre me iba a mantener alerta.

Dándome por vencida, decidí levantarme de la cama y caminar hacia la puerta. Mi plan inicial siendo bajar las escaleras y buscar un vaso con leche caliente, se vio interrumpidos a medio camino. En la oscuridad de la sala, junto a la ventana, estaba él. Su semblante serio y pasivo, y aquel mono de chándal que le colgaba un poco de las caderas, más el hecho de que no vistiera camiseta, hicieron que contuviera la respiración.

Kail era sexy, sin duda. Pero mirarlo con ese aspecto medio ido, me hacía recordar que una de las razones por las que me movía el piso, era esa.

— ¿Se te perdió algo?

Desvíe la mirada, sintiéndome pillada ante algo que no debería estar haciendo. Aún con eso, me mordí el labio y caminé hasta él, sin decir nada.

— ¿No puedes dormir?

Alzó una ceja—, ¿acaso tú puedes después de todo lo ocurrido?

Quise responder con sarcasmo, pero terminé mordiéndome la lengua. No era necesario responder a eso, cuando era tan obvio después de todo. Me dejé caer a su lado, en el sofá junto a la ventana. La vista de la oscura noche, no era tan bonita como hubiera esperado. Aun así, sí se le buscaba el sentido, podría compararse ese extenso vacío negruzco. Después de todo, la noche era la expresión "física" de la tristeza.

— ¿Te encuentras bien?

Kail soltó una risita entre dientes, pero sin apartar los ojos de la ventana.

— ¿Tú te encuentras bien?

Fruncí el ceño.

—Responder con una pregunta es grosero.

— ¿Es grosero para ti, qué me preocupe cómo te encuentras con todo lo ocurrido? —esta vez sí se volvió a mirarme—. No entiendo a las mujeres. No te entiendo a ti.

Alcé el mentón—. No tienes por qué entender algo.

En vez de responder, sus ojos se entonaron un poco, risueños, con esa sonrisa molesta puesta en sus labios.

—Creo que sí.

— ¿Perdón? —Mostré el rostro incrédulo, sintiéndome ofendida—, eres un...

—Creo que me siento bien, Euri.

—Ah...

Un silencio incómodo se coló entre nosotros, bastante molesta ante mis impulsos, me quedé junto a él cruzada de brazos. El silencio volvió a extenderse entre nosotros, pero no fue incómodo en ningún sentido. Me refugié aún más contra la superficie blanda del sofá, mientras mis ojos no se perdían ningún rasgo de su rostro. Sentía un nudo en el estómago, pero podría decir que me sentía mejor que al estar sola en la habitación que se me había asignado. Molesta conmigo misma, solté un bufido. Kail me hacía sentir débil.

— ¿Sabes algo, Euri? —No respondí, aguardé en silencio mientras él se acomodaba sobre su espacio en el sofá. Guardó silencio mucho rato, tanto que comencé a exasperarme un poco—... eres tonta.

Bufé.

—Siempre será así.

Me mordí el labio.

The House of Sex: Intenta huir de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora